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Parte 1

Cuando Nunew despertó, supo enseguida que estaba solo.

Se removió entre las suaves sábanas, suspirando por las ganas de quedarse en la cama, pero sabía que no correspondía. Ese día debía lavar la ropa blanca de la semana, además que tenía una cita a la que ya dijo que asistiría.

Giró en la cama, quedando boca arriba, y sintió el semen escurriendo por su agujero. Zee anudó dos veces la noche anterior, con Nunew tan cansado que no se molestó en ir a limpiarse. Mejor así, el omega estaba un poco preocupado por no estar embarazado todavía. Zee no le decía nada ni le presionaba por eso, pero Nunew tenía un deber que cumplir con su marido.

Suspirando, terminó por ponerse de pie para ir a darse una ducha. Zee había salido dos horas atrás para ir a su trabajo. A veces, Nunew despertaba con él e iba a prepararle el desayuno, aunque en otras ocasiones no era así. Zee era bastante autosuficiente en ese sentido, pero a Nunew le sentaba un poco mal no poder servir al alfa como correspondía.

El próximo mes sería su aniversario de matrimonio. Cumplirían cuatro años de casados, y Nunew esperaba que Zee no lo olvidara como el año pasado. Le hacía mucha ilusión recibir alguna atención de su esposo, por pequeña que fuera, a pesar de que Zee no fuera un alfa demasiado cariñoso. Al omega no le gustaba pedirle demasiado, sin embargo, se sentía bien saber que su marido lo quería.

Ambos se casaron cuando Nunew cumplió los dieciocho años y terminó la secundaria. Había sido un matrimonio arreglado entre ambas familias, que pertenecían a la aristocracia del país. Una fortuna para Nunew, que era omega, pues muchas personas veían a los omegas machos como una desgracia. Sus padres no estaban muy contentos con él en ese sentido, pero se encargaron de arreglarle un buen matrimonio que trajera beneficios a la familia.

Básicamente, los padres de Zee tenían una deuda de dinero con la familia de Nunew. Sus papás decidieron perdonar dicha deuda, si el hijo de los Panich aceptaba a Nunew como pareja. Ellos se conocieron en una cena, Zee le echó un vistazo y dio su veredicto.

―Está bien, no tengo problema en casarme contigo ―comentó, tranquilo y sin una señal de asco.

Zee estaba saliendo de la universidad en ese momento, con veintitrés años. A Nunew le gustó mucho el porte elegante que tenía, su piel pálida y el aroma a cítricos que soltaba. Estudió Derecho y pronto entraría a trabajar en la empresa de sus padres.

Así que ellos salieron por un mes antes de casarse e irse a vivir solos. Nunew estaba muy asustado al inicio, sin embargo, Zee fue amable y paciente con él, y no le había tratado mal en ningún momento. Es decir, a veces discutían, pero nunca escaló a una pelea fuerte. Nunew siempre solía retroceder con rapidez, fue criado para someterse y era algo que salía naturalmente en él. No le gustaban los conflictos, y menos si eran con un alfa. Peor aún, si eran con su marido. Tal vez, si Nunew tuviera que definir su vida, diría que era un poco aburrida. No pasaban demasiadas emociones en su vida. Solía quedarse en casa gran parte del día, limpiando, ordenando o lavando ropa, esperando a que Zee llegara. Cuando el alfa regresaba, tenía la cena lista, comían, e iban a tener sexo. Incluso el sexo podía ser un poco aburrido, al menos para Nunew, que no lo disfrutaba particularmente. Al inicio sí, pero Zee fue dejándose cada vez más, y a veces follaban hasta que el alfa quedaba satisfecho. Podía haber noches en las que Nunew no tenía ningún orgasmo, pero Zee acababa, y las cosas terminaban allí.

No es como si el omega se lo reprochara o exigiera. No le gustaba exigir cosas, reclamar ni protestar por ese tipo de atención. Temía mucho enfadar a Zee y que le abandonara. De alguna extraña forma, con el paso del tiempo, llegó a quererlo. Puede que incluso lo amara, no lo sabía bien, porque tampoco tenía con qué compararlo. Sin embargo, no sabía si era recíproco. Es decir, Zee le decía que lo quería, pero no más que eso, y por lo mismo le daba miedo arruinarlo. Si el alfa lo dejaba, sus padres se enojarían con él, además de que no sabía trabajar en algo como para valerse por sí mismo, y estaba acostumbrado a esa vida que llevaba. Pudo haberle tocado peor, y no quería desestabilizar esa tranquilidad que ya había logrado.

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