Su fin de semana había sido largo, sumamente tedioso ya que al final del dia pasaría sus últimas semanas de verano con la doctora Gaul o tal vez era por las imágenes de la enamorada de su ‘’Amigo’’ que lo habían perseguido; No importaba si era en la biblioteca, su habitación o en la madrugada. Evitaba salir de sus aposentos, no estaba en sus mejores días, sin embargo, debía levantarse, él tenía un objetivo en mente.
Fue larga su ducha, fría para despertarse necesitaba despejarse. Al salir fue hábil al cambiar la bata por su ropa. Un look casual de verano que consiste en un chaleco blanco de punto con ribete verde, una camisa a juego abotonada y unos pantalones beige con el chaleco que tiene un cuello en V y es sin mangas, perfecto para pasar gran parte de su día encerrado en el laboratorio con Gaul.
En la mesa cuando salió se encontró con un desayuno envuelto delicadamente seguramente obra de Ma; Eran panecillos y té, los cuales guardo en la mochila que Strabo había regalado apenas se enteró de sus ‘’prácticas’’ con Gaul.
El camino fue largo, aunque lo disfrutó estaba fresco por la mañana y la ciudadela había dejado de ser imponente a sus ojos; Los pasillos eran conocidos, incluso sabía dónde podría esconderse de Gaul y sus insoportables exigencias. Entró en el lugar esperando la visión habitual de su Mentora, molestando con sus mutos pero no. La vida parecía darle en pequeñas dosis todo el karma que tenía pendiente.
Estaba ella con su cabello dorado; un vestido de tweed blanco con correas de perlas y un collar dorado con una G. El vestido es corto y ceñido. Las correas de perlas son anchas y el collar es de un solo hilo. Era obvio que ella no sabía lo que la mujer había hecho a Clemensia, su mejor amiga, por eso mismo ambas parecían tener una amena convivencia dentro de lo posible con un profesor, fueron segundos para que ambas mujeres notarán la presencia del rizado.
— Coriolanus, Acércate, por favor - Exclamó poniendo su mano en el hombro ajeno con una sonrisa - La señorita Golden nos va a acompañar a partir de ahora, hazla sentir en casa. Esperamos que su talento se quede del lado del mal. - bromeó dejando en manos de la rubia unas llaves - Iré a ver a mis mutos… Alimenten a los charlajos.
El rostro de la persona más molesta que conocía estaba distorsionado, sus hermosos ojos azules cambiaron, se oscurecieron, era inevitable que viera desvanecerse su figura, sus delicadas manos agarraban la bolsa, el agarre de su mano libre sobre la mesa mientras su lucha interior era evidente. Ciertamente sabía que uno de ellos era el portador de la noticia por la que Sejanus había mierto; Cuando Gaul se fue, la mirada azul se volvió hacia Snow.
— ¿Dónde están las malditas aves? - bufó dejando su bolso en la mesa más cercana -
— Vamos - vociferó serio mientras señalaba el camino al cuarto donde se encontraban las aves -
La comida estaba afuera de la puerta, ambos la tomaron cuando el rubio notó como las manos de la chica temblaban. Existía la posibilidad de ser un héroe a los ojos de Mansi, más aceptación por parte de los Golden y tal vez volver a su antigua relación con Tigris, pero ya era demasiado tarde porque la joven decidió terminar rápido.
Ella y su tonto vestido prístino se posaron entre los pájaros que parloteaban mientras ella intentaba alimentarlos, pero la comida cayó al suelo y la tardanza al recibir sus comida los llevó a la desesperación. Pero cuando Coryo entró, se hizo un profundo silencio ante un solo pájaro. Los charlajos empezaron a emitir un sonido muy reconocible para ambos. Coryo discutió esto con Gaul, usando a los charlajos como objetos de tortura, pero no esperaba que se tomara el tiempo para pensarlo detenidamente o usarlo en esta situación.
Toda la comida se derramó y sus ojos brillaban mientras los charlajos imitaban algunas palabras con la voz de Sejanus. Estaba seguro de que Golden se soltaría a llorar, pero no pasó mucho tiempo antes de que notara que sus manos se cerraban mientras les aplicaba fuerza, su suave mirada se intensificaba. Mientras comenzaba a golpear la jaula, Mansi sentía que la ira la hacía temblar nuevamente, el hormigueo poco a poco fue aumentando hasta extenderse por su cuerpo, los gritos que contuvo ante las instrucciones de su madre para evitar volver a ser relacionada con un traidor.
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𝐆𝐨𝐥𝐝𝐞𝐧 𝐒𝐧𝐨𝐰 | Coriolanus Snow
Fiksi PenggemarNecesitaba estar a su lado. Lo extrañaba, necesitaba verlo, sentirlo o incluso oírlo en las palabras de los que eran cercanos, sin embargo, para Coriolanus, Mansi Golden, La eterna enamorada de Sejanus, era solo un objetivo adicional, su apellido Go...