Capítulo 6: Pérdida involuntaria de control

320 20 0
                                    

Notas:
Advertencia de contenido por mención de suicidio y depresión.

- - - - - - - - - - - - - - - - - -

Los nuevos calzoncillos son realmente bonitos. Tan suaves y afelpados que si no fueran lo que son, ella los consideraría un capricho. Sin embargo, al despertarse mojada con ellos, le sientan fatal. El peso de la orina es aún peor debido a lo absorbentes que son, mientras que el grosor hace que sus faldas más ajustadas no le sirvan.

Basta con que se lo diga a mami para que salga a comprar faldas nuevas. Están hechas de un material más agradable y le levantan el ánimo. Además, mami se alegra de ver a su 'pequeña' mejor vestida.

Gabriela aún no sabe qué pensar de su nuevo acuerdo. Llamar 'Mami' a otra mujer y permitir que la llamen con nombres horriblemente infantiles hiere lo que le queda de orgullo. Aunque su corazón se acelera por todo ello, así que se deja llevar.

Además, los oscuros moretones que decoran su culo la hacen dudar de molestar a mami. Otra razón por la que agradece el acolchado extra, aunque le arquee las piernas.

Así que ya tiene todo eso a lo que adaptarse sólo para que el jueves le eche más leña al fuego.

Hacia el mediodía está trabajando felizmente cuando siente una fuerte presión en el estómago. Su respiración se entrecorta mientras su vejiga intenta vaciarse. Aprieta todos los músculos que puede y se levanta temblorosa.

Holly levanta la cabeza y abre mucho los ojos. Mami está en una reunión y ella es la única a la que Gabriela podría confiarle esto.

Gabriela la ignora y se concentra en llegar al baño sin mojarse. Camina deprisa mientras lucha por mantener las piernas cerradas. Adelanta a un par de compañeros en su carrera desesperada. Dos pasillos, un giro a la derecha y menos de un minuto entre ella y el alivio.

Irrumpe en el aseo de damas, afortunadamente vacío, con una mano en la entrepierna tratando de contener la inundación.

Todos sus esfuerzos fracasan cuando, a pocos pasos del retrete, sus músculos se destensan por sí solos. Un fuerte silbido llena la habitación y ella cae de rodillas mientras el líquido caliente le salpica los muslos. Toda el agua que ha bebido desde que se despertó sale en veinte segundos.

El calzoncillo se hunde contra ella, extendiendo el calor a su alrededor. Gabriela suelta un sollozo cuando el olor se apodera del polvo y le llega a la nariz.

La última vez que se había orinado despierta había sido sobre el regazo de mami. Con suficiente gimnasia mental había llegado a creer que era una excepción. Ahora no tiene excusas: todo ha sido culpa suya.

La puerta se abre de golpe y ella se levanta como un rayo en un vano intento de ocultar lo que acaba de hacer. Casi vuelve a llorar cuando mira a Holly a los ojos.

Holly la acoge rápidamente antes de entrar en el cuarto de baño y cerrar la puerta tras de sí. Abraza a Gabriela mientras mantiene un pie pegado a la puerta. "Oye, no pasa nada. No pasa nada. Los accidentes ocurren y no pasa nada".

Ella lo sabe. Claro que lo sabe, mamá se lo cuenta todo. Intenta zafarse del agarre de Holly y empuja hacia atrás.

"Shhh, shhh, no pasa nada, ya se lo he dicho a la señora Leigh. Vendrá pronto, así que te mantendré a salvo hasta entonces". Holly la sujeta con facilidad y Gabriela no puede hablar ya que está demasiado herida para que las palabras salgan de su garganta.

Holly la mece de un lado a otro con brusquedad (no como mamá, que siempre es tan suave cuando la coge en brazos) mientras le susurra y le acaricia el pelo. Es una pobre imitación de mami que deja a Gabriela aún menos tranquila.

Una vida de erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora