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Su madre se detuvo fuera del hospital, en el lado de emergencias, y observó a su hijo.

Al chico le temblaban las manos, y su pecho subía y bajaba con rapidez, definitivamente estaba nervioso.

Le regaló una maternal sonrisa cuando él la observó, y ella acarició su mejilla, suavemente.

—Voy a buscar dónde dejar el auto, ¿ok? —él asintió. —Tienes que entrar, decir el motivo por el que vas y dar tu nombre, luego te van a llevar a donde está Gemini.

La señora Nattawat besó suavemente su cabellera al ver que seguía temblando, a punto de las lágrimas nuevamente.

—Volveré contigo, amor, eres un adulto ya, no tengas miedo —apretó levemente su mano. —Ve.

Se bajó del auto, aún sintiendo sus piernas flaquear, escuchando como el motor se alejaba.

Repasaba lo que su madre le decía en su cabeza, acercándose hasta el rótulo que decía "Recepción y consultas".

Se acercó hasta la enfermera, su labio tembló, pero logró hablar.

—Vengo por Gemini Norawit tuvo un accidente, mi nombre es Fourth Nattawat.

La chica de cabellera rosa revisó en su computadora, buscando el número de habitación donde se encontraba el chico.

—Norawit... —entrecerró sus ojos. —Ah, sí, sígueme.

La vió rodear el gran escritorio, tomar unos papeles y dirigirse hasta un lugar donde habían varios cuartos.

Tenía miedo, muchísimo miedo. Quizá más. Estaba aterrado, a quién iba a mentirle.

Su novio, el chico a quien ama, estaba dentro de alguna de esos cuartos, saber en qué estado.

Pero a todo eso, él esperaba que estuviera bien, que sea lo que sea, sabía que Gemini era fuerte, y lucharía por... No morir.

No estaba molesto, tampoco histérico, siempre supo que Gemini trataba de ser lo más cuidadoso posible cuando estaba al volante, por lo que estaba consciente de que sea lo que sea que sucedió, no fue culpa de él.

Fourth sólo quería que estuviera bien, tenía tantas cosas planeadas junto a él, lo necesitaba en su vida.

—Aquí, habitación y paciente 0325, es una casualidad, no sucede siempre —sonrió, pero borró su mueca al ver que el otro ni siquiera se inmutó.

Los dos entraron a la habitación, y Gemini estaba ahí, acostado en la camilla.

Cuando desvió su mirada, Fourth ya estaba casi encima suyo, tomándolo por el cuello, abrazándolo, dándole calor con sus brazos.

Estaba bien. ¡Estaba jodidamente bien!

—No tienes idea de lo feliz que me pone ver que estás vivo —lo estrujó entre su cuerpo, hasta que escuchó los quejidos del mayor. —Lo siento, lo siento.

—Llamaré a la doctora —escuchó a la enfermera salir, sin observarla.

—Perdóname por el susto, Fou —acarició su cabello.  —Pero, estoy bien... Creo.

Fourth se separó, buscando heridas, moretones o algo.

Encontró varios hematomas en su cuerpo, varios rasguños alrededor de sus brazos, y tenía vendada una de sus piernas.

Comenzó a notar que realmente no fue nada que tan alarmante, y entonces dejó salir todo el aire que tenía comprimido, respirando tranquilamente.

Finalmente, dejó un casto beso en su frente, después en sus mejillas y rápidamente uno suave en los labios.

—Bueno, no creo que sea algo que no tenga solución —sonrió más aliviado.

—Voy a estar bien, amor —le devolvió el gesto.

Nuevamente escuchó la puerta abrirse.

Se dirigió al lugar, y encontró a una joven alta, con su cabello recogido en una coleta, rubia y con una bata blanca.

—Gemini —ojeó los papeles que llevaba en su mano, y luego se dirigió a los dos chicos, sonriendo.

—Soy tu doctora, Roseanne.

—Te ves muy joven para ser doctora —Fourth
frunció su ceño.

—Tal vez —se acercó al chico en la camilla, de igual forma, con una sonrisa. —Tal vez no.

La chica examinaba las heridas leves que tenía en partes de su cuerpo, y finalmente, la pierna que tenía vendada.

—¿Qué fue lo que pasó? —se cruzó de brazos, luego que terminó de chequearlo.

Antes de hablar, observó a los preocupados ojos de su chico, esperando no asustarlo.

—Iba en mi moto a comprar comida para mi suegra, mi novio y yo, cuando un auto se me atravesó de la nada, me empujó y caí en la orilla de la calle —apartó su vista. —Me golpeó fuerte la pierna y el dolor aumentó cuando caí en el pavimento.

—Hmm —asintió. —Bueno, no hay rupturas, estás básicamente intacto para haber llevado un golpe algo fuerte. Tienes mucha suerte, Gemini.

—Ah, él es profesor de danza, ¿podrá volver a bailar luego? —inquirió Fourth.

—Sí, por supuesto —terminó de escribir en unos papeles. —Como dije, el impacto no fue lo suficientemente fuerte como para fracturar el hueso de tu pierna, o hacer desgarres; básicamente está bien, sólo con un fuerte golpe. En cuanto la inflamación baje, y se alivie todo, serás el mismo de siempre.

»Mm, te recetaré pastillas para el dolor y antinflamatorios. Procura que no haga movimientos bruscos y guarde reposo en lo que el golpe sana —observó a Fourth.

—Te dije que no sería nada que no tenga solución —acarició su cabello, sonriendo.

—Muchas gracias... Rosea-

—Rosé, es más fácil —sonrió.

—Oh, una cosa más —sonrió. —Pregunté por mi moto hace un rato, ¿saben algo de mi bebé?

Fourth golpeó su frente con la palma de su mano; si había algo que compitiera con él por el corazón de Gemini, era su moto.

La chica hizo una mueca, una que gritaba "¿Es en serio?", pero a fin de cuentas le respondió.

—Sí, Gemini, está bien, vas a poder retirarla cuando sanes, antes no. ¿Queda claro?

El pelinegro simplemente asintió de manera efusiva.

—Bien, creo que es todo —suspiró, observándolos a los dos. —Cuídense mucho, y en caso de que necesites atención nuevamente, búsquenme a mí, les será más fácil, créanme.

—Lo haremos —Fourth sonrió, agradecido con la amabilidad de la chica. —Muchas gracias, Rosé.

Y dicho eso, se retiró, dejándole a la enfermera las indicaciones del recetario, y otros ciertos cuidados que debía tener.

Su Gemini estaba bien, de eso no había duda alguna.

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⏰ Última actualización: Jan 06 ⏰

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