CAPITULO IV

65 7 1
                                        



La mañana siguiente Yibo continuó informando a Zhan sobre la salud de Jiānguǒ a través de mensajes de texto, fotografías y videos. Y, aunque la gatita era prioridad, siguieron mensajeándose con la idea de: "Me agrada tu forma de ser, quiero conocer más de ti"

Después de hablar de Jiānguǒ, hablaron de cualquier cosa; de cómo iba el día, de lo que estaban haciendo, de lo que comían, de cómo se sentían... De todo.

Al llegar la noche se encontraron en el cuarto de Jiānguǒ, que se había convertido en su lugar. Se pasaron la noche riendo, tomando té y comiendo galletas, compartiendo anécdotas de su niñez y planes a futuro, se dieron cuenta que juntos tenían la oportunidad de abrir sus corazones mutuamente sin ser juzgados por la otra persona. Cualquiera hubiera dicho que se conocían de toda la vida.

Mientras Zhan le platicaba de cómo estaba cerca de convertirse en jefe del departamento creativo, Yibo lo contempló con admiración. Había visto sus fotografías y trabajos, y no dudaba de su capacidad. Yibo le habló a Zhan de la escuela de medicina veterinaria, dejando a lado su mala experiencia en el amor, le habló de sus amigos, Woodz, Jackson Wang y Lay Zhang, de su sueño de tener su propia clínica y que ya estaba trabajando en ello.

Desde su fallido noviazgo no habían aparecido en su vida muchas ocasiones para sentirse cómodo con otra persona. Ahora, no obstante, sin esperarlo, Yibo se sentía diferente al lado de aquel hombre, que despertaba en él el deseo de volver a reír. Y reparó en que con Zhan era capaz de coquetear, algo que Zhan también percibía e imitaba.

El siguiente día, jueves, no fue la excepción. Los mensajes de buenos días eran esperados por ambos. La necesidad de saber del otro era innegable.

Aunque Shun y Mei-Yin también estaban en la clínica, se las arreglaban para permanecer a solas. Zhan se quedaba cuidando a Jiānguǒ y Yibo procuraba acompañarlo. Parecía que ambos no hacían más que explorarse mutuamente.

Yibo procuraba no sentirse cohibido a su lado, pero Zhan era un hombre tan sencillo y natural, que se le hacía fácil relacionarse con él. Se sentía fascinado por Zhan y por todo cuanto hacía, decía y pensaba. Jamás había conocido a alguien igual. Sin embargo, los traumas del pasado aún lo perseguían y tenía miedo a sus propios sentimientos.


CAPITULO IV


Mientras tomaba un frappuccino con un croissant de jamón y queso en la cafetería de la agencia aquella mañana de viernes, Zhan se mensajeaba con Yibo. Aunque lo intentaba, no podía evitar reír por sus ocurrencias y los memes que le enviaba. En eso Xuan Lu se sentó en su mesa frente a él con un sándwich y un jugo. Zhan se despidió por el momento de Yibo para enfocarse en desayunar con su mejor amiga.

—A-Zhan, ¿listo para hoy en la noche? —dijo ella con una dulce sonrisa.

—¡Sí, claro! —respondió Zhan con entusiasmo, pensando en el plan que tenía con Yibo. Habían acordado pedir pizza para cenar, algunas cervezas y ver una película en la computadora en el cuarto de post operatorios. Yibo iba a cerrar temprano la clínica.

Xuan Lu no dijo nada más, dando por hecho la salida al restaurante.

Al rato también se unieron a la mesa Zhuo Cheng y Ji Li.

—¿Y ese milagro que no estás prendido en el móvil? —preguntó Zhuo Cheng. Xuan Lu se sintió curiosa por la pregunta dirigida a Zhan.

—Sí, últimamente Zhan se la pasa hablando con alguien secreto —concordó Ji Li que también lo había notado—. Ya dinos, ¿quién es? —Trató de agarrar el celular de Zhan que estaba sobre la mesa, pero él fue más rápido y lo impidió, tomándolo con rapidez.

Por una gatitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora