Capítulo 2

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Draco

El humo inundaba la habitación de Draco, de sus dedos pendía un cigarro casi terminado mientras que la otra mano sujetaba una pluma entintada sobre un pedazo de pergamino. Había estado por horas observando por la ventana el enorme jardín de la mansión mientras esperaba pacientemente por las respuestas que aparecían sobre el papel.

De pronto el mundo se sentía tan agobiante, se sentía como si llevara todo el peso del universo sobre sus hombros. En unas horas estaría casado con Hermione Granger. Jamás había imaginado que terminaría así y mucho menos a cuenta de su familia.

Sus ancestros estarían probablemente retorciéndose en sus tumbas de saber que una nacida de muggles sería la señora Malfoy ahora. De haberlo podido evitar, lo habría hecho. Pero a veces era necesario hacer sacrificios para obtener lo que se desea conseguir, su madre moriría de angustia si Draco no recuperaba el dinero de su familia. Esperaba que al menos se madre se sintiese más segura así, habían recibido todo tipo de amenazas de muerte y cartas de odio desde que habían salido libres del juicio. El podía proteger a su madre, pero era necesario tomar cartas en el asunto para que los dejaran en paz.

Sabía que los Malfoy y los Black hubiesen preferido morir antes de abrir sus puertas a alguien como Granger. Que gran escándalo, que gran insulto. Pero eran tiempos complicados y además de recuperar el dinero Draco compraría la seguridad de su madre con ese matrimonio. La gente tenía que creer lo buenas personas que eran, tal vez así las amenazas en contra de él y su madre pararían. No es que le importara mucho realmente la opinión pública, pero era algo que se tenía que hacer.

No quería casarse con Granger. Nunca había querido casarse con Granger. En la escuela había sido un idiota con ella, pero realmente jamás la odió, había sido un niño estupido, él lo sabía. No negaría lo guapa que era, incluso en Hogwarts lo había notado, pero jamás imaginó que se casaría con ella. El mundo ciertamente parecía un poco obsesionado con ella, podía ver porqué. Siempre fue buena en la escuela y al parecer era toda una salvadora. La forma en como la miraba la gente era simplemente impresionante. Incluso él mismo se sentía curioso.

"Deberías hablar con ella antes de llegar al altar" Apareció en el pergamino unos minutos después. Él tomó la pluma y comenzó a escribir su respuesta inmediatamente.

"Estaré casado con ella dos años, seguro habrá tiempo para hablar después. Además no tengo nada que decir" Escribió y dejó caer la colilla del cigarro por la ventana.

"¿Estás bien? ¿Necesitas que vaya a verte?"

"Te necesito. Pero eso no será posible, te veré después de la boda" Escribió él.

"Ni se te ocurra pasar siquiera una sola noche con ella. Te veré pronto"

"Te veré pronto" Dijo dejando a un lado la pluma. Aún no se había puesto la corbata y ya se sentía sofocado. Solo quería terminar con todo ese espectáculo. Miró el reloj a un lado de su librero y sintió cada segundo martillando sus oídos. Vertió el último trago que quedaba de su botella de whisky en el vaso que había usado toda la tarde, estaba probablemente cerca de embriagarse y era exactamente lo que necesitaba para no colapsar camino al altar.

Continuó viendo por la ventana, las cortinas se movían con la fría brisa, podía escuchar a lo lejos los murmullos de las personas llegando a la boda. Risas y murmullos que celebraban una mentira, todas las personas reunidas para celebrar esa ridícula unión.




Hermione

La persona que Hermione veía frente al espejo se parecía mucho a ella, era una versión mas bella de sí misma. Aquel vestido blanco había sido hecho a su exacta medida para resaltar su delicada figura. La mujer en el reflejo llevaba un maquillaje tan sutil que parecía ser parte de ella naturalmente, su cabello estaba recogido en un bonito moño que dejaba al descubierto sus hombros, un bonito velo colgaba con elegancia de su cuidado peinado y sus manos estaban cubiertas por guantes blancos que cubrían toda la piel hasta los codos. El vestido era extraordinario sin duda, aunque no había tenido opinion en él estaba bastante satisfecha con el resultado, habían hecho un gran trabajo haciéndola lucir verdaderamente hermosa.
Como si por debajo de todo aquello no estuviese una Hermione pálida y ojerosa que no había dormido o comido bien en días. Nadie se imaginaría que debajo de esas largas pestañas el corrector tapaba el rastro de las lágrimas de la noche anterior.

Mrs. MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora