—¡Lee Rinho, te doy dos segundos para que vengas acá! —gritó la abuela de Rinho desde la cocina.
El pequeño cuerpo del niño de cabellos castaños se tensó a la vez que un escalofrío se hacía presente.
Se miró al espejo que tenía en frente y endureció su mirada. Con enojo y de manera brusca trató de quitar el cabello que no lo dejaba ver con claridad.
A pesar de pasar sus manos repetidas veces su fleco seguía reposando sobre su frente y sus ojos.El niño bufó rendido y fue corriendo donde su abuela.
Una casa enorme, con tantas habitaciones y salones que Rinho ni siquiera los conocía todos, unas cuantas chimeneas que se preguntaba si todas funcionaban, múltiples puertas por las cuáles no había entrado aún. Esta enorme casa seguía siendo un gran misterio para este niño tan, pero tan curioso como lo es Rinho y no podemos pedirle que baje sus niveles de curiosidad, nosotros de seguro actuaríamos si estuviéramos en su lugar.
A pesar de que el primer día que llegó aquí su abuela le dijo que esta era su casa y que se sintiera como tal Minho en su lugar siente que está en una prisión.
—¿Qué estabas haciendo? —le preguntó la señora Ong con una voz muy severa al pequeño niño frente a ella que temblaba del miedo.
—Estaba en el baño señora —le respondió Rinho como si fuera un soldado hablándole a su capitán.
—Te pregunté qué estabas haciendo no dónde estabas —exclamó la señora Ong cruzándose de brazos y repasando con la mirada a su no tan querido nieto —¿Qué tienes ahí?
—Unas tijeras señora —le respondió el pequeño. En el tiempo que ha estado viviendo con su abuela aprendió que le irá peor si le miente.
—¿Qué ibas a hacer con esa tijera? —indagó Ong.
—Quería cortarme un poco el fleco porque no puedo ver bien señora —admitió Rinho y estiró sus manos con la tijera sobre ellas mientras que su abuela lo fulminaba con la mirada.
—¿Por qué? Ya yo te había dicho que tu cabello se quedaría tal y como está —la señora Ong se masajeo la sien y suspiró tratando de encontrar algo de paciencia. —Vamos a cortar tu cabello entonces, ya que eso es lo que quieres.
La carita de Rinho se iluminó y sus ojitos parecidos a los de un gatito brillaron. Por primera vez su abuela cedía a algo y no lo castigaba ni gritaba.
—¿De verdad? Es que no puedo ver bien con el pelo así por eso mejor cortarlo, ¿Verdad que es mejor cortarlo? —habló Minho cuando su abuela agarró las tijeras con una mano y lo tomó a él con la otra.
—Tienes razón Minho, lo mejor es cortar el cabello. Pronto podrás ver mucho mejor, ningún cabello va a molestarte —le respondió su abuela actuando dulce y cariñosa.
Caminaron de la mano y en silencio hasta el baño de la habitación de Rinho.
El pequeño se quedó parado frente al espejo muy feliz mientras veía a su abuela acomodar las tijeras su mano.—Este pelo abuela, este es el que no me deja ver y me pica los ojos —le indicó Rinho a su abuela. —Algunas hadas tienen cabellos super largos, ¿Cómo harán ellas para que su cabello no les moleste?
—Deja de decir estupideces Rinho, las hadas no existen —lo reprendió su abuela con obstinación —Ningún cabello va a molestarte, ninguno —declaró la señora Ong y los ojos del pequeño se abrieron de par en par cuando su abuela cortó un mechón de cabello de la parte de atrás de su cabeza.
—Abuela ahí no es —señaló el pequeño con su voz temblorosa y solo sintió un tirón de pelo por parte de su abuela.
—Cállate la boca —le ordenó y Rinho obedeció apretando sus labios con fuerza para no hablar.
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CANASTILLOS DE PLATA ୨୧
Fantasy¿Y si la curiosidad nunca mató al gato sino que lo llevó a un mundo mágico? Un pequeño niño escapa, pero en vez de una madrastra malvada escapa de una abuela malvada y de la mente cerrada de los demás. Lee Rinho, un niño que ha sufrido una gran pér...