CAPITULO II

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Shun llegó a la clínica veterinaria temprano en la mañana para organizarlo todo; le gustaba revisar la agenda y preparar los suministros antes que llegaran los pacientes, después tomaba el desayuno que siempre le preparaba su esposa. Con el ánimo habitual, se bajó del auto y entró. Se dirigió al consultorio y se extrañó al ver un montón de papeles sobre el escritorio y en el suelo. Entonces vio un bulto reposando sobre la mesa.

—¿Wang Yibo...?

Wang Yibo estaba allí, completamente dormido con papeles hasta la cabeza. Se aproximó con cuidado y lo observó de cerca, se le notaban unas tenues ojeras. A Shun esto le pareció demasiado extraño. Sabía que los jóvenes hoy en día tenían entusiasmo de sobra, ¿pero encontrarlo tan temprano?, ¿o acaso había dormido en la clínica? ¿Qué había pasado anoche?

—¡Hey! —Lo zarandeó hasta despertarlo—. ¡Yibo, despierta!

—¡Jiānguǒ! —Fue lo primero que Yibo dijo al despertar—. ¡Demonios, me quedé dormido! —exclamó.

—¿Qué? —Shun levantó una ceja.

—¡Shun, que bueno que llegaste! —contestó Wang Yibo con voz ronca, restregándose los ojos para después dirigirse con Shun a la sala de emergencias.

En ese momento apareció Mei-Ying por la puerta.

—¡Buenos días! —saludó ella con el buen humor de siempre, entrando a la clínica y echando un leve vistazo a las fachas del castaño—. Veo que no regresaste a casa luego que el joven Xiao se fue, ¿cómo está Jiānguǒ? —se preocupó.

Los tres llegaron a la habitación donde se encontraba la gatita. Wang Yibo se alivió que estuviera estable. Se encontraba dormida hecha bolita. Le acarició la cabeza y ella se dejó mimar. Yibo la miró enternecido.

—Buena niña —susurró con dulzura.

Shun, que seguía sin entender la situación, se inquietó.

—¿Me pueden explicar que sucede?

—Anoche nos quedamos una hora más con Yibo en la clínica y vino un joven con esta gatita de emergencia —explicó Mei-Ying—. Pobrecito, se notaba desesperado.

—Le diagnostiqué cálculos renales. La cirugía se realizará hoy al mediodía... —continuó Yibo sin dejar de mirar a Jiānguǒ con una preocupación que no pasó desapercibido por Shun.

—Pero... —inquirió Shun cada vez más interesado. Mei-Yin hasta ahora no había notado la cara de preocupación de Yibo. Shun tenía más experiencia y conocimiento al respecto.

Sin responder aún, Wang Yibo volvió a la oficina del consultorio y le mostró a Shun la ecografía, éste la estudió de inmediato y no pudo evitar soltar un silbido.

—Es grave... —sentenció Shun agobiando más la confianza de Yibo—. Ambas piedras se encuentra muy cerca del riñón. Es fácil dañarlo si no se tiene la suficiente habilidad, ¿estás seguro que quieres arriesgarte?

Wang Yibo se mordió los labios, un hábito que tenía cuando estaba nervioso o asustado; en este caso, ambos.

—Se lo prometí al dueño.

Mei-Yin soltó una risilla.

—¡Lo hubieras visto anoche, Shun! —dijo de pronto—. Se comportó como el típico héroe protagonista de las series coreanas frente a ese joven apuesto.

—¿Cómo?

—"Soy más joven que tú, así que tutéame" "Jiānguǒ estará bien, te lo prometo" —Mei-Yin comenzó a repetir las anteriores frases de Yibo haciendo que este se muriera de vergüenza.

Por una gatitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora