𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘

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CONFORME PASABA EL TIEMPO, Narcissa se adaptó a su nueva rutina

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CONFORME PASABA EL TIEMPO, Narcissa se adaptó a su nueva rutina. Seguía teniendo solo una comida al día pero durante los días que debía acompañar a personas importantes estos la invitaban a restaurantes o comía en la casa de estos. 

Extrañamente el presidente Snow había cumplido su palabra, Narcissa debía tener esas reuniones tres veces por semana, y durante esos tres días Johanna no era torturada, eso sí solo pudo hablar con ella la primera vez. 

Peeta era un caso muy diferente, ella no sabía que era lo que la hacían al pobre chico pero seguramente no era bueno por los gritos que él pegaba. 

Deseaba poder hacer algo por él, sin embargo ¿qué iba a hacer ella contra un montón de hombres más fuertes y altos que ella? 

Lo único que ganaría era que Johanna fuera torturada todos los días. 

Algo que si hacía era hablar. Desde el primer día Narcissa empezaba a hablar sobre una de las tantas historias que había leído. 

Esperaba que a Peeta y a Johanna esas historias le reconfortaran, la pelirroja quería hacerles saber que ella estaba para ellos. 

Ese día no debía asistir a ningún lado, por lo tanto eso implicaba que debía escuchar los gritos de Johanna y Peeta.

 Lo que ella hacía era cubrirse los oídos y quedarse dormida, por suerte su técnica siempre funcionaba y así no escuchaba a sus amigos sufrir. 

Al terminarse los gritos, ella esperó a que los torturadores se fueron y empezó a hablar. 

—Hoy terminaré el primer libro de la saga —empezó a hablar la pelirroja—. Harry y sus amigos deben enfrentarse a una serie de pruebas y detener a la persona que se quiere robar la piedra filosofal....

Entonces ella empezó a contarles el libro de la saga por la cual su nombre fue elegido. Harry Potter y la piedra filosofal. Ella tenía entendido que su padre era amante de esos libros, y sus abuelos también lo habían sido. 

Pero entonces los dos Agentes de la Paz abrieron su celda y ella se calló, lo que le sorprendió fue que al salir también notó como sacaban a Peeta de su celda. 

Ella no lo pensó y abrazó al rubio, quien no tardó en corresponderle el gesto. 

—Dios, me alegro tanto de verte —susurró la pelirroja mientras se separaba de él. 

—Gracias por todos esos cuentos Cissa —respondió él en voz baja mientras la pelirroja le daba una débil sonrisa. 

Los dos fueron llevados al mismo lugar donde la habían estado llevando a ella para arreglarla. Se sorprendió al notar que ambos eran arreglados. 

¿Acaso le iban a hacer lo mismo a Peeta? ¿Irían con la misma persona? ¿Por qué hoy y no otro día? 

Todas esas preguntas rondaban por la cabeza de la chica, habían muchas ideas pero ninguna le convencía lo suficiente. 

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐎𝐍𝐄 𝐃𝐀𝐘 || 𝐅𝐈𝐍𝐍𝐈𝐂𝐊 𝐎𝐃𝐀𝐈𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora