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Klaus era un traidor nato, y Eyra lo sabía mejor que nadie, pero no por esa razón se esperaba que fuera a abandonarlas a Rebekah y a ella en Mystic Falls mientras él se iba de aventura por los Alpes a buscar lobos a los que convertir en híbridos.
Lo bueno de la situación es que, al menos, no tenía la daga insertada en el pecho. Si, había sido abandonada por Klaus, no tenía donde quedarse, y nadie les daría hospedaje amablemente, pero no era el fin del mundo.
— Es una mala idea. —opinó Eyra en cuanto Rebekah y ella se detuvieron en frente de la puerta de la casa de los Salvatore.— No nos dejaran quedarnos.
— No necesitamos que nos dejen, nos quedaremos igual.
Rebekah llamó a la puerta y al cabo de unos segundos esta se abrió, revelando a Damon con cara de pocos amigos. La mayor de las hermanas entró en la casa seguida de la menor.
— ¿Dónde está Stefan? —exigió saber Rebekah.
— ¿Quiénes sois vosotras? —preguntó confuso el pelinegro.
Una leve carcajada salió de Eyra en cuanto divisó a Stefan, el cual observaba jugar a unas mujeres al Twister plácidamente. Rebekah se dirigió hacia el.
— Nos ha dejado aquí. Mi hermano nos ha dejado aquí. —se quejó a Stefan.
— Perdona. Por tu tono diría que esperas que me importe. —hablo el castaño claro.
— Oh, oh. —Eyra puso una mueca ante el desinterés de Stefan mientras dejaba sus maletas en el suelo, después se acercó a Damon, ignorando a su hermana y excuñado.— Soy Eyra.
El vampiro la miró de arriba a abajo, Eyra levantó las cejas sonriendo ladinamente.
— ¿Eres una de las hermanas de Klaus? —pregunto, pero parecía más una afirmación.
La rubia asintió.
— Ella es Rebekah. —señaló a su hermana, quien se giró.
— ¿Cuáles son nuestros cuartos? —dijo la nombrada.
Stefan rio.
— No puedes quedarte.
Rebekah pasó la mirada entre los dos hermanos.
— Maleducados. Los dos.
— Hombres teníais que ser. —añadió Eyra por simple gusto.— Pero tranquilos, ya encontraremos las habitaciones nosotras.
La rubia menor cogió sus cosas y pasó por el lado del pelinegro, guiñándole el ojo en el proceso.
. . .
Klaus había dejado instrucciones que había que seguir. A Stefan le había encargado vigilar a Elena, y a Eyra y a Rebekah cuidar de Tyler.
Eyra ya había cumplido por ahora, le había entregado una bolsa de sangre al híbrido para que se alimentase, también ordenado por Klaus, y ahora se dirigía a su primera clase, historia.
