Capítulo 19

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Los días pasaban y cada vez lo suyo con Malfoy se volvía más intenso, y a ella le encantaba aquello. Él parecía estar más que dispuesto a demostrarle lo mucho que ella le gustaba y la forma en la que lo hacía tenía a Hermione con su corazón latiendo a mil por hora. No desaprovechó ni un momento para robarle besos que los dejaban a ambos sin aliento, cada rato libre de trabajo se lo dedicaba a ella tal como había prometido, la acompañaba tardes enteras a la biblioteca para leer juntos algo nuevo y le había dejado enseñarle cada película que ella quisiera ver.

Había adoptado la costumbre de dejarle flores en su habitación, rosas, peonías y orquídeas. Aunque ella amaba las rosas, las orquídeas blancas que le había regalado Malfoy combinaban más con la decoración de su habitación a la cual le había puesto mucho empeño para hacerla lucir cómoda y bonita.

Era normal entrar y encontrar un nuevo ramo junto a su cama cada día, pero un día por la mañana encontró de nuevo una pequeña sorpresa en su escritorio de trabajo, era solo una flor, una dalia negra. Estaba en el medio, sin ninguna nota, nada más que la propia flor. Se le hizo un poco extraño que no hubiese nota, los ramos que Malfoy le enviaba siempre tenían algo escrito. Aquel color siempre le había parecido curioso para una flor y aunque era demasiado contrastante con las que Malfoy normalmente le daba, aún así le pareció hermosa.

Cuando regresó a casa encontró a Malfoy en su habitual lugar de trabajo, ella entró a su oficina y se acercó a saludarlo como todos los días. Él la atrajo hasta sí mismo para que se sentara sobre su regazo —Hola— Le dijo antes de darle un pequeño beso en los labios. Hermione sonrió. Los ojos grises de él fijos en nada más que ella y sus labios iluminados con una sonrisa —Te ves hermosa ¿Te fue bien hoy?

—Gracias. Si, me fue bien hoy— Dijo acomodándose sobre él —¿Tienes mucho trabajo?— Él suspiró mientras miraba el desastre de papeles sobre su escritorio.

—Un poco.

—¿Quiere que te ayude?

—¿Podrías?— Ella asintió.

Trabajaron toda la tarde, él le enseñó el orden de cada documento, la forma en la que debían ser llenados, le explicó algunas cosas de su empresa y cuando ella había entendido todo, ambos se pusieron a trabajar hasta que el sol se escondió. Hermione había creído que él jamás le dejaría acercarse a sus asuntos de trabajo, pero dejarla hacer todo aquello era una prueba de confianza muy grande.

—Gracias por ayudarme— Le dijo tomándola entre sus brazos, ella apretaba su mejilla contra su pecho.

—Cuando quieras puedo hacerlo— Se quedaron así por un largo rato, últimamente hacían eso, abrazarse en silencio mientras apreciaban el contacto físico del otro. Hermione amaba escuchar su corazón en su oído, era perfecto para lo pequeña que era ella en comparación con él. Después de un rato la llevó arriba, todos los días la acompañaba hasta la puerta de su habitación y se iba, pero aquella noche la tomó de la mano y la detuvo en el pasillo antes de llegar a su puerta.

—Hermione— Le dijo para llamar su atención, ella se detuvo y lo miró con una pequeña sonrisa —Duerme conmigo esta noche— Le dijo, ella notó en sus ojos la súplica y la necesidad de no dejarla ir. Su corazón se aceleró y seguramente sus mejillas se pusieron rojas —Por favor— Agregó él —En mi habitación... o la tuya, no importa. Pero duerme conmigo esta noche.

Hermione sabía que podría decirle simplemente que no, que no estaba lista para ese paso aun, pero él no le estaba pidiendo nada más que dormir y ella si quería dormir a su lado. Así que asintió, aún cuando sus manos y piernas temblaban de nervios.

Mrs. MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora