Capítulo Veintiuno: Pesadillas hechas realidad

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Katherine

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Katherine

Cuando dijeron que era una fiesta, imaginé otra cosa. Aquí todos tenían largos vestidos y caras largas. Los millonarios tenían un concepto muy diferente sobre las fiestas al que yo tenía.

Cole abrió la puerta del auto como todo un caballero, dejó un casto beso en mis labios llamando la atención de todos. Cada paso que dábamos era seguido por sus miradas.

—Todos nos miran —susurré, apretando más su mano.

—No, cariño —me dedicó una sonrisa—, todos te miran a ti.

Mis labios se curvaron con una expresión coqueta.

—Pero a mí solo me importa que me mires tú —me puse de puntillas para dejar un beso en su mejilla—. Me compré este vestido solo para que puedas quitármelo.

Llevaba un vestido largo color azul, de mangas caídas y abierto de una pierna. Se ajustaba a mis curvas, haciéndome lucir una figura más voluptuosa y sexy.

—No me puedes decir eso en medio de una fiesta —trató de verse normal, pero su voz ya se escuchaba ronca—, ahora tengo la necesidad de llevarte al rincón más oscuro y follarte.

Una oleada de calor recorrió mi cuerpo. Lo miré de reojo soltando un suspiro por sus palabras que me hacían arder la piel. Nuestra conversación erótica fue interrumpida antes de comenzar por un señor; tenía el pelo repleto de canas, igual que la barba. Lucía un traje que hacía resaltar sus ojos cafés.

—¡Colin Miller! —exclamó con una sonrisa—, cuánto tiempo sin verte.

—Señor Rick, qué gusto volver a verlo —le extendió la mano para luego dirigir la atención hacia mí—, ella es mi esposa, Katherine.

—Un placer —me estrechó la mano—. Steven me ha hablado mucho de ti, está encantado con que seas la esposa de su nieto favorito.

«Objetivo logrado»

No pude evitar sonreír más orgullosa.

—Pues yo no estoy tan encantada, pero es lo que me tocó —bromeé, haciéndolo reír a carcajadas.

Cole mantenía una sonrisa mientras me miraba ofendido. Ahora soy yo la que suelta una risa por sus gestos.

—Bienvenidos, tomen asiento donde quieran —puso una mano en mi hombro—. Tú y yo tenemos que conversar en un rato; estoy seguro de que tendremos una charla muy divertida.

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