Eres más allá de mi obra maestra, eres la única persona a la que nunca le haría daño, te convertiste en mi debilidad, en la única persona por la que haría lo que fuera, la única por la que cruzaría cualquier línea.
Y a pesar de que yo me vaya e inte...
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Na-mi comenzó a abrir los ojos lentamente, en seguida apareció el dolor de cabeza por la resaca, entrecerró los ojos sin moverse, y abrió los ojos completamente al percatarse de que estaba en el hotel, se giró lentamente y apretó los labios para no gritar al ver a Moonjo a su lado y que estaba abrazada de él. Él seguía dormido y con cuidado se separó de él, levantándose de la cama para vestirse, mientras se colocaba su camisa blanca, le regaló un vistazo a Moonjo, no había notado que se veía muy lindo mientras dormía, se veía cansado.
[...]
La chica salió con delicadeza de la habitación del hotel, dejando al hombre con el que había estado la noche anterior, el hombre que la había hecho gritar hasta el cansancio.
Tallaba su rostro, tratando de tranquilizarse, recordando todo lo que había pasado con su vecino, mientras caminaba para ir a cambiarse a la pensión, no podía creer que se había dejado llevar y había amanecido con el hombre que tanto le habían advertido.
[...]
Por otro lado, Moonjo comenzó a abrir los ojos, lo primero que hizo, aún medio dormido fue sonreír y girarse a su lado, pero la sonrisa rápidamente desapareció cuando vió que no había nadie a su lado. Se levantó de golpe y se colocó el bóxer, para comenzar a buscar a Na-mi en toda la habitación, pero ella ya no estaba.
Soltó un suspiro, maldiciendo en su cabeza, pero habían estado juntos, ella ya no podía escapar de él.
Ya era suya.
[...]
Na-mi se apresuró a cambiarse y con una toalla mojada limpio todo su cuerpo, no iba a bañarse ahora en la pensión, lo único que quería era salir de esta para no encontrarse a Moonjo.
- ¡Na-mi!- llamó la señora Eom, saliendo de su pequeño cuarto.
Na-mi apretó los ojos, deteniéndose de golpe, se sentía tan apenada aunque la señora Eom ni siquiera lo sabía.
- ¿Ya te vas a trabajar? ¿En que momento llegaste?- enarcó las cejas con curiosidad y acercándose a la chica que vestía una blusa de manga larga holgada, de color beige y pantalones blancos.
Na-mi no tuvo más opción que girarse, dándole la cara a la señora, mientras la casera trataba de descifrar que era lo que ocurría, Na-mi le regaló una sonrisa nerviosa y la señora se forzó a mostrársela también.
La castaña tragó seco y aclaró la voz para hablar. - Si, ya me voy a trabajar.- por fin respondió, apretando los puños, mientras buscaba una excusa para largarse de ahí.
- Ah...- susurró la señora, mirándola atentamente. - Anoche no llegaste a dormir.- Na-mi apretó la mandíbula en un instante y su cuerpo comenzó a sudar. - Y también noté que- La señora fue interrumpida por el teléfono de la chica, lo que la hizo soltar un suspiro de alivio, la había salvado, o eso pensó, cuando miró de quien se trataba y su cuerpo se sintió débil y a punto de caer. La señora Eom trató de ver de quien se trataba, pues la mano de la chica temblaba mientras veía su teléfono.
