Capítulo 2

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"BÚSCAME EN EL ATARDECER MÁS HERMOSO"

CAPÍTULO 2

No me esperaba ver a Marcelo ahí. Los otros grupos de fotografía se enteraron de su presencia y de inmediato el auditorio estaba a reventar.
Dio una plática sobre sus inicios y cómo es la industria de la fotografía, pero, a decir verdad, parecía más una plática informal y su asistente tenía que pasarle las notas cada vez que él olvidaba el siguiente tema.

Alrededor de mí estaba lleno de mujeres jóvenes suspirando y comentando lo guapo y distinguido que era, mientras los hombres lo miraban como ídolo.

Al finalizar la "clase" dio oportunidad a todos los estudiantes para que pasaran uno por uno a tomarse una foto o a que les firmara alguna fotografía.

SUSAN- Vamos a formarnos.

JULIA- Prefiero esperar un poco más, todos están amontonados y me da claustrofobia.

Me senté a esperar mientras lo observaba. Sus gentos eran más bien serios y poco expresivos, me preguntaba qué sentía al estar rodeado de tantos jóvenes llenos de sueños. De pronto, llegó el turno de alguien más, haciendo que Marcelo quedara dándome la espalda. Fui recorriendo cada parte de él aprovechando que no me miraba y traía puestas unas botas Dr. Martens de color negro, con jeans de mezclilla un poco ajustados. La camisa blanca sobresalía por debajo del saco negro que llevaba, el cual le daba un look elegante-rockero. Ese hombre tenía mucho estilo.

Claro, es el fotógrafo más importante, es italiano...debía tener un estilo especial. Pensé.

Entonces continué observándolo, su cabello me llamaba la atención porque era un tono castaño claro, muy brillante, cortado en finas capas que le daban una movilidad perfecta. Después vi sus manos, estas eran grandes, varoniles y en uno de los dedos tenía un anillo de plata con una calavera muy grande.

¡Dios mio! Eso es muy sexy. Me dije a mí misma.

Siempre fue amante de los hombres y su virilidad, quiero decir, en sí, me parecía que los hombres tenían ciertos detalles hermosos y sensuales que sólo ellos y nadie más podrían tener. Eso los hacía ser hombres. Todo el tema de la masculinidad me parecía fascinante.

Marcelo seguía dándome la espalda y sin querer, comencé a percibir todos esos rasgos que cualquiera podría llamar locos o exagerados, pero que a mí me volvían loca. De pronto se llevó las manos a la cabeza y acomodó su cabello de tal forma que me permitió ver esa línea perfecta entre el cuello de la camisa perfectamente doblado y su piel. Cuando me di cuenta, estaba nerviosa y hasta cierto punto deseándolo. ¿Qué me estaba pasando?

Cuando llegó Susan.

SUSAN- Es tu turno, sólo faltan cinco estudiantes.

Me levanté y caminé al escenario. Esperé un momento y cuando fue mi turno me metí a la boca una pastilla de menta, estas me ayudaban a calmar los nervios. Llegué hasta él y me miró serio.

MARCELO- ¿Qué tal? ¿Cuál es tu nombre?

¡¿Qué?! Parecía que no me reconocía. Apenas pude pronunciar mi nombre entre los nervios y la vergüenza.

JULIA- Ju-lia.

De pronto, sonrió y comenzó a reír causando mi desconcierto.

MARCELO- ¡Julia! Claro...te estoy bromeando.

Lo miré confundida.

JULIA- ¿Cómo, es una broma?

MARCELO- Sí, es una broma.

No me hizo gracia y él lo notó.

MARCELO- Perdón, soy malísimo con las bromas.

Verdaderamente estaba arrepentido, así que no me lo iba a tomar personal.

JULIA- Pensé que no te gustaba dar clase, dijiste que para ti eso era denigrante.

MARCELO- Tienes muy buena memoria.

Asentí con la cabeza.

MARCELO- Vine a verte.

Casi escupo la pastilla de menta.

MARCELO- Sí, vine a verte. Yo también tengo buena memoria y... recordé el nombre de tu escuela y aquí estoy. Sabía que te podía encontrar aquí.

No sabía qué decir ni cómo tomarlo.

JULIA- Bueno, pues... me da mucho gusto que me hayas encontrado.

Los dos sonreímos algo incómodos, ¿estábamos coqueteando?

MARCELO- Susan me dijo que estás buscando trabajo y... justamente estoy buscando una asistente. Si te parece, podrías trabajar conmigo como pasante.

Miré mal a Susan, porque yo no estaba buscando ningún trabajo.

JULIA- Yo... no...

Era una muy buena propuesta, trabajar con él me ayudaría demasiado en mi carrera y era el sueño de cualquier estudiante, pero...

JULIA- Está bien. Gracias. ¿Cuándo empezamos?

MARCELO- Nos vemos mañana en mi casa, a las 9 AM.

Su asistente se acercó con el director de la escuela y era momento de irse. Asentí con la cabeza y...

MARCELO- Julia, no te vas a arrepentir.

¿De qué se trataba todo eso? ¿Por qué me estaba pasando a mí? No lo sabía, pero aprovecharía la oportunidad.

Pasé toda la tarde buscando qué ponerme para mi primer día de trabajo, era la primera vez que lo hacía y no tenía idea de las etiquetas. Susan tampoco tenía idea, ella era una chica deschavetada de Nueva York y todo lo que sabía era temas de fiestas y reuniones sociales, ya que a su trabajo podía ir como quisiera. Así que no tenía un buen parámetro.

A la mañana siguiente, me arreglé para el gran día. Pensé que si iba a trabajar con un pintor tan importante debía ser más formal. Así que, me puse un pantalón de vestir, camisa negra, con suéter negro, cerrado y tacones del mismo color. Mi cabello era largo, café castaño y muy muy lacio, así que, únicamente lo levanté con un chongo y agregué mucho gel.

Ahora sí, me veía como toda una ejecutiva.

Al llegar a la casa, una de sus asistentes del hogar me abrió la puerta. Me miró de pies a cabeza y muy seria dijo:

ASISTENTE- El señor Marcelo la espera en el estudio.

Todo estaba tan limpio, ordenado y brillante, que me daba remordimiento hasta pisar el piso. Subí las escaleras con cuidado y al llegar al estudio, estaba cerrado. Dentro se escuchaba música clásica, toqué un par de veces y no tuve éxito. Y cuando estaba a punto de tocar una vez más, la puerta se abrió y ahí estaba Marcelo, vistiendo unos pantalones de pijama blancos con rayas grises, sin calcetines y sin playera. Estaba muy impresionada. No se supone que tu jefe te reciba así en tu primer día de trabajo.

MARCELO- Buenos días.

JULIA- ¿Qué tal?

Hice un esfuerzo por no verlo, pero fue imposible. Tenía un cuerpo espectacular y unos brazos... Definitivamente me tenía que concentrar en el trabajo.

Aquel día, lo ayudé a organizar cajas y cajas de fotografías que tenía. Estaba sentada en el piso con todo el desastre, cuando me encontré una caja con fotos viejas de una familia en el bosque.

JULIA- ¿Qué quieres que haga con estas?

Marcelo se acercó y se sentó a mi lado. Las tomó y las fue pasando una por una, hasta que llegó a una en la cual estaba la familia completa, dos niños y los papás.

MARCELO- Mira, somos mis papás, mi hermano y yo. Este día fuimos a acampar al bosque y tomé muchas fotos con la cámara de mi papá. Cuando fuimos a revelarlas estaba muy emocionado, fue la primera vez que me interesé por la fotografía.

Su rostro marcaba nostalgia y hasta cierto punto tristeza.

JULIA- Y... ¿todavía los ves?

MARCELO- No, aunque quisiera. Todos murieron en un accidente.

Se me caía la cara de vergüenza, me puse roja y comencé a mover las manos sin control.

JULIA- Yo...lo siento muchísimo. Perdóname de verdad.

Marcelo me miró por varios segundos y... se echó a reír.

MARCELO- ¡Estoy jugando! Claro que los veo. Los veo casi cada mes.

Lo estaba odiando más que nunca, quería darle un golpe. Estaba entendiendo que su humor era negro y no pensaba soportarlo. No me importaba quién fuera, así fuera el mismo Rey de Roma.
Se dio cuenta de que su broma me afectó demasiado y entonces se puso serio.

MARCELO- No, Julia. Perdóname. De verdad perdóname, hago muy malas bromas. Bastante pesadas y...

Bajé la cabeza apenada, como si estuviera a punto de llorar. Me tapé los ojos con la mano y respiré profundo. Marcelo se angustió más y...

MARCELO- Julia, ¿estás bien? Dime qué pasa.

Lo miré a los ojos con dolor.

JULIA- Es que... yo sí perdí a toda mi familia en un accidente. Y... quisiera que también fuera una broma.

Se puso blanco de la impresión, abrió los ojos lo más grande que pudo y se llevó las manos a la cabeza.

MARCELO- No, no, no. ¡Soy un idiota!

Entonces, me eché a reír sin parar y él me miró muy desconcertado. Y sínicamente dije:

JULIA- No me mires así. ¡Es una broma!

Quería matarme, lo podía ver en su mirar. De pronto, respiró y sonrió vengativo, como un animal salvaje que está a punto de cazar a su presa. Por instinto corrí y el vino detrás de mí. Y cuando me di cuenta estábamos jugando a las atrapadas como un par de niños. Yo gritaba emocionada y él trataba de agarrarme, divertido.

MARCELO- ¡Ven acá, Julia! ¡Te pasaste!

Corrí detrás de las fotografías y las cajas, hasta que alcanzó a tomarme de la mano y uno de mis tacones se atoró en la alfombra. No me pude sostener, grité y caí al piso junto con él.

Mi pecho estaba muy agitado y cuando abría los ojos él estaba encima de mí. Nuestras caras estaban muy cerca. Estaba asustada, no sabía cómo reaccionar. Y él comenzó a recorrer cada milímetro de mi cara con sus ojos, los cuales me miraban curiosos y llenos de deseo.

¡Esto no puede ser! Pensé.

Entonces, tomó el cabello pegado a mi mejilla y lo quito muy tiernamente.
¿Qué estaba a punto de pasar? No podía quitar mis ojos de los suyos. Nunca pensé tenerlos tan cerca, eran color miel, como los míos, pero los suyos tenían unas cuantas motas de color verde olivo. Y las pestañas que los adornaban los hacían ver como los ojos más hermosos y sexis de este planeta.

Marcelo comenzó a acercarse cada vez más, me iba a besar, eso era un hecho, y yo no iba a tener las suficientes fuerzas para detenerlo. Estaba a punto de hacerlo, cerré los ojos y me entregué a lo que fuera a pasar. Cuando susurró con su voz tranquila y sincera.

MARCELO- No puedo hacerlo Julia. No quiero que pienses que te he traído para esto.

Abrí los ojos y esos labios gruesos y rojos me estaban pidiendo a gritos que los besara. Así que, sin pensarlo, lo tomé del cuello y lo jalé para besarlo. No puso ninguna resistencia, y lo que comenzó como un beso dudoso, ahora era un beso decidido y apasionado sin ser grotesco. El mejor beso de mi vida.

PalomaDF

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