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Tres flechas hacia abajo estaba tenidas en la piel blanca de la mano de un lindo pelinegro, su primer tatuaje, y para ser sinceros, no había sido tan malo.

Fourth no dejaba de verle la mano. De verdad le lucía bien.

Quizá él consiga alguno luego.

Por ahora continuaría rayándose piel con la tinta de sus lapiceros.

—Te ves el quintuple de sexy con un tatuaje, Gemini.

Sus ojos chispeaban un lindo brillo cuando chocaron los otros orbes oscuros.

Soltó una risa que era mezclada con nervios y felicidad por el hecho de que su novio le dijera eso.

Podría hacerse más, sólo para que esas palabras salieron de sus labios muchas veces.

Pero prefirió besarlos, con tanta ternura, juntó esos rosaditos y abultados labios que el pelicastaño tenía, con los suyos, disfrutando cada segundo.

Cuando se separó, lo tomó por su mentón, elevando su rostro, haciendo que los ojitos de su pequeño novio lo observaran. No perdían ese brillo.

Volvió a besarlo, sin soltarlo, dejando su dedo pulgar en el mentón y el resto por debajo, sosteniéndolo.

De verdad que perdía la cordura del espacio y tiempo cada que sus labios se juntaban, cada vez que sus ojos se encontraban, cada vez que sus cuerpos se hacían uno.

El hecho de estar junto a Fourth, hacía que nada le importara, todo se concentrara en él y le dieran ganas de cuidarlo, amarlo y estar ahí con él siempre.

—Los dejé un momento solos y ya están por reproducirse en mi local —Pond volvió a la sala.

—Lo siento —lo soltó, y se volteó hacia el castaño. —Tenía que aprovechar tal oportunidad.

La risita de pena y vergüenza de Fourth se hizo escuchar, junto con la del otro chico, por lo que Gemini había dicho.

—Tuve que mandar a Gemini a tirar los vasos a la basura —se cruzó de brazos, sentándose en un sofá y observándolos.

—Después de todo, todos te tienen miedo a ti.

—Si es un ángel —Fourth fue por su mochila. —Debiste tatuarte unas alas.

—Quizá la próxima —guiñó su ojo a su novio, para después observar al mayor. —Gracias por esto, Pond.

—Es mi trabajo, no te preocupes —suspiró. —Cuando quieras otro, sabes dónde encontrarme.

—Quizá vuelva —sonrió. —¿Listo, amor? —se dirigió a Fourth. El mismo asintió.

—Adiós, Pond —se despidió con un ademán, seguido de Gemini.

—Cuídense los dos.

Fourth venía seguido de Gemini, tomados de la mano.

Llegaron hasta la motocicleta, donde el mayor le colocó el casco a su chico mientras se acomodaba su mochila.

Seguro estaba cansado por haberla cargado todo el día.

Aunque por suerte ya se dirigían hasta su hogar. Tenía una cena familiar a la cual asistir.

El pelinegro se subió primero, encendido su motocicleta, y después sintió como los brazos de Fourth rodearon su cintura, aferrándose fuertemente.

El sólo pudo reír suavemente, aún le causaba algo de gracia el hecho de que su chico no se acostumbraba a andar en la moto.

Gemini bajó su vicera, y aceleró, adentrándose en la cuidad.

Para ser algo tarde, habían pocos vehículos transitando, e internamente, el pelicastaño agradecía aquello, aunque creía que era porque estaba por llover.

Heaven | GeminifourthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora