Por una gatita

CAPITULO V

Zhan y los demás llegaron antes que Hai-Kuan al restaurante donde habían quedado, así que decidieron esperar afuera mientras tanto, sintiendo la leve brisa de la noche bajo las estrellas. Lu había jalado, literalmente, de la oreja a Ji Li por haberse olvidado de avisarle a Zhan con tiempo.

Zhan no dejaba de pensar en lo mucho que le gustaría estar comiendo pizza con Yibo, viendo la película que habían escogido juntos y después, quizás, platicar un poco más como ya se les había hecho costumbre, sintiendo aquella necesidad extraña de tocarse las manos o hacerse cosquillas. No dejaba de sentirse culpable por haberle cancelado, esperaba que Yibo aceptara dejarlo para otro día.

Tenía la mirada perdida cuando el auto de Hai-Kuan apareció. Después de esperar a que se estacionara, todos salieron a su encuentro. Por lo menos esperaba que el "famoso hermano de Hai-Kuan" fuera un chico agradable. No habría valido la pena si resultaba ser lo contrario.

—¡Buenas noches, lamentamos la tardanza! —dijo Hai-Kuan.

Zhan ni siquiera les prestó atención. Se dio la vuelta, a punto de dirigirse a la entrada del restaurante, convencido que sería una noche aburrida e insufrible, cuando escuchó una voz que se le hizo familiar, demasiado familiar.

—Buenas noches.

—Buenas noches —respondieron los demás.

—Chicos, les presento a mi hermano, Wang Yibo.

Zhan se dio la vuelta y cuando vio a Yibo sintió que su corazón se aceleraba. Era como si le hubieran devuelto la alegría de repente.

—¡Bo-di! —exclamó con emoción.

Yibo alzó la cabeza y sus ojos marrones chocaron con los de Zhan. No habría palabras adecuadas para describir aquel momento, eran demasiadas sensaciones mescladas, pero todas ellas eran de felicidad. Zhan lucía realmente deslumbrante esa noche. Su piel blanca de porcelana, pero siempre con un leve tono rosáceo en los pómulos.

—¡Zhan-ge!

—¡Bo-di!

—¡Zhan-ge!

Zhan se detuvo y le dedicó una risa risueña. Tenía las mejillas sonrojadas y sus ojos brillaban con una ansiosa llama llena de vida.

Un silencio incómodo invadió el ambiente. En medio de la confusión generada por aquel efusivo saludo, Hai-Kuan reparó en algo.

—¿Ustedes dos ya se conocían de antes?

Solo hasta entonces, la burbuja en la que se encontraba aquel par se rompió, y volvieron a la realidad.

—Por supuesto que sí, él es el veterinario que salvó a mi Jiānguǒ —contestó Zhan—. Es muy bueno en lo que hace. El mejor diría yo.

Yibo se ruborizó ante las halagadoras palabras de Zhan.

—Qué interesante —dijo Lu, sinceramente interesada.

Zhuo Cheng y Ji Li entendieron porque su amigo se la pasaba enviándole mensajes. El chico era realmente una belleza misteriosa y distante.

Yibo se percató de que aún no se había presentado. Les tendió la mano y, una vez hechas las presentaciones, entraron al restaurante.

Yibo y Zhan siguieron a los demás sin dejar de reír y bromear, cuchicheando entre ellos, como dos niños pequeños. Lu, Ji Li y Zhuo Cheng lejos enojarse, se alegraron de que Zhan cambiara su estado de ánimo. Sabían que había estado un poco cabizbajo al inicio y se alegraron mucho al verlo platicar con tanto interés con Yibo, que les pareció un chico agradable aunque apartado, atractivo, de una edad razonable y que, además, parecía disfrutar de la compañía de su amigo.