9. Secrets

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«Estoy cansado de la insinceridad, así que voy a revelar todos mis secretos. Esta vez no necesito una mentira perfecta, no me importa si los críticos se ponen en fila, voy a revelar todos mis secretos» One Republic.

Las luces provenientes de las lámparas que colgaban del techo iluminaban la escena de una chica que colgaban de sus manos sobre un piso manchado de sangre al igual que sus pies. Sus muñecas estaban marcadas debido al largo tiempo sosteniendo su peso con los brazos. Su cabeza estaba echada hacía adelante con el cabello negro como el carbón cubriendo su rostro; solo había descansado los brazos por una fracción de segundos.

El frío inundó la habitación, pero aquella frialdad no venía de las paredes sino de la mirada que Jungkook le dedicaba a la chica, mientras sujetaba sus mejillas obligándola a mirarlo directo a los ojos.

—¿Acaso no tienen una regla en la que no pueden matar mujeres? —susurró con dificultad la mujer ahora con la mirada cansada puesta en el pelinegro.

—No si son parte del enemigo —replicó Jungkook al soltar con brusquedad su rostro.

Después de haberse puesto al tanto con los avances que habían tenido. Jungkook y Taehyung discutieron lo que harían con la chica. Después de todo, gracias a ella y a su infiltrado, sabían que sus enemigos planeaban quitarles el poder usando su relación de pareja, pero no sabían cuando lo harían, por lo que Taehyung decidió aplicar la estrategia que ya era marca de su clan.

Los tigres siempre vigilan a sus presas antes de comérselas, esa no sería la excepción del clan Jumok y Geum. Ambos sabían que la sed de poder es lo que hará que sus adversarios cometan algún error y ellos estarán allí, en las sombras, a la espera de ese pequeño error para cazarlos y destruirlos.

En el momento que crean que tienen todas las de ganar, cuando sientan que están a un paso de obtener el poder que desean. En ese preciso momento Jungkook y Taehyung actuarán. El dragón y el tigre saldrán de su escondite directo a comerse la presa, por detrás y cuando menos se lo esperen.

—Creo que deberíamos enviarles un regalo a los Shimizu —comentó Jungkook dirigiéndose a Taehyung, quien no había dicho una sola palabra desde que ambos entraron al sótano.

—¿Ese tipo de regalo? —cuestionó mirándolo curioso.

Ser cómplice de las torturas del otro de alguna manera se sentía diferente, pensaban que quizás ese sentimiento extraño se debía a que no solo eran compañeros de crimen, sino también pareja y eso lo hacía diferente.

Sabían que era algo que estaba en sus vidas como mafiosos, pero debido al vínculo de cariño que ahora compartían, sentían que era algo nuevo para ellos; ninguno estaba acostumbrado a cometer acciones tan bárbaras en compañía de su pareja amorosa. Tampoco era algo que les desagradaba del todo, pero sí que los hacía sentir extraños, después de todo la química que tenían siendo compañeros del crimen no podía ser ignorada.

—¿Un dedo? —cuestionó Taehyung entendiendo perfectamente a que se refería.

—Diría que la cabeza, pero creo que con una mano está bien —medio bromeó tratando de relajar el ambiente entre ellos.

—Tan sanguinario como siempre —comentó Taehyung palmeando el pecho del pelinegro—. Encárgate de eso, no quiero presenciar tal escena —afirmó con seriedad.

—Lo dice quien la torturó —susurró Jungkook colocándose unos guantes negros que saca de los bolsillos de su saco.

—Necesito un relajarme un poco, estoy cansando de pensar, de estar alerta, de todo —resopló Taehyung peinando su cabello.

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