Remus Lupin

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El ministerio de magia investigaba formas de exterminar a los hombres lobos, ellos seguían pensando que eran un peligro para la comunidad. Una de las tantas pociones de pruebas que hicieron reacciono como un gas con un ligero color morado, casi invisible, y decidieron esparcirla por todo el mundo, sin tener en cuenta que afectaba de diferentes maneras y no solo a licántropos.

El ministerio creía que todos los licántropos eran descontrolados, y feroces, sin humanidad, pensaban que todos tenían el sentido de casar y atacar. Esos eran los hombres lobos que aparecían muertos en diferentes partes del mundo.

Un caso diferente era el de un estudiante con el problema de licantropía, Remus Lupin, un chico amable y tímido, sin el sentido de casar y atacar, sino mas bien con miedo a que alguien pase lo mismo que el por su culpa. Él fue uno de los únicos licántropos que no murió, pero constantemente, sentía un dolor insoportable, y una fiebre descontrolada por todo el cuerpo como si lo estuvieran arrastrando al mismo infierno.

Pero los licántropos no eran las únicas criaturas que tenían ese sentido, también los vampiros estaban muriendo, y como siempre también había excepciones y esos eran la familia Cullen una familia que ha decidido no atacar humanos, y vivir como vegetarianos, solo con sangre animal. Ellos por suerte no sienten ningún dolor físico, pero si unas ganas inmensas de sangre, ardiendo en su garganta.

Entre ellos, Larisa Ann Cullen, novia de Remus Lupin, una vampiresa vegetariana, piel blanca, ojos dorados, y cabello gris, con mechas negras, muy amable, pero con una piel congeladora, quien la tocara creería que le causaría hipotermia, es por eso por lo que siempre usaba un abrigo y guantes, aunque no los necesitara. El único problema es que Remus no sabía que su novia era un vampiro, hasta ahora.

Justo un día después de entrar a sexto agrado, donde Larisa estuvo todo el día en su trabajo como prefecta y organizadora del evento para los de séptimo, donde ellos pudieran disfrutar su ultimo año, solo hasta la noche, nota que Remus no apareció en ningún momento.

Decide ir hasta su dormitorio con un plato de comida solo para enterarse por sus amigos que no había salido de ahí en todo el día, adentrándose a la habitación se encuentra con su novio acostado en el suelo en busca de algo frio, temblando y sudando.

—Lobito... —susurra asustada antes de correr hacia el—. ¿Qué pasa? —Lo ayuda a pararse y sentándolo en la cama.

—No me gusta es que siento tanto dolor —Remus levando la cabeza, mirándola a los ojos, con una mirada de suplica.

—Muéstrame que te duele Remus... —Remus se quita su camisa y muestra que su cuerpo había cambiado, sus músculos se hacían más grandes de lo habitual, sus venas de sus brazos se veían mucho más. Larisa se quedé en silencio, asimilando todo su cuerpo, por primera vez en mucho tiempo se quita guantes y dirige una de sus manos a su piel.

Remus se estremeció, él siempre quiso sentir su tacto, sus manos que siempre estaban frías, pero nunca le dejo tocarlas, él no podía aguantar tanto dolor y se le salían las lágrimas.

—Mi tacto ayuda? —susurro en pregunta, Remus asiente, su cuerpo le había estado doliendo tanto todo el día. Larisa se alejó de él, quitándose su abrigo y zapatos, quedando solo en camiseta y falda, se acerca otra vez y se recarga en la cabecera de la cama.

—Ven aquí...

Con el dolor que sentía Remus, no quería moverse, pero no tenía otra opción, así que fue a sentarse cerca de su novia. Larisa lo tomo en sus brazos abrazándolo para quitarle la fiebre. Remus no podía creer lo que estaba pasando, el sentía como si de pronto todo el dolor desapareciera, en verdad el estar cerca de ella le hacía sentir bien y seguro, aunque no se lo dijera su cuerpo le daba un frio muy agradable, después de un largo rato donde Larisa lo abraso y beso su frente, hablo.

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