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Jaskier y él no compusieron una canción, pero a Eskel no pudo importarle menos. 

Tenía una suave pero firme sonrisa en la boca ahora. Jaskier estaba durmiendo en la cama que se encontraba a un lado de la suya, y su grata compañía le recordó a Kaer Morhen, cuando todos se reunían por fin luego de meses viajando solos.

Habría sido agradable si Geralt hubiera llevado a Jaskier alguna vez. El bardo tenía una hermosa voz y un excelente manejo del laúd, estaba seguro de que tanto sus hermanos como Vesemir habrían disfrutado la energía de sus presentaciones. Él la había disfrutado.

Ahora, puede que eso no fuera una opción. Después de todo, sus sospechas parecían ser ciertas: Jaskier y Geralt no se habían separado en buenos términos. De hecho, tenía que ser bastante malo si el bardo incluso insistía en llamarlo "carnicero" en su canción. A Eskel no le gustaba inmiscuirse en los problemas ajenos, pero el agrio olor del enojo y la tristeza eran imposibles de ignorar, así que intentó disimuladamente obtener un poco de información al respecto.

Jaskier, sin embargo, era una tumba, y él no iba a escarbar sin permiso en ella.

Por la mañana, tan pronto como el bardo despertó, le preguntó si quería acompañarlo a la cacería. Había estado nervioso como el infierno, pero Jaskier no tardó ni dos segundos en asentir, y pronto ambos se encontraban recogiendo a Lil' Bleater y Scorpion del establo.

Le extrañó que Jaskier dudara antes de aceptar montar con él en Scorpion, pero antes de que empezara a preocuparse, el bardo ya estaba oliendo a felicidad.

El trayecto fue distinto a cualquier cacería que había tenido durante toda su vida como brujo. Jaskier hablaba, cantaba, bromeaba y tarareaba. Conversaba con él, con Lil' Bleater e incluso con Scorpion, quien sólo movía las orejas de vez en cuando en respuesta. Quizás no era la mejor manera de rastrear a un monstruo, pero Eskel no tenía ninguna prisa. Además, era agradable poder conversar con alguien que te respondía con oraciones completas en lugar de balidos o resoplidos.

Cuando por fin se encontraron con las sirenas, todo fue incluso mejor. Apenas estaba formando la señal de Igni cuando una llamarada salió disparada desde su lado, pero el dueño era Jaskier, quien había sido cubierto por el aura rojiza con el que lo había conocido, aquella que envolvía su cuerpo con la forma de un ave. Eskel no se dio cuenta de cuán sorprendido estaba mirándolo, hasta que Jaskier lo vio de vuelta con una entusiasmada y enorme sonrisa en su rostro.

―¡Nunca había hecho esto! ―gritó el ojiazul con emoción, y viéndose contagiado, Eskel rió en respuesta antes de lanzarse hacia las sirenas para rematarlas en cuanto las llamaradas se lo permitían.

―¿Nunca habías luchado? ―preguntó mientras degollaba a las criaturas, y rápidamente terminaron con todas ellas.

El aura de Jaskier comenzó a desaparecer mientras se acercaba a él.

―Nunca ayudé en una cacería. No con mi magia, al menos ―respondió. El olor de la tristeza apareció levemente, pero aún fue mayor el de la alegría―. Creí que debía esconderme, si hubiera sabido que no me matarían apenas supieran que era un fénix, habría hecho esto desde el principio.

Eskel guardó silencio, fingiendo concentrarse en limpiar su espada mientras pensaba en una respuesta adecuada.

Lo más probable es que Geralt tampoco hubiera intentado matarlo de haberse enterado, ni ninguno de sus hermanos más cercanos, pero no podía decir lo mismo de todos los brujos, mucho menos de los humanos. 

―Jask, no quiero desanimarte, pero no estoy seguro de que todos reaccionen bien a tus poderes ―dijo con sinceridad, y cuando se giró para ver la reacción del bardo, tuvo que tirar rápidamente su espada al notar que el ojiazul estaba a punto de desmayarse. Alarmado, lo atrapó antes de que cayera y lo bajó lentamente para sentarse con él en la hierba.

Jaskier sólo se desvaneció un par de segundos y rápidamente pestañeó, intentando recomponerse aunque lucía perdido, por lo que Eskel se mantuvo sosteniéndolo aún, esperando pacientemente aunque recordaba con preocupación que, el día anterior, Jaskier estuvo a punto de desmayarse también.

―Eskel ―llamó el bardo intentando ponerse de pie. Él lo ayudó, dudando sobre si podría mantenerse firme tan pronto.

―Jaskier, ¿estás enfermo? ―preguntó. No era su intención entrometerse, pero si podía ayudarlo de alguna manera, Eskel lo haría sin dudar. No podía considerarse amigo de Jaskier aún, pero el ojiazul le agradaba, esperaba serlo algún día.

―No ―negó con una sonrisa y se rascó la nuca―. Como voy a morir pronto ya no mido mi energía..., mierda. Lo arruiné, ¿no es así?

La respuesta de Jaskier cayó sobre él como un fuerte puñetazo en la mandíbula. El hedor de la tristeza llegó completamente esta vez, el mismo que aparecía cada vez que sus conversaciones se dirigían a lo que sea que hubiera pasado con su hermano.

Tragó saliva, y preguntó mirándolo fijamente: ―¿A qué te refieres con que vas a morir? ¿Geralt...? ―se calló de golpe. Jaskier se había tensado al escuchar el nombre, y el corazón le latía tan rápido que Eskel temió haber ido demasiado lejos. El hedor de la tristeza se combinó con el del enojo y el aire se sentía agrio en su boca.

―Sí, él es la razón por la que voy a morir tan pronto ―suelta con molestia, alejándose de él―. En unas semanas, probablemente, o tan pronto como logre terminar la maldita canción ―hace una pausa y, tras un suspiro, murmura―: en realidad, olvida lo que dije. Fue mi decisión después de todo.

Tras oír la última frase, Eskel está seguro de que el hedor del enojo no proviene sólo de Jaskier.

Geralt había pasado por muchas cosas; Melitele sabe cuánto había soportado el pobre tipo. Sin embargo, eso no le daba a su hermano el maldito derecho de hacer sufrir a quien había hecho tanto por él y por la reputación de todos los brujos. Mucho menos, al punto de hacer que deseara poner fin a su propia vida.

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⏰ Última actualización: Jan 10 ⏰

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Burn | JeskelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora