𝒕𝒉𝒊𝒓𝒕𝒆𝒆𝒏𝒕𝒉 (じゅうさん)

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Hoy se cumplieron diez días desde que Sana abordó la camioneta de su escritora favorita y sin querer terminó en un bosque a cientos de kilómetros de distancia de la ciudad

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Hoy se cumplieron diez días desde que Sana abordó la camioneta de su escritora favorita y sin querer terminó en un bosque a cientos de kilómetros de distancia de la ciudad. Diez días en donde con mucho esfuerzo logró derribar todas las barreras que Jihyo levantó para no dejarla entrar en su vida.

Después de su primera noche juntas, Sana no dejó de demostrarle su amor todos los días. Jihyo poco a poco fue abriendo su corazón. Quizás aún era muy pronto para decirlo, pero la escritora estaba segura de una cosa.

—Estoy enamorada —susurró Jihyo para sí misma—. No tengo duda.

La escritora se encontraba en su lugar favorito, la laguna de agua azul. Había salido de la cabaña muy temprano con su computadora en brazos para poder escribir. Salió, no sin antes besar la frente de Sana quien dormía plácidamente sobre la cama, porque sí, desde aquella noche ambas no pudieron volver a dormir separadas.

Jihyo suspiró sacando una hoja doblada de su bolsillo, era un pequeño verso que Sana le había escrito y dado la noche anterior.

"Cuando las miradas no sean suficiente poesía, me dedicaré a bajarte las estrellas, a desnudarte el pensamiento y te besaré el alma, te cuidaré esas obras de arte a las que llamas cicatrices y verás que en cada sonrisa tuya habrá un poco de mí, en cada paso que des hoy e incluso en los que darás mañana, estaré contigo en todo momento, porque el amor es el motivo, pero tú eres la magia."

—Minatozaki Sana... te has convertido en mi tema favorito, en mi pensamiento más frecuente y en mi sueño más deseado.

—¿Hablando sola? —preguntó Sana caminando en su dirección con un par de flores entre sus manos—. Salí a cortar flores y recordé que te gusta venir a éste lugar, así que vine a ver si estabas aquí. No te escuché cuando te fuiste, debiste hacerlo muy temprano.

—No quería despertarte tan temprano, por eso intenté no hacer ruido cuando me fuí —respondió Jihyo yendo a su encuentro para luego besar cortamente sus labios—. Vine a escribir un poco, ya estoy por terminar mi libro.

—Eso es maravilloso, tus lectores esperamos ese libro con ansias —murmuró Sana acariciando suavemente las mejillas de la escritora—. Te estás esforzando mucho, lo estás haciendo genial y todo tu esfuerzo será recompensado.

—Gracias, siempre eres tan buena conmigo... —Jihyo besó la palma de sus manos con cariño—. Te aprecio, de verdad lo hago.

Sana se impulsó para besar su frente. Quería decirle que ella no solo la apreciaba, también la quería, la amaba... pero no quería presionar a la menor, iría lento y a su paso.

—¿Te apetece darte un chapuzón? El clima está perfecto para hacerlo en la laguna —comentó Sana entrelazando su mano con la de la escritora para guiarla cerca del agua—. Aquí todo es bello.

—Amo esa sensación de acariciar el cielo cuando me tomas de la mano... —murmuró Jihyo mirando sus manos entrelazadas.

—Hey, ¿quieres robarme el título de poeta? —cuestionó Sana en tono divertido acercándose para besar su nariz—. Aquí va la mía, ¿sabías que el universo te envidia? Porque tus ojos brillan más que sus estrellas.

—Para... voy a sonrojarme —la escritora cubrió sus mejillas con las palmas de las manos rápidamente—. Iré a la cabaña por ropa y volveré para que podamos entrar a la laguna, ¿Te parece?

—Está bien, te esperaré aquí, no tardes —respondió la mayor poniéndose de cuclillas para tocar el agua con sus manos—. Ah Jihyo, una cosa más. Ayer soñé contigo, ojalá que esta noche también tenga suerte.

La escritora sonrió luego de que Sana le guiñara un ojo de manera coqueta. Cubrió sus mejillas nuevamente y se echó a caminar intentando calmar los latidos de su corazón.

Cuando estaba a punto de llegar pudo divisar a tres autos estacionados cerca de la cabaña, uno de ellos era su furgoneta.

—¿Nayeon está aquí? Aún no era tiempo de que volviera por mi.

Caminó más rápido, hasta que pudo divisar la silueta de dos mujeres intercambiando palabras a un costado de la cabaña.

—Jihyo —Nayeon caminó rápidamente en su dirección cuando la vió llegar—. ¿Te encuentras bien?

—¿Yo? Sí, ¿por qué? —preguntó algo confundida mirando en dirección de la otra persona que la acompañaba—. ¿Quién es ella?

—Se llama Chaeyoung y asegura que su amiga se subió a la camioneta de forma ilegal la última vez —explicó Nayeon—. Yo le repetí hasta el cansancio que en el vehículo no venía nadie más que nosotras, pero ella insistió y tuvimos que venir hasta aquí porque no había señal para comunicarme contigo.

—Es verdad, cuando te fuiste encontré a una mujer merodeando aquí —afirmó Jihyo y Chaeyoung se acercó a ella rápidamente.

—¿En dónde está Sana unnie? ¿Qué hizo con ella? —preguntó la taiwanesa con evidente preocupación—. Yo sé que mi unnie infringió la ley, pero solo era una fan y los fans a veces hacen locuras por sus ídolos.

—No le hice nada, Sana se ha estado quedando conmigo en la cabaña desde entonces, porque le dije que no había manera de irse estando a cientos de kilómetros de distancia.

—Gracias al cielo, ¿en dónde está? Quiero verla. Estaba tan desesperada, a punto de llamarle a la policía —dijo Chaeyoung con una mano sobre su pecho—. Pasaron muchos días sin saber de ella, no le entraban las llamadas ni mucho menos los mensajes. Me imaginé lo peor.

—Ella está en una laguna, a unos minutos de aquí —contestó la escritora—. Yo vine por un poco de ropa. Te llevaré con ella en un momento.

—Está bien, muchas gracias, iré por algo al coche y vuelvo —avisó Chaeyoung alejándose de ahí.

Jihyo miró la expresión de Nayeon, era una mezcla de nervios y preocupación.

—¿Qué pasa?

—Debió ser difícil pasar diez días con una completa desconocida y mucho más cuando tú odias la compañía de las personas —comentó Nayeon con voz cautelosa—. ¿Pudiste escribir algo?

—Te equivocas, yo no odio la compañía de las personas y sí, sí pude escribir. El libro está casi terminado —respondió Jihyo observando en dirección de los tres autos estacionados—. ¿Quién más vino con ustedes?

—Sobre eso... —Nayeon se aclaró la garganta con nerviosismo—. Justo antes de que esa chica Chaeyoung viniera a buscarme a mi casa, alguien más fue a verme. Sé que tú no quieres saber de ella y sé también que está prohibido mencionar su nombre pero ella nos siguió hasta aquí a escondidas, una vez que entramos al bosque ya no pude hacer nada, perdón Jihyo...

—¿Q-qué dices? —preguntó la escritora con la voz apenas audible. Se negaba a creer que ella estuviera aquí, ¿por qué tenía que volver?, ¿por qué ahora?—. ¿En dónde está ella?

—Justo aquí —escuchó que alguien hablaba a sus espaldas. Tardó un par de segundos en girarse para encontrarse nuevamente con ella.

—Jeon...

—Me da gusto volver a verte, Jihyo.

—Me da gusto volver a verte, Jihyo

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Koi no Yokan Ꞝ SahyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora