Capítulo 1

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Las sombras que producían las bestias aladas alertaron a los habitantes del pueblo. El, como hijo del líder, debía ignorar su preocupación y mostrarse seguro ante su gente, pero estaba igual de desconcertado que el resto. No era usual recibir visitas de clanes externos y en definitiva estos no pertenecían al mar.

Sin esperar a encontrarse con sus padres, decidió adelantarse para recibir a los extraños en lo que trataba de relajar la exaltación de los que se iban reuniendo al borde de la playa diciéndoles que no había indicios de ataque.

— Ao'nung, ¿sabías algo de esto? — Su amigo lo alcanzó, siguiéndolo por detrás aprovechando el espacio que dejaban para que pasara el futuro líder.

Él apenas pudo negar con la cabeza cuando todo a su alrededor se detuvo. Durante el descenso de las bestias pudo divisar al ser más bello que había visto en su corta vida.

Un chico más o menos de su edad, piel azul oscuro, flaco, demasiado flaco, pero con una complexión firme y típica de un guerrero que mantiene un entrenamiento constante y disciplinado. Una cola muy fina y antebrazos para nada anchos.

Na'vi del bosque, recuerda haberlos visto hace mucho tiempo, cuando era un niño. Sin embargo, no recordaba que fueran tan bonitos como el chico frente a él.

Rotxo lo codea. Parece decir algo divertido que no alcanza a escuchar porque está muy concentrado en na'vi de cabellos trenzados, pero es inmediatamente detenido por un golpecito de su hermana quién lo regaña.

Qué asco. ¿Quién era ese feo que se asomó por la espalda del chico bonito?

Y para rematar tenía la osadía de hacerle ojitos a su hermana.

Ah, no. Olvidenlo, ahora había sido atrapado por la sonrisita del chico gracias al feo. Perdonado.

— Sus habilidades serán inútiles aquí. — Escucha salir de los labios de su madre. — Uturu no se les puede ser concedido.

Salió de su ensoñación mirando a su alrededor. En algún momento sus padres habían llegado e iniciado un diálogo con los recién llegados y no parecía ir para nada bien.

Estaban al tanto de que en el bosque se desarrollaba una guerra contra la gente del cielo. Que el líder que comandaba las fuerzas del pueblo del bosque y su familia estuvieran aquí no eran buenas noticias. Conocía la historia, Toruk Makto era una persona del cielo antes de dejar todo para convertirse en parte de los hijos de Eywa, lo más probable era que buscaran vengarse por su traición. Y si volaran hasta una zona completamente diferente a sus hábitat era porque buscaban el lugar menos pensado para esconderse.

Esconderse.

Estaban huyendo. Es decir que hay una amenaza mayor, una que ni el elegido de la gran madre podía enfrentar, obligándolo a ocultarse en un pueblo extraño.

Objetivamente, no era una muy buena idea dejarlos quedarse. Si llegaran a descubrir su ubicación podrían tomar represalias contra su gente. Pero, aún así...

Volvió a mirar al chico, su piel estaba algo quemada, estaba cansado, sediento y aún así portaba una postura firme. Calmaba a sus hermanos, diciéndoles entre susurros que todo estaría bien.

— Nosotros tampoco queremos guerra. Solo quiero mantener a mi familia a salvo.

Miró preocupado en dirección a su madre. Usualmente la decisión se tomaría en base a lo que pensara la Tsahik pero, a pesar de su palabras, ella parecía estar debatiéndose entre sí dejarlos quedarse o echarlos. Intercambiando miradas con su padre, en su extraña y propia manera de comunicarse.

𝕃𝕠 𝕢𝕦𝕖 𝕕𝕖𝕤𝕖𝕠 Aonunete PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora