siete

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—¡No es momento para preguntas, corran! —Ordenó la pelirroja luego de manchar sus manos con la sangre de un ninja de kirigakure.

Corrimos nuevamente mientras nos perseguían. La misión se había tornado complicada y esto terminó con el secuestro de Rin. Logramos rescatarla pero... todo era muy confuso para ella, decía que sentía algo dentro de sí misma.

—Los ninjas de Kirigakure me usaron para una ceremonia. Una ceremonia especial. Pero perdí el sentido.

Los enemigos continuaban corriendo detrás de nosotros sin descanso. —Que persistentes son. —Susurre.

—Kakashi, puedo encargarme de ellos mientras te llevas a Rin. —Sugirió la Uzumaki y antes de que yo siquiera pudiese contestar...

—¡No puedo volver a Konoha!

—¿De que estas hablando?

—Kakashi, Hikari, tienen que matarme ahora.

—Rin, ¿que estas diciendo? —Cuestioné nuevamente

—¡Me están usando! Si vuelvo así... ¡puedo atacar Konoha! —Vi a Hikari jadear de la sorpresa a la par que ella lanzaba varios shurikens que acertaron en puntos vitales de dos ninjas.

—Prometi a Obito que te protegería ¡No podemos hacer eso! Seguro que hay otro método. Deben irse las dos, yo los detendré.

En ese momento pare mi paso para interceptar a nuestros perseguidores. —¡No Kakashi!

—¡Rin, vete!

—¡No!

En pocos minutos el lugar lleno de árboles ahora era un campo sin vida, mi ropa estaba llena de líquido carmesí y a mis lados decenas de cuerpo. La Uzumaki parecía no tener piedad con nadie, en sus manos había una especie de cuchillas verdosa y apenas rosaban al enemigo estos comenzaban a pedir ayuda desesperadamente.

Mi chidori atravesaba a cualquiera que estuviera en mi camino y tal vez esa fue mi maldición. Mientras corría hasta otro shinobi, el cuerpo de Rin se atravesó frente a mi.

—K-Kakashi...

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.
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Mire el las estrellas que comenzaban a aparecer en el cielo, producto de la noche, coloque mis manos detrás de mi cabeza como soporte, no esperaba estar cómodo, no cuando estoy acostado sobre un tejado de una casa cualquiera.

Mi mente era un alboroto, gritando si debía o no hacer lo que llevaba planeando estos últimos meses desde la muerte de Rin. Entrar a AMBU definitivamente me alejaría de ella. De Hikari, durante este tiempo había ido a mi casa casi a diario, exceptuando cuando tenía misiones. Sin embargo creo que estuve ocasionandole más daño de lo que podía.

Ha estado lidiando con mis cambios de humor, cada que soy grosero, cada que ignoro sus comentarios, y ni se diga de la frialdad con que respondo. Suena tonto, pero por más que quiera evitarlo y por más que me niege a aceptarlo, me enamore de ella. De cada gesto que hace, de lo mucho que habla, de esas cursilerias de las que habla Kushina-san.

¿Pero cómo protegerla si soy el peligro? Prometi a Obito cuidar de Rin y... Y eso terminó como la mierda.

Recordar la sensación de como mi brazo atravesó su cuerpo era horrible, durante meses me sentí depresimido y a pesar de no contestar ningún comentario de Hikari ella siempre estuvo ahí.

Aun cuando la muerte de Rin y la de Obito le habían dolido mucho más que a mi, quiero decir, no es que no dolieran pero ellos se consideraban entre sí mejores amigos.

Obito y Rin eran los mejores amigos de Hikari, ella los vio morir frente a sus ojos y auque estuvo semanas llorando y sin aceptar una sola misión, siempre me regalo esa tonta sonrisa.

Era egoísta manterla conmigo, egoísta por que me escondía bajo esa fachada de desinterés. Me aterraba perderla a ella también, podría pelear contra mil Shinobis y no estaría asustado en ningún momento, pero con ella todo era diferente.

Porque todo esto era mi culpa, Obito murió y las cosas pudieron haber sido diferentes si yo lo hubiera escuchado. Yo asesine a Rin ¿realmente tengo que explicar porque es mi culpa?

Y simplemente no quiero, no podría tolerar verla a punto de morir en sus últimos momentos de vida. No quiero y me niego a ello.

Soy un cobarde, porque durante todos estos meses simplemente he pensado en dejarla. Por eso he sido cortante, por eso la he alejado, pero en vista de que ella parece alejarse, únicamente me queda una opción.

Mi pecho dolía, mucho más que una apuñalada. Me dolía porque la dejaría ir. Soy consciente de que ella me quiere, y no quiero que descuide su vida por quererme. Quería que me odiara.

¿Cómo cuidas a alguien de ti mismo? Es doloroso, es una mierda, y para estas alturas preferiría que me odiara antes de lastimarla, ¿Qué si lo haría? Por si puesto, la conocía perfectamente, la había visto llorar y muchas veces seque sus lágrimas. Pero ¿quien las secaría está vez?

Me senté sobre el tejado pegando mis piernas contra mi pecho, mi corazón lo golpeaba fuertemente. Casi gritandome que no era la decisión correcta, que esto no cambiaría nada. Pero cuando la razón y los sentimientos pelean, debo de hacerle caso a la razón ¿no?

Incluso... Incluso Obito había cambiado ese tonto habito mio, el de seguir las reglas por sobre cualquier cosa, y ahora estoy aquí. Dejándome llevar por lo que decía mi cerebro y no mi corazón, siguiendo una norma tonta que yo mismo cree.

Protegerla aunque ello implique dejarla ir.

Es idiota, tonto, estúpido, llámalo como quieras.

Una lagrima finalmente descendió por mi mejilla, cuando mi decisión estuvo tomada.  No era muy tarde, ella acostumbraba a ir a esta hora a un pacifico lugar, cerca de un lago.

Mi corazón continuaba pidiendo clemencia, exigía que me retractara con todas sus fuerzas y comenzaba a doler como nunca antes.

Pero no había nada que hacer, mi cuerpo estaba actuando por si solo. Mordí el interior de mi mejilla antes de comenzar a saltar sobre los tejados y eventualmente sobre los árboles.

Hasta encontrarla ahí, jugueteando con el agua, la admire por minutos, sin que se diera cuenta por su concentración. Le hablaba a los peces sobre Obito y Rin. Escuche como dijo que iría a visitarlos, es decir a sus tumbas mañana.

Sonreí debajo de mi máscara, y finalmente decidí bajar.

—Hikari...

—¡Kakashi...! —Gritó girandose con un ligero tinte rosado en sus mejillas. —H-Hola.

𝐑𝐔𝐍𝐍𝐈𝐍𝐆 𝐀𝐖𝐀𝐘 - Hatake Kakashi. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora