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El omega se encontraba acostado en la enorme cama, las sábanas cubriendo menos de la mitad de su desnudo cuerpo, su pierna sobre las del enorme alfa a su costado y siendo acariciada por sus manos fuertes y con incontables tatuajes.

John Suh, un alfa temido, líder de la mafia más grande y conocida en todo América, era su amante y dueño de las manos que recorrían su cuerpo cada día.

Hacía un par de meses que Ten había decidido dejar la universidad, aún que lo había hecho para pensar mejor sobre que era lo que le apasionaba, no contó con que conocería al gran alfa, John Suh.

Una noche de fiesta el omega estaba sentado en el fondo de un pub bebiendo mientras veía a sus amigos bailar cuando de la nada apareció un alfa grande y con un cuerpo -a vista de Ten- moldeado por los mismos dioses. El alfa había invitado a Ten un par de tragos y luego simplemente el omega se encontraba a si mismo tirado en la cama con el tipo encima suyo haciéndolo llegar a un punto que -hasta ese momento- nadie lo había hecho llegar.

Después de ese día, Ten creyó que sería la única vez que vería al tipo por lo que decidió seguir con su vida a pesar de no sacar esa noche de su alborotada mente. Unos días después lo vió por casualidad en el parque cerca de su casa, bueno, al menos el tailandés había creído que era casualidad, ya que meses después entendió como Johnny había dado con él.

—He estado pensando, mucho... —escucho el menor.

—¿En qué? —preguntó Ten.

—Quiero regalarte algo.

John se movió de la cama y se levantó dejando casi todo a la vista de Ten, a excepción de que se había colocado ya unos boxer color negro.

Lo vio hurgar en uno de los cajones del enorme escritorio y sacar una caja color negro con un adorno en forma de moño color plata. Ten vio al mayor caminar de nuevo a la cama y sentarse frente a el mientras le tendía la pequeña caja.

—¿Qué es esto? —preguntó Ten con una sonrisa plasmada.

—Un adelanto por tu cumpleaños. Aún que sea el próximo fin de semana —contesto el americano.

Ten rió y tomó la caja entre sus manos. Le quitó la tapa y sus ojos casi salen de su lugar al ver el contenido.

La caja por dentro tenía un forro plateado y un arma de fuego, una pistola tallada y adornada con colores plateados. Tenía el número 10 y "CL" grabado en la empuñadura.

Ten la tomó con cuidado entre sus manos y sintió sus ojos humedecer.

—Johnny...

El alfa acunó con sus manos el rostro del menor, besándolo con profundidad. Ten incluso podría decir que el mayor jamás lo había besado de esa manera.

—Quiero que me acompañes. —comentó el alfa.

—¿A dónde?

—Sacaré todo el oro de la bóveda del banco en Nueva York.

—¿Oro? —preguntó Ten mientras dejaba la caja y el arma en el buró a un costado de su lado en la cama.

—Te contaré... —dijo John con una sonrisa ladina mientras sentaba al omega a horcadas sobre su hombría.

Y ahí mismo, mientras el omega montaba al alfa, este último le contaba cada pulido detalle de su plan.

Bueno, al menos...

Solo lo que el pequeño omega debía saber.

Solo lo que el pequeño omega debía saber

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Polo || TaetenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora