𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏𝒕𝒉 (しち)

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Sana admiraba el rostro sereno de Jihyo sobre la cama, había estado pendiente de ella varias horas, estaba tan preocupada por ella que no podía dormir sin tocar su frente cada cinco minutos para corroborar que estuviera bien

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Sana admiraba el rostro sereno de Jihyo sobre la cama, había estado pendiente de ella varias horas, estaba tan preocupada por ella que no podía dormir sin tocar su frente cada cinco minutos para corroborar que estuviera bien.

El té caliente que solía prepararle su madre siempre que se resfriaba al parecer había funcionado. Ahora Jihyo se veía mucho mejor, poco a poco se fue la palidez de su rostro, ahora sus mejillas y su nariz estaban sonrosadas.

—Realmente me gustas tanto... —confesó Sana atreviéndose a acariciar la mejilla de la escritora—. Pero no le puedo dar estrellas a quienes le temen a la noche...

—Si no juegas con fuego... te morirás de frío —murmuró Jihyo aún con los ojos cerrados.

Sana rompió el contacto que ejercía sobre su mejilla al darse cuenta de que estaba despierta.

—¿Cómo te sientes? ¿te duele algo?

—Estoy bien, me siento mejor... —respondió la escritora abriendo con dificultad sus ojos—. ¿Qué hora es? Deberías estar dormida.

—Quería asegurarme de que estarías bien, por eso me quedé aquí, ya casi va a amanecer.

—No debiste... —Jihyo tocó la mano de Sana con sus palmas—. Estás helada, la que amanecerá enferma serás tú. Yo estoy bien, ve a dormir un poco y abrígate bien, no quiero que enfermes por mi culpa.

—Jihyo... mientras me encontraba aquí me puse a pensar y llegué a la conclusión de que tú no le temes a un nuevo amor, le temes a un viejo dolor.

—Tienes razón, hay capítulos que jamás cerré, solo huí de ellos, porque soy una cobarde, lo único que sé hacer es eso, huir... —susurró conectado miradas con la contraria quien la miraba profundamente—. No quiero romperte como me rompieron a mí, no lo mereces.

—Esa es decisión mía, rompe mi corazón si quieres, pero no me alejes de ti, no lo hagas, porque yo nunca te abandonaré, incluso si eres tú la que se va... —expresó Sana a corazón abierto intentando transmitirle todas sus palabras con seguridad—. No pido mucho, no soy de pretensiones, me basta con que aprendas a quererme. Sé que soy un desastre y quizás eso es lo mejor que tengo para ofrecerte...

La ansiedad de sentir tus besos, me está devorando el alma...

Jihyo aprovechó el contacto de sus manos entrelazadas para atraer a Sana, ahora sus rostros se encontraban a tan solo un par de centímetros de distancia.

—Si no funciona, al menos que sirva de experiencia... —murmuró la escritora antes de abalanzarse contra ella.

Sentir sus labios era algo nuevo, algo que ni ella misma con cientos de libros podía describir. Ese suave beso no tenía punto de comparación con los que había tenido alguna vez.

Poco a poco empezó a mover sus labios efusivamente creando una sincronía casi perfecta. Jihyo sintió como Sana posaba sus manos sobre su rostro, quizás queriendo impedir que se alejara, pero lo que ella no sabía es que no pensaba hacerlo.

Lentamente pasó su lengua por su labio inferior pidiendo permiso para entrar en su boca, quería probar más de ella, mucho más. Para su buena suerte Sana no se negó, sus labios se abrieron en cuanto la lengua de la escritora rozó su labio inferior. Adentrarse en ella fue una total perdición.

—Tus labios más que dar besos, me dan vida... —dijo Sana en un susurro—. Soy muy vulnerable ante tu ser... por favor no nos dejemos ir.

Jihyo sujetó las caderas de Sana y en un rápido movimiento hizo que se sentara sobre sus piernas, sus labios no se despegaron en ningún momento. La escritora acarició su cintura intentando atraerla más, como si eso fuera posible. Las manos de Sana paseaban por su rostro y su cuello, mientras que las manos de Jihyo vagaban por su espalda. Sabían que tenían que controlarse, pero ninguna de las dos quería hacerlo.

—Somi... —ese nombre salido involuntariamente de los labios de Jihyo hizo que Sana se apartara de aquel beso para que de pronto todo se tornara en un profundo silencio—. L-lo siento... no quise. Sana, perdón...

La escritora entró en pánico al ver como la mayor se levantaba de la cama con una expresión indescifrable.

—¿Somi? —preguntó sin mirarla—. Ella es la mujer que rompió tu corazón...

—Lo sé y te juro que no sé por qué mencioné su nombre, estaba... yo estaba...

—Pensando en ella —Sana terminó la frase.

—No, no es así, lo siento...

—No tienes que disculparte conmigo, yo decidí tomar el riesgo, es problema mío afrontar las consecuencias —contestó Sana con cierta melancolía. Tan pronto la golpearon las inseguridades de saber si podría con el recuerdo de aquella mujer. La idea de que Jihyo no pudiera mirarla como la miraba a ella hizo que su corazón se rompiera un poco—. No te preocupes si no puedes corresponder a mis sentimientos, me conformo con que me guardes en el lugar más inolvidable.

—Fue un error haber llegado tan lejos. Ni yo estoy preparada para estar con alguien ni tú estás preparada para que te rompan el corazón, lo mejor será que tomemos distancia. Por el bien de las dos —espetó Jihyo volviendo a su actitud fría e intimidante de antes.

—¿De verdad eso es lo que quieres?, ¿Cuánto tiempo vas a permanecer ligada a tus recuerdos? Nunca vas a avanzar, tú misma te niegas a sanar.

—No hables de algo que tú no sabes, no te metas en mi vida Minatozaki Sana.

—Cuando pienso en tu amor siento que no mereces el mío, pero también me pregunto por qué me empeño tanto en querer que lo quieras... —expresó con dolor—. Si quieres que me mantenga al margen, lo haré, intentaré lo más posible que no notes mi presencia mientras esté aquí.

—Gracias, eso debiste hacer desde un principio —espetó Jihyo con indiferencia logrando que Sana diera media vuelta para salir de la habitación enseguida.

Al instante de quedarse sola, Jihyo sintió sus ojos cristalizarse, no quería llorar, no de nuevo, pero luego recordó las sabias palabras de Nayeon, su mejor amiga y representante...

"Lo que uno no habla, lo llora. A veces llorar es otra forma de no ahogarse".

Y entonces lloró lo que restaba de esa madrugada. Se permitió inundarse en lágrimas. Se permitió desprenderse de todo aquello que le lastimaba y que por temor no había podido sacar. Luego de varios minutos su inminente llanto por fin cesó. Se sintió un poco mejor, lo suficiente como para tomar su laptop y escribir.

Ahí estaba yo, esquivando flechas, jugando a ser de hielo, pensando que nunca me iba a pasar, hasta que pasaste... Leí muchos libros de amor, pero ahora quiero hacer uno de nuestra historia, espero no sea demasiado tarde, Minatozaki Sana...

 Leí muchos libros de amor, pero ahora quiero hacer uno de nuestra historia, espero no sea demasiado tarde, Minatozaki Sana

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Koi no Yokan Ꞝ SahyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora