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"Libros".

Su voz me irritaba, lo único que podía escuchar era a ella hablar y hablar por más de veinte minutos lo mucho que amaba la medicina, lo mucho que le gustaría entrenar con Senju Tsunade, la nieta del Shodai Hokage. Rodé los ojos mientras se carcajeaba con Obito sobre como sus entrenamientos estaban dando frutos.

Tampoco era como si pudiera girarme y lanzar una piedra contra su cabeza, pues el Sensei caminaba unos metros delante de nosotros, alerta. Porqué si, tuvimos que traerla a la misión. Y es de preguntarse, ¿por qué traeriamos a una niña que lloraría si su uña se rompe? Me pregunté lo mismo, hasta que mire el informe.

Encontrar un gato.

¡Encontrar un jodido gato! Y solo por una tarea tan simple teníamos que traerla. Si soy completamente sincero, me hubiera encantado hacer todo esto yo solo, sin embargo ahora estaba aquí, rogando por que se quedará en silencio por cinco minutos.

Parecía que nunca se cansaba de hablar, su voz era chillona.

Inhale aire antes de dar un paso hacia ella.

—Hikari. ¿No preferirías ir por un libro? —Pregunté con serenidad.

Vi en su cara una mueca, y creí que ella contestaría sin embargo dibujó una sonrisa sobre sus labios, una que no parecía de alegría.

—Tienes razón. —Ronroneo cerca de mi. —¿Sabes, Kashi? —Su apodo me hizo entremecerme, parecía como si pudiera sentir que me disgustaba. —Obito y Rin más tarde irán a la residencia de los Uchiha.

—Genial, me alegro por ellos. —Contesté con ironía caminando detrás del rubio.

—Minato-san tiene que hacer sus cosas de Jounin. —Le restó importancia. —Así que me preguntaba si podrías acompañarme a la biblioteca.

Apreté mi mano al rededor de mi kunai, esa niña solo quería fastidiarme, y esta vez no tenía la oportunidad de negarme. Hice una mueca de frustración debajo de mi máscara antes de asentir. —Bien.

—Gracias. —Susurró y como si fuera magia, luego de unos segundos volvió a hablar. —Ya podemos irnos, Minato-san. —Los cuatro nos giramos para mirarla con el gato entre sus manos, ronroneando de satisfacción por su toque.

—¡Eres muy rápida, Hikari-chan!

—¡Obito tiene razón!

Gritaron emocionados mis compañeros. Bah, como si fuera la gran cosa atrapar un gato. La sangre recorrió mi cabeza y me acerque para arrebatarle el animal antes de que volviera a escapar.

—¡Espera! ¡No se lo quites, Kakashi!

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A excepción de la Uzumaki y luego de dar reporte de misión al hokage, todos se habían ido a hacer sus deberes o lo que tuvieran que hacer. Por su parte, ella vendaba mi brazo luego de que esa bola de pelos me arañara en cuanto le puse las manos encima. Solo eran pequeños rasguños, nada de que preocuparse. Pero ahí estaba.

—Mis disculpas, Kakashi. No puedo usar muy bien ninjutsu medico, aun no tengo un buen control de chakra. —Negué levemente ante su explicación. Fue algo doloroso porque se encargo de desinfectar con alcohol la herida, de cualquier forma nada que no se pudiese manejar.

—No importa.

No me respondío, únicamente continuo haciendo lo suyo hasta que la tela llegó a su fin. —Por favor, antes de dormir cambia el vendaje. —Advirtió. —Podría infectarse si no lo haces.

—Entiendo. —Acepté, aunque estaba muy seguro de que no lo haría.

—Es todo, te veré mañana. —Entonces comenzó a guardar sus cosas en la pequeña bolsa que adornaba su cintura, la mire con curiosidad observando su largo cabello rojo. Casi igual al de Kushina-sama pero más oscuro.

Una vez terminó con eso la vi dirigirse en dirección a su casa. —¡Espera! —Llamé, se giró levemente para mirarme.— Dijiste que querías ir a la biblioteca.

Su expresión de confusión desapareció, sus ojos y labios se cuvaron para regalarme una sonrisa. —¡Oh, eso! No te preocupes por ello Kakashi, tienes que descansar. —Me levanté para cambiar su dirección.

—Esto no es nada, camina antes de que me arrepienta. — A pesar de estar delante de ella, estoy seguro de que sonreía como nunca.

Quizás se alegraba por que la acompañaría, pero después de todo era mi deber. Los Uzumakis están casi extintos en la actualidad, probablemente suena mal, pero es la realidad. Quedan pocas personas con su sangre, así que mi trabajo como shinobi es cuidar de ella, no lo hago por gusto.

O quizás eso intentaba decirme en ese tiempo. Debí moverme por mi impulso de actuar como un verdadero ninja, pero en ese momento no sabía lo que verdaderamente implicaba serlo, y tampoco tenía idea de lo que daría por que a ella no le pusieran ni un solo dedo encima. Y no por que fuera una niña importante para mi Sensei, o para la aldea.
Si no porque era importante para mi.

Unos minutos más tarde ella se encargaba de escoger varios libros, y me sorprendió escucharla decir "Ya lo leí" a los primeros 17 libros sobre historia ninja y naturalezas de chakra.

Finalmente se detuvo en un libro, las yemas de sus dedos rosaron el lomo qué tenía escrito "Dominando energía para sanar", guardé en mi memoria la forma tan graciosa en que intentaba alcanza el libro antes de acercarme para entregárselo.

—Gracias. —Susurró. —¿No quieres llevar algún libro, Kakashi? He oído que uno de los tres sanins legendarios escribió algo. —Me contó. —No recuerdo bien el nombre del libro.

—Meh, no tengo mucho tiempo para leer. —La vi fruncir el ceño.

—Si quieres leerlo algún día, me parece que el nombre es Icha... Icha algo. —Rasco su nuca, no parece ser muy buena recordando. —De igual modo, muchas gracias por acompañarme hoy. —Miró sus zapatos evitando mi mirada, para luego caminar hasta la bibliotecaria que parecía reconocerla.

—¡Muchas gracias, Hikari-chan! —Gritó la ancianita y más tarde, ambos salimos del lugar.

—Te acompañaré a casa. —Coloque un dedo sobre sus labios cuando estuvo a punto de replicar. —No me importa si no quieres.

De inmediato la vi sonrojarse hasta las orejas, entonces me di cuenta d emi atrevimiento. —¡No hagas eso, tonto!

—Lo siento. —Me disculpé para luego desviar la miranda y caminar. —Vamos, antes de que se haga más tarde. —Las estrellas ya habían surgido en el cielo, así que debíamos llegar a su casa.

No es muy bien visto ver a una civil con un ninja fuera de su casa tan tarde, no quería comentarios idiotas.

Así pues, prometio verme en el entrenamiento de mañana, Kushina-sama me ofreció quedarme a cenar, sin embargo me disculpe con ella porque tenía que perfeccionar mi nueva técnica, la cual aun no tenía nombre.

Y ese fue mi inicio hacia la perdición, la misma niña que en un principio me fastidiaba, paso a ser el salvavidas que me mantenía a flote.

𝐑𝐔𝐍𝐍𝐈𝐍𝐆 𝐀𝐖𝐀𝐘 - Hatake Kakashi. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora