Un granjero bastante callado se ha mudado a el Pueblo pelícano, concretamente a la granja que le dejó como herencia su abuelo.
El granjero decide conocer a sus nuevos vecinos pero nunca pensó que alguien viviría en la playa hasta que uno de sus anim...
La mañana pasaba con tranquilidad, ordeñar a las vacas, recolectar huevos, regar los cultivos, vender los productos, recoger la basura, crustáceos o moluscos de las trampas para cangrejos y comer algo para recuperar energías... Todo iba bien.
El granjero se topó con una langosta en una de sus trampas para cangrejos y la sacó, mirándola con cuidado, había oído que Elliott, el hombre que conoció hace bastante, amaba a esos animales así que decidió que sería buena idea regalársela. Él tocó la puerta, esperando a que el pelirrojo abriera y cuando eso sucedió, el granjero extendió al animal frente a Elliott, el hombre se rio entre dientes y tomó a la langosta.
-Y/N, ¿cómo sabías que este era mi regalo favorito? ¡Gracias!
El muchacho solo asintió y se retiró en silencio, aún estaba demasiado nervioso como para hablar.
El granjero podía sentir como su corazón latía con fuerza contra su pecho, creía que solo era su ansiedad pero se sentía como algo más... Se sentía bien esta vez. Este pelirrojo de 32 años lo hacía sentir como nunca antes un muchacho de su edad logró hacerlo, podía sentir como se le formaba un nudo en la garganta al solo pensar en ese hombre... Se sentía mareado...
Tal vez solo necesitaba a alguien mayor para que aliviara sus pesares, que sostuviera su mano... Que quitara el peso de sus hombros... Que cumpliera sus más secretos y calientes deseos... Alguien que lo amara por quién era...
