Capítulo 2: La danza de las máscaras.

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En aquel cuarto teñido de colores pálidos y fríos, el aire continuaba sintiéndose denso. Por lo que Hyerim se despertó apenas la luz matutina que se filtraba de manera vertical por las cortinas tocó su rostro. A su lado, Minho aún dormía, completamente ajeno a la tormenta de emociones que los acompañaban a ambos. La noche anterior dejó pequeños cortes invisibles en el corazón de Hyerim, pero como muchas otras veces, optó por esconderlas bajo lo común y la falsa normalidad.

Se levantó con cuidado, deslizándose entre las sábanas tratando de no despertar a Minho, y se dirigió al baño. Mientras el agua de la ducha caía, las lágrimas se unieron a ella pasando desapercibidas, un silencioso recordatorio de la fragilidad de su autoestima. La cual, la acompañaba desde que tenía uso de razón.

Al salir del baño, un aroma bastante delicioso se filtró por sus fosas nasales, Minho ya estaba en la cocina preparando el desayuno. En cuanto llegó con él, pudo ver como su rostro mostraba una mezcla de cansancio y distracción, como si la conexión emocional con ella fuera solo un tenue y desgastado hilo.

Lee Minho:
– Buenos días, cariño. ¿Dormiste bien? – Preguntó con una sonrisa encantadora, pero sus ojos no reflejaban sinceridad en absoluto.–

Hyerim forzó una sonrisa y asintió. La danza de las máscaras continuaba.

Desayunaron en silencio, una rutina que se había vuelto más común con el pasar de los días. Minho, absorto en sus pensamientos, apenas notó el esfuerzo de Hyerim por actuar como si nada hubiera pasado. Tampoco es que fuese a interesarle notar esfuerzos o logros ajenos.

Después del desayuno, Minho se despidió apresuradamente, mencionando una reunión importante en el trabajo. Hyerim, quedándose sola en el apartamento lujoso pero solitario, suspiró. El ciclo se repetía: Momentos de tensión seguidos por efímeros momentos de ternura.

Decidió ocupar su día con actividades que usualmente solían brindarle alegría. Se sumergió en su pasión, el diseño de modas, buscando refugio en la creatividad que tanto la caracterizaba. Mientras cortaba y cosía telas en el cuarto al cual ella llamaba taller, su mente divagaba hacia la noche anterior.

La puerta se abrió y Minho regresó a casa, llevando consigo un aura de cansancio y desatención. Hyerim lo recibió con una sonrisa, como si no hubiera heridas que sanar.

Lee Minho:
– ¿Cómo fue tu día? – Preguntó mientras se dirigía a la sala.–

Hyerim:
– Fue productivo, gracias. ¿El tuyo? – respondió cuidadosamente.–

La conversación fluía normal, pero Hyerim sabía que ahora existía una brecha creciendo entre ellos. Cada palabra, cada gesto, parecía ser todo parte de un guión preestablecido el cual ambos seguían en automático. La conexión genuina se perdía en el laberinto de las máscaras que ambos llevaban.

La noche llegó, y con ella, la cena. Hyerim, nuevamente, se esforzó por impresionar a Minho con sus habilidades culinarias. La mesa estaba dispuesta con su típico y propio toque de elegancia, pero la sombra de la cena anterior persistía y arrastraba consigo el mantel, los floreros, y cada costosa vajilla.

Lee Minho:
– Huele bien. Gracias por esto.– Comentó, pero su tono era más una formalidad por compromiso, que una expresión sincera de gratitud.–

A medida que avanzaba la cena, la atmósfera se volvía más densa. La charla superficial no podía ocultar la verdad que ambos evitaban enfrentar. Hyerim, aunque deseaba desesperadamente la aprobación de Minho, también anhelaba autenticidad. Aquello que tenían meses atrás, y que ahora parecía esfumarse.

Después de la cena, Minho se retiró a su espacio de trabajo, y Hyerim quedó sola en la silenciosa sala. La dualidad de su relación la envolvía como una sombra persistente que desgarraba los rincones de su alma.

- METAMORPHOSIS - Lee Minho, Kim Hyerim.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora