Tengo mi colección de fuegos. Tengo uno de Malibú, allí la cera del decenol se mantuvo ardiendo desde el año 53 antes de Cristo. Si vieran qué hermoso arde cuando baila sobre mi palma, el hilo azul que derrama en su danza, se estira, se abandona, y luego, se torna roja lava, como los ríos del alma. También tengo uno de Corainoa, una espina de sol clavada en un espejo de agua. Tengo un sol de ceniza. Tengo: la eternidad en llamas!
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Me hacías tanta falta, SOLEDAD - poemas para enviar a la hoguera
Thơ caSoy el cuerpo tiznado de caricias, el alfarero del infierno que moldea con su sangre un crepúsculo nuevo, me dejo lamer porque prefiero, la lengua tibia y roja y ese silencio tuyo y mìo, bailando alrededor de la ceniza.