Capítulo Diecinueve: Casémonos

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Holaaaaaaaaaaa perdón por las faltas de ortografía, y los amo mucho 💞💞💞

Colin

»Sus labios no dejaban de besar los míos mientras nos tirábamos en el pasto de un parque frente a unos departamentos. La verdad, no estoy seguro de cómo llegamos ahí, solo me dejé guiar por su mano.

Me separé un poco para mirarla; la luz de la luna iluminaba sus ojos, haciendo que se vieran más azules. Pasé una mano por su rostro, apartando mechones de su cara para admirar mejor lo linda que se veía.

—¿Qué tanto me miras?

Su sonrisa era tan linda que tan solo verla hacía que mi corazón latiera más rápido, robándome una sonrisa.

—Eres hermosa, en verdad muy hermosa.

Borró la sonrisa de su boca al escuchar mis palabras y se puso seria, negando con la cabeza.

—La gente siempre me dice eso, luego meten dinero entre mis pechos para que me acueste con ellos —bajó la mirada—. Odio que se acerquen a mí solo por sexo.

—Estoy tirado en el pasto, bastante ebrio. Si quisiera acostarme contigo, ya lo hubiera hecho —puse la mano en su barbilla para que me mirara—. Eres hermosa, y no solo te lo digo por sexo.

—No dirías lo mismo si supieras lo que hice —susurró—, no estarías aquí si me conocieras.

—No me importa —dejé un corto beso en sus labios—, yo quiero estar aquí contigo sin importar qué —una idea loca me cruzó por la cabeza—. Quiero que vengas conmigo a Nueva York... Como mi esposa.

Sus ojos se abrieron, sorprendida.

—Dime que estás bromeando.

—Nunca estuve más seguro de algo en mi vida. Quiero casarme contigo en Nueva York.

Sus ojos brillaron con ilusión, sonrió rodeando mi cuello con sus manos de la manera más linda. Estaba muy ebrio, pero en verdad quería llevarla conmigo, hacerla feliz y darle todo lo que se merece.

Tratarla como una reina.

Había tenido una conexión especial con ella desde que Chris la llevó a la mesa. Sus ojos me dejaron cautivado, la forma en la que hablaba; parecía que no le importaba decir cosas incoherentes o levantar mucho la voz llamando la atención cuando se emocionaba.

—¿No te arrepentirás de esto mañana? —negué—. Necesito que sepas algo antes de casarnos.

—Creo que necesito saber mucho sobre ti, lo único que sé es que te amo, y con eso es más que suficiente para casarnos.

Se paró desabrochando su vestido y lo dejó caer, quedando en ropa interior. Sus curvas eran perfectas, sus pechos eran redondos y grandes, solo cubiertos por un sostén azul. Bajé la mirada; su abdomen no tan plano, y unas piernas rellenas. Era la mujer perfecta, tal vez no para otros, pero ante mis ojos era la más hermosa.

Tenía que ser mi esposa.

Era raro que se desnudara en medio de un parque, pero es Ámsterdam, la ciudad más liberal.

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