𝒇𝒊𝒓𝒔𝒕 (いち)

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"Park Jihyo

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"Park Jihyo... es como la luna, hermosa, fría e inalcanzable"

Sana suspiró profundo, mostrando una sonrisa al terminar de escribir esa corta frase en su cuaderno y luego lo abrazó contra su pecho con emoción.

—¿Y siempre llevas esa libreta contigo, Unnie? —preguntó Chaeyoung.

—Sí, es mi cuaderno de frases, poemas y pensamientos, no sabes lo mucho que significa para mí.

—Ya veo... —Chaeyoung asintió mirando al exterior del auto. Llevaban estacionadas aproximadamente quince minutos fuera de un edificio con muchas personas alrededor—. Unnie... ¿qué hacemos aquí? Me dijiste que me traerías al cine y aquí no es.

—Esto es aún mejor Chaengie, mi escritora favorita está presentándose aquí para una entrevista, lo twitteó su representante —comentó Sana sacando un sobre blanco de su bolso—. Es la oportunidad perfecta para darle mi carta, ella tiene que saber de mi existencia.

—Unnie... —Chaeyoung la miró con pena—. No es la primera vez que intentas darle una carta a la escritora Park, pero debes entenderlo, ella no recibe cartas de sus fans, ella odia eso.

La sonrisa de Sana decayó. Era cierto, Park Jihyo no recibía cartas ni mucho menos regalos de ningún tipo. También era cierto que le gustaba mantener su perfil bajo, no tenía redes sociales y las pocas veces que se dejaba ver en público, era cuando sacaba un nuevo libro. Agradecía bastante a su representante, que era quien subía fotos de ella de vez en cuando.

—Ella no va a rechazarme, porque no se la daré yo directamente.

—¿Ah no? Entonces... ¿me enviarás a mí a dársela, Unnie?

—No, tengo una idea mejor, ¿Ves aquella furgoneta negra de ahí? —Sana señaló con una de sus manos y Chaeyoung asintió con la cabeza sin comprender—. Es de ella.

—¿Cómo lo sabes, Unnie?

—Fácil, todos los idols, actores y celebridades viajan en una de esas y es la única que está aquí. Estoy segura de que ese es el transporte de la escritora Park.

—Unnie, ¿qué vas a hacer? —preguntó Chaeyoung observando como Sana guardaba sus cosas dentro de un pequeño bolso que colgaba a su costado, después vió como se cubría la cabeza con el gorro de su holgada sudadera color lila—. ¿Unnie?

—Necesito tu ayuda Chaengie, necesito que distraigas a los demás seguidores para que no se den cuenta de que forzaré la puerta de la camioneta —Chaeyoung negó rápidamente al escuchar el riesgoso plan—. Tan solo entraré para dejar la carta y luego saldré, ella la encontrará ahí cuando se suba a la furgoneta.

—Debe haber cámaras aquí, ¿y si llaman a la policía? ¡No! De ninguna manera, podrían enviarte a prisión, no lo hagas Unnie.

—Yo asumiré toda la responsabilidad, nada que una fianza no pueda pagar —murmuró Sana entregándole las llaves de su auto a la menor—. Toma, por si las dudas, para que tengas como volver a casa.

—P-pero... Unnie, no sé manejar, no tengo licencia de conducir.

—No creo que sea necesario que aprendas hoy, esto será rápido, vamos ayúdame, tengo que dejar la carta en la furgoneta antes de que Park Jihyo salga de la entrevista.

Sana salió del auto, del mismo modo en que la coreana, aunque todavía no estaba del todo convencida, no pudo decirle que no a su mayor.

Chaeyoung se unió entre la multitud, mientras de reojo veía como Sana se acercaba a la camioneta.

—¡Auxilio! —gritó la coreana llamando la atención de todos los presentes—. ¡No puedo respirar! ¡Ayuda!

Sana miró como Chaeyoung se tiraba al suelo con las manos sosteniendo su cuello. Pronto las personas la rodearon en un círculo intentando auxiliarla y ella aprovechó rápidamente la distracción para botar el seguro de la puerta gracias a un pequeño truco que había aprendido hace tiempo, pues al ser tan despistada, a veces olvidaba las llaves dentro de su auto.

—¡Bingo! —murmuró Sana al lograr su cometido. No esperó más para abordar. Sus ojos escanearon varias maletas acomodadas en la parte trasera. En los asientos del frente se encontraban unos lentes, unos audífonos inalambricos, una laptop y un par de libros afilados. No podía creer que estaba dentro de la camioneta de Park Jihyo, su escritora favorita y amor platónico, a la que dedicaba todos los poemas que escribía en su pequeño cuaderno especial.

Tardó un tiempo mirando las cosas del interior, quizás más del tiempo debido.

Luego de unos minutos, colocó su carta entre las hojas de uno de todos los libros y cuando se dispuso a salir, se dió cuenta de que ya no podía. Escuchó los gritos de las personas a unos cuantos pasos de ella y eso solo significaba una cosa.

Jihyo entraría en la furgoneta en cualquier momento y ella estaría perdida. Además de que posiblemente la demandarían por forzar la cerradura de su camioneta, también Park la odiaría por invadir su privacidad de esa manera.

Pensar en lo último hizo que los ojos de Sana se llenaran de lágrimas. Lo único que le quedó por hacer fue acomodarse en uno de los asientos traseros, a la espera de lo peor.

Al final, quizás todo valdría la pena. Estaría en graves problemas, pero al menos podría mirar a Park Jihyo a los ojos. Esos hermosos ojos color ámbar que la hacían suspirar en sueños.

La puerta del copiloto fue abierta, alguien entró. Sana se mantuvo en silencio y sin mover un solo músculo en la parte trasera. Segundos después, alguien más abordó el asiento del piloto.

—Muy mal Jihyo, no te costaba nada sonreír un poco a las personas que esperaron por ti desde antes que llegaras a la entrevista.

—No me regañes Nayeon, yo no les pedí que vinieran.

Sana se quedó sin habla al escuchar esa voz tan de cerca. El melodioso timbre de su voz era música para sus oídos. Sin hacer mucho ruido, sacó su pequeño cuaderno de poemas y comenzó a escribir en silencio.

"Tuve la dicha de escuchar tu voz tan de cerca, y de pronto ya no importaba el sonido de la lluvia, ni los acordes de mi canción favorita".

Sana suspiró abrazando el cuaderno a su pecho. Su corazón bombeaba de alegría, tanto que por un momento olvidó que aún estaba escondida en la parte trasera de la camioneta de su escritora favorita.

—Ya hablaremos después sobre tu cuestionable comportamiento Jihyo, ahora colócate el cinturón, ya nos vamos —comentó Nayeon con seriedad.

—Bien —respondió Jihyo de mala gana.

La camioneta se comenzó a mover y Sana maldijo por lo bajo, ¿ahora cómo saldría de ahí?

La camioneta se comenzó a mover y Sana maldijo por lo bajo, ¿ahora cómo saldría de ahí?

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Gracias a Yessi_MO por nuevamente permitirme adaptarle. Vayan a darle apoyo :>

Koi no Yokan Ꞝ SahyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora