Capítulo #8

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Perdón por errores ortográficos.

Emily Prentiss.

Odio la impuntualidad y el imbécil de Gideon nos ha hecho esperar por quince minutos. Estoy desesperada. Estoy colerienta, y realmente necesito sacar esta ira que llevo dentro.

—Disculpen la tardanza —musita al entrar Gideon.

Si las miradas mataran, ya lo hubiera matado, cada día que paso a su lado, hace que sea menos de mi agrado y el hecho de que crea unas mentiras tan jodidas me hace odiarlo más.

Él está protegiendo a una asesina, no me importa que lo sea, yo también lo soy. Pero ella está fingiendo ser inocente y eso no es aceptable.

—Después de varias discusiones con la agente Liman, al fin pude hacer que ella accediera a venir aquí. —Suelta Gideon y juro que trato con todas mis fuerzas no sonreír como el gato de Alicia en el país de las maravillas.

—Llegará pronto y es nuestra absoluta responsabilidad protegerla e interrogarla. —dice y me pican los pies por correr al baño, llamar a Clyde y decirle que Keyla estará aquí muy pronto.

—Hasta que al fin podremos conocer en persona a la tan especial agente —se burla Morgan.

—Realmente quiero verificar su estado metal.

—Morgan, te ordenó que detengas esta burla.—demanda Hotch.

—Nuestro trabajo es investigar este asunto. Si resulta que esta mujer tiene razón, está en mucho peligro y tenemos que protegerla. Si resulta que tiene un colapso mental y esto es producto de ello, de igual forma llegarnos al fondo.

—No quiero volver a escuchar nada burlesco respecto a este caso. —Dice Hotch mientras yo me sabroseo la posible expresión de Liman al verme pasar cerca de ella.

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Después de que Hotch nos despachó de la sala de reuniones, camino con una tranquilidad hasta mi escritorio, una vez sentada ahí miró a mi alrededor buscando algún mirón, que esté observando de más lo que hago, gracias a Dios no hay ninguno.

Así que con cautela tomo las cosas que necesito, me lo guardo y camino con la misma tranquilidad de antes directo al baño, una vez en el baño hago el respectivo cateo por todas las secciones. No vaya a ser que un mirón ande cerca. Ya que no puedo permitirme que otra persona se dé cuenta de las malas intenciones que traigo contra Liman, cuando estoy completamente segura de que no hay nadie más, miro a mi alrededor y marcó el tan conocido número de mi futuro marido.

—Notre mariage aura lieu très bientôt puisque la petite chienne de Liman a décidé de montrer son visage. —le digo en francés. Y una nítida carcajada sale de él.

—Je meurs d’envie de marcher dans l’allée avec toi mon amour, remercie Liman d’avoir accéléré le processus.

—Manténteme informando Emily.—dice cambiando al español.

—Por supuesto. Je t’aime. —le digo. Odio toda esa mierda de apodos raros, llenos de cursilerías, pero con Clyde no lo odio, una chica puede hacer una excepción cuando se trata de un buen hombre ¿no?

—Je t’aime plus fort. —me dice y sonrió como estúpida.

Me recuesto un poco en la baldosa del baño y miro al detalle la bonita sortija qué reposa en mi dedo anular.

—Por los mil unicornios. ¡EMILY! —Grita la rubia más colorida que he conocido.

—Señor bendito, dime por favor que eso es un anillo de compromiso. —pregunta mientras salta de la emoción. —me rio ante su emoción.

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