❝𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐅𝐢𝐯𝐞❞

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Odiaba la cena, Mansi Golden, odiaba con todo su corazón las cenas, tal vez porque se veía a sí misma envuelta en estas desde pequeña o por la fuerte inclinación de Asteria Lion para charlar de los "asuntos" familiares en estas.

Los avox iban y venían; bailaban una melodía qué ya todos conocen, una noche noche para su madre, sin embargo, en su habitación encerrada se encontraba la señorita Golden. Cepillando su cabello, ¿Qué más podía hacer?, ella era un retrató poco precisó de la idea en la mente de varios; Altanera, Poderosa, fuerte, brillante e Independiente. Ella nisiquiera pudo expresar a sus padres el deseó latente de dejar aquella universidad para correr al Ballet Nacional de Panem.

Ella vivía bajo las reglas, deseos y necesidades de sus padres, hasta la llegada de él, Sejanus Plinth para muchos un capricho, el deseo de lo prohibido para ella, la esperanza. Alejarse de Asteria, el capitolio, crear una diferencia con sus contactos Mansi pensaba sería fácil llegar a ser alcaldes del dos, ambos estarían dispuestos a mejorar, la idea la habían imaginado mucho y aunque ninguno de ellos daba el paso eran conscientes que querían ese futuro hasta claro los Décimos Juegos del Hambre.

A escondidas de Asteria, Mansi había rogado a Thomas no comprará un tributo para ella y que si era posible protegiera a la niña que le había tocado como Mentora había tratado, sin embargo, era un peso que aún arrastraba. Ginnee, había muerto en el bombardeo rebelde y Mansi se enteró varios días después tras eso apenas se interesó en los Juegos, ya que había pasado días con Sejanus tratando de hacerlo entrar en razón tras un suceso del que solo se había enterado porque su hermano mayor tenía una debilidad por esos ojos de cachorro.

Desde esa conversación con Jake, ella lo sabía, No confiaba en Gaul tampoco en Coriolanus y mucho menos en el Capitolio, su hermano había sido claro, al igual que su familia.

- Gaul, tiene historia con mamá - recordó las palabras de Jake - Ella odia a los Lion, los Lion la odian a ella - continuó - Es un asunto de tiempo, pero es mejor mantenerse al margen, ella no dudará en matarnos por ser hijos de Asteria Y sinceramente no quiero que terminemos como efectos secundarios de rencores de escuela.

La mujer era cordial aunque solo eso ambas eran hipócritas, Asteria depositaba cheques a su laboratorio con en "de Golden" bien presente cada que hacían una de sus donaciones y Gaul se encargaba de dejar en claro la "superioridad" académica qué presentaba sobre la esposa de Thomas.

La idea que antes no podía ni pasar por su cabeza nuevamente la abrumaba, ¿amaba a Sejanus? O era el manantial en medio de su desierto. Hace unos meses tras su muerte estaba segura era amor, pero ahora dudaba tal vez la insistencia de todos o la cantidad de información que tenía que procesar y esos espacios en blanco que apenas trabajaba en llenar.

Ella podría perdonar que la dejó aquella noche, estaba dispuesta a perdonar el dilema en el que la metió con sus padres al irse tras jurar que los enfrentaría, incluso sería benevolente con las múltiples veces que fue llamada "amiga" frente a los Plinth, pero nunca podría estar en paz sabiendo que estaba lejos de ser la mujer que él amaba aunque ahora ni siquiera pudiera afirmar sus sentimientos.

En ese momento, evitando una crisis apareció, él mismo Thomas Golden, una sonrisa radiante y su cabello ligeramente alborotado era evidente había huido de su trabajo para ver a la pequeña de la familia.

- ¡PA! - exclamó alegré brincando de la silla - No esperaba verte, creí que tendrías una reunión

- Tengo una reunión, pero la reprogramé para verte - comunicó con un tono de voz más serenó - ¿Qué tal el primer día superestrella?, serás una gran investigadora

𝐆𝐨𝐥𝐝𝐞𝐧 𝐒𝐧𝐨𝐰 | Coriolanus Snow Donde viven las historias. Descúbrelo ahora