I

3 0 0
                                    


En toda historia de amor siempre hay algo que nos acerca a la eternidad y a la esencia de la vida, porque las historias de amor encierran en sí todos los secretos del mundo, y está historia de amor no es la excepción..

Cómo todo 21 de noviembre, el inicio de la primavera, se hacía un festival para la realeza dándole la bienvenida a la cálida primavera con flores y nuevos aromas. Invitando a varios reyes y reinas, duques y príncipes al castillo; algo bastante conocido de la familia Sweden, debido a que estas fiestas se ejecutan desde el inicio de su reinado.

Pero como siempre, Wilhelm las odiaba. Odiaba que lo reconozcan y se le acerquen a conversar personas falsas que seguramente no vera por el resto del año. Su deseo siempre había sido trabajar en el pueblo ayudando a la gente de allí, ganarse su propio dinero y no tenerlo por herencia. Quería poder mezclarse entre las personas sin que hagan reverencias cada vez que se lo cruzan en alguna parte, quería ser nadie. Y que sus padres no lo escucharan decir semejante cosa, a menos que quiera una lección.

Para muchos, ser heredero a una corona, tener semejante poder y a tanta gente a su disposición, era algo envidiable, una cosa que muchas personas deseaban tener en alguna vida. Y claramente, ese no era el caso de Wilhelm.

Aunque esa primavera, no lo permitiría. El día estaba demasiado acogedor y agradable cómo para arruinarlo con semejante estereotipo de los herederos de las coronas. No quería aquello, no quería ver otra sonrisa forzada en aquel lugar, ni forzar una él, no está vez.

Wilhelm, llevaba casi una semana planeando la forma de escapar de aquella fiesta, o ni siquiera llegar a pisar ese jardín. Cuando su madre se distraiga con sus dos hermanos, saldría corriendo de su habitación en silencio para escapar por la puerta trasera de la lavandería, así estando mucho más cerca del establo; y así lo hizo, pero no fue tan fácil como lo pensó:

Justamente cuando estaba a escasos metros de la puerta marrón de la lavandería se cruzó a su padre. En cualquier caso normal, seguiría caminando y fingiría estar yendo a cualquier lugar menos el que lo ayudaría a su inevitable escapada al pueblo Avalonshire. Pero el hombre tenia una postura tan recta y seria que dejo estático al chico en su lugar haciéndolo dudar si realmente debía irse de allí o no, de cualquier manera, en algún momento se darían cuenta de su ausencia.

ー¿A dónde vas Wilhelm? ーSu voz me hacía estremecer hasta los huesos, era demasiado grave, rasposa y sería, algo que no combinaba para nada bien.

ーIba a buscar mi traje en la lavandería, la doncella se olvidó de dejarla en mi cuarto.. ー Respondí con voz calmada ocultando lo nervioso y que estaba por irme de ahí.

ーEse no es tú trabajo, se lo tenías que pedir a tu guardia. ー Atacó de nuevo sin romper aquella apariencia de escasos sentimientos. A veces lo llegaba a odiar tanto como el hecho de tener que soportar toda la carga del futuro inevitable.

ーEs que quería caminar un poco. ー El hombre alto con barba bien recortada me observo de pies a cabeza generándome mas miedo del que ya me había dado el hecho de cruzármelo por los pasillos en mi proceso de escabullirme lejos de la fiesta. Mi padre murmuró algo inentendible ante mis oídos y se retiró del lugar.

"Al fin." Agradecí en mi mente al ver que ya no se veía ni al final del largo pasillo que era iluminado por la luz de los ventanales enormes que decoraban las paredes de color blanco. Entre al cuarto de lavandería, que estaba lleno de cestas con ropas sucias y otras limpias, no habían doncellas lavando, ya que todas estaban encargándose de ordenar las decoraciones de la fiesta. Me dirigí a la puerta trasera y la abrí haciendo que rechine más que la puerta vieja de la biblioteca en la que suelo pasar las tardes que no logro escapar al pueblo. El cálido viento de primavera choco contra mi rostro sacudiendo y desordenando mi cabello negro.

Lagrimas de plataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora