🥂V🥂

71 15 4
                                    

Los meses pasaron, Irene se iba recuperando de la ruptura y nunca volvió a saber más sobre Sehun, lo poco que sabía era por lo que conversaba con su mejor amiga y lo poco que le contaban a ella. Había cambiado de empleo y se había mudado, pero no sabían más. Luhan evadió cualquier cita o salida donde incluyera ser presentado con alguien, poco a poco se convirtió en un ser ermitaño y huraño que no salía más que para ir a la universidad.

Era un buen estudiante y cursaba el último año, sus días se basaban en tareas y proyectos de la universidad. Irene salía a fiestas a menudo y cuando regresaba, el castaño aún se encontraba en la sala terminando las tareas con sus típicos lentes de nerd.

Dios, te juro que no eres lindo. Tienes unas ojeras horribles.

Luhan sonrió orgulloso y continuó con su proyecto sobre el calentamiento global. Aún tenía mucho por hacer y a pesar de faltarle días, le gustaba terminar antes de tiempo para poder dormir lo que restaba. Ella bufó y tambaleante llegó a su habitación, la vida de ella había progresado bastante bien. En cuanto a Luhan fue todo lo contrario, había perdido las ganas de sonreír o de divertirse, ahora no bebía más y tampoco salía a distraerse. Las fiestas y todo lo que tuviera que ver con lo social, había terminado para él. Por las noches aún le lloraba a Sehun, el hombre lo atormentaba con el último recuerdo que tuvieron y siempre, sin falta cada noche se reprochaba por haberlo dejado ir cuando era su fuente de felicidad.

Irene dejó de ser su linda amiga, ya no tenían nada en común y eso le hería, de alguna manera se quedó solo pues ella creó una enorme distancia y jamás se interesó en arreglarlo. Eligió el camino de la soledad y pensó que eso era lo que se merecía por haberse metido con un hombre que era prohibido, aún sí ella jamás se enteró. Una mañana mientras paseaba por el campus de la universidad con un montón de libros en manos, se tropezó con un chico y sus lentes cayeron, al igual que los libros.

El chico le ayudó entregándole los lentes y también los libros uno a uno, pero al fijarse en él, sus ojos se agrandaron enormemente.

— ¿Minseok?

— ¡Hey! Luhan, cuanto tiempo. Te ves, diferente.

Ambos se sonrieron de manera amigable pero Luhan se encontraba apenado por el comentario que recibió, era obvio que ya no le daba tanta prioridad a su apariencia y no se veía nada bien. Irene se lo decía todo el tiempo.

— Te ves muy bien. — Aclaró sorprendiéndolo.

G-gracias.

Ambos prometieron volverse a ver y así fue, era agradable volver a verlo de vez en cuando. Un amigo después de todo no venía mal cuando más solo se sentía, hacían tareas juntos y otras veces salían a comer. Poco a poco los mensajes se volvieron pan de cada día y forjaron una sana amistad que no exigía más que eso. Con él pudo desahogar todo el dolor y cuando bebía lloraba en su hombro el nombre de Sehun muchas veces. Minseok jamás le exigió más que ser su apoyo, estar juntos y superar juntos las amarguras de la vida, cosa que Luhan necesitaba más que nada en el mundo.

Cuando invierno llegó y el último mes del año se acercaba Irene le habló sobre la gran fiesta de año nuevo, en la que despedían cada año. Se sentó en el sofá donde él se encontraba leyendo el nuevo libro que le había recomendado Minseok.

— ¿Qué pasa?

— La fiesta de fin de año se acerca. — Dijo con una enorme sonrisa que desconcertó al castaño.

— Ah. — Dijo con desinterés, aunque más bien los recuerdos de esa última fiesta a la que fue, lo distrajeron en forma de flashbacks.

— Ni se te ocurra no ir, siempre vamos.

Hᴇᴛᴇʀᴏғʟᴇxɪʙʟᴇ [HᴜɴHᴀɴ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora