Capítulo 4.

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Es el gran día.
Ayer, luego de que Emma se fuera, pase gran parte de la tarde y la noche pensando. ¿De verdad quiero ir a esa fiesta? ¿Valía la pena ir? . Ya lo tenía todo planeado, mis padres se irán de viaje de negocios esta misma tarde, me bañaría y prepararía para en la noche poder fugarme. Sería cosa fácil, sé la contraseña central que manejamos en toda la casa, la ubicación de los 6 guardias de seguridad que cuidaban mi casa, las 4 muchachas se irían a sus respectivos cuartos a las 8, sabía que Roxy tenía el día libre, desde la noche pasada se había ido; mis padres, a pesar de que me advirtieron y prohibieron ir a esa "fiesta dominguera" confiaban lo suficiente en mí para quedarme sola en la casa. No era la primera vez que me quedaba, pero si sería la primera vez que los desobedecería.

-Mi amor, te queremos mucho. Pórtate bien y te llamamos en cuanto lleguemos a tierra.- mamá se despedía de mi como si jamás me volviera a ver en su vida, solo eran dos días sin vernos, han llegado a pasar incluso dos meses y no se despedía así. Los nervios comenzaban a hacerme dudar, ¿Sabría algo de mi plan?
-Ya corazón, se nos hace tarde.- como siempre mi papá restaba importancia a la demostración excesiva de cariño de mi madre hacia mí, lo cual agradecía.- Princesa, ¿Qué quieres que te compre en Francia?.
-Papi, cómprame lo que tu quieras, lo que creas que me gustaría.- siempre me traía recuerdos de todo lugar al que iba, era su princesa.
-Eres muy tramposa Eva, sabes que tu padre te traería Francia de ser posible, y eso te encantaría.- se mofó mi madre.
-No me des ideas mi amor.- tenía unos padres excelentes, pero ellos estaban a punto de tener una hija problema.
-Bueno mi amor, disfruta lo que resta del fin de semana.- eso pienso hacer.
Ambos me dan un beso y se suben al auto, donde ya el chófer los espera. Los veo desaparecer de mi vista y entro a casa.
Subo corriendo las escaleras caracol de la sala y casi tropiezo por el corredor antes de entrar a mi cuarto. Escucho que una de las muchachas me pregunta qué quiero de comer y rápidamente contesto que una ensalada, el vestido que voy a usar es demasiado pegado y provocativo, me quiero ver perfecta.
Voy directo a mi baño y comienzo a quitarme la ropa y abro la ducha, elijo una temperatura tibia y enseguida la puerta corrediza de vidrio se empaña, entro en ella y soy recibida por un rocío ligero de agua que me sienta perfecto.
Cuando termino de bañarme me visto con un jersey negro por debajo del vestido, una playera lo suficientemente grande para que dos Evas entren en ella, cubre el vestido a la perfección. Las zapatillas se encuentran dentro de una bolsa negra para cambiarme afuera, y con el pelo alisado me hago una coleta alta, ¡Lista!

Al bajar las escaleras y entrar a la cocina me doy cuenta que no hay nadie en la casa, estoy sola. Sé que tengo la culpa, son las 8:36 y el servicio se ha ido a dormir, los guardias en sus puestos y mis nervios son tan grandes que ni siquiera tengo hambre de ensalada, opto por dejarla en el refrigerador y comenzar de una vez con mi plan, casi eran las 9 y yo no había hablado con Nico.
Nada. He intentado 5 veces y nada. Bueno, pues le he dejado un mensaje de voz muy despectivo, "si no vienes a las nueve en punto, ni siquiera me llames", aunque conociéndolo sé que vendrá a las nueve con cinco o algo así. Siempre iba retrasado en todo, citas, fiestas, eventos, clases, cumpleaños y claro, nuestros mesi-versarios. Pero ya no tenía que pensar en eso, era la hora de comenzar.

Ocho cincuenta. Salgo por la puerta trasera luego de haber puesto la clave en el sistema y programarla para que se active en 10 minutos, rodeo el jardín trasero y me aseguro de que nadie me vea cuando salgo por la puerta donde todas la noches, excepto hoy, sacan la basura.

Aprovecho la oscuridad de la hermosa noche para deshacerme del jersey negro y la gran playera, me aliso el vestido y comienzo a correr dos calles hacia abajo, por el parque donde quedé con Nico. La calle está realmente sola y se escucha el sonido que produce el viento, resoplando con intensidad, lo cual provoca que mis dientes castañeteen y mi piel duela. De pronto veo una camioneta negra acercarse, ¡por fin!, ya me hacia mandando a Nico a freír espárragos, veo la hora en mi celular y me doy cuenta que ha sido extrañamente exacto, son justamente las nueve.

Entonces se desarrolla una escena demasiado rápido frente a mi, veo como bajan cuatro personas vestidas de negro, siento como dos de ellas me toman por las extremidades a cada lado, comienzo a patalear y solo consigo golpearme con el sube y baja en el que estaba recargada, los nervios me invaden y una tercera persona me cubre con una manta oscura la cabeza y parte del pecho mientras yo lloro de frustración, son demasiados y yo muy débil. Escucho una voz de hombre, tal vez un poco más jovial que el resto de murmullos que logro percibir, y la última cosa que escucho antes de caer desmallada en lo que creo es la camioneta es: <<Por favor, tranquila, no intentes luchar>>.

Síndrome de EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora