Pero para poder contar esto se debe de retroceder unos cuantos años en el tiempo...
Visitando un extenso valle cubierto completamente por magueyes, con algunos cerros y laderas pequeñas en sus lejanías y en medio del basto terreno, una gran hacienda blanca...El inframundo, residencia y propiedad del Charro negro de turno.
Pero no es el mismo que todos conocimos:
Desde horas antes a la salida de los primeros rayos mañaneros, decenas de obreros, peones y personal de TODAS las edades abandonaron a duras penas sus viviendas — miserables construcciones de adobe aledañas a la vivienda señorial — para arar los campos, recoger las cosechas, atender los corrales y el establo, y desde luego, dejar todo perfectamente servido para sus patrones...
Y sí, la cosa curiosamente iba en plural: "Patrones". Un joven matrimonio poblano que en otros tiempos — muchos años antes de heredar el puesto — se había hecho fama de caza fantasmas por todo México, ofreciendo sus servicios casi como lo haría un vendedor de puerta en puerta, liberando a pueblos enteros de sus espectros y maldiciones solo a cambio de provisiones y hospedaje temporal. Evidentemente, esos días habían quedado atrás.
El patrón, que seguían sin descubrir cómo era que lo hacía y que siempre se encontraba levantado mucho antes que el propio gallo, ya se hallaba recorriendo a caballo su basta propiedad. A diferencia de sus antecesores charros y aunque, con su poder, bien pudo haber elegido delegarlo a algún capataz empleado, él se había autoimpuesto obligaciones y responsabilidades que iban desde lo básico que le correspondía como administrador, hasta lo más bajo que pudo haber sido cubierto por un simple criado en ocasiones.
Y lo mismo aplicaba su mujer, que a pesar de tener a su disposición a docenas de cocineras, sirvientas y demás, prefería ensuciarse las manos y hacer sus labores ella misma: Llegando a adiestrar a las mujeres, la nueva servidumbre y a los obreros más inexpertos, incluso durante los días en que ella y su marido visitaban el mundo de los vivos.
Todo esto y más hacían ellos bajo la penetrante mirada vacía de los viejos retratos de sus antecesores, que permanecían silenciosos en el salón principal...
Solitarios y polvorientos, como siempre, con dos nuevos agregados como su única novedad, situados muy cómodamente junto al Charro que alguna vez tanto les persiguió y que ahora, ya no existía.
Simultáneamente, en otro lado vemos cómo un grupo de obreros demuele los restos que quedan de la enmohecida feria negra: Cómo recogen las carpas, empacan el espejo y la lotería, desensamblan el tiro al blanco y entre protestas mueven de lugar a Magdalena, la mujer oruga.
— ¡Óiganme, no! ¡Les digo que no! — Reclamó ella, descalabrando con su gran fuerza a un empleado —¡¿Cómo se atreven?!, ¡¿Qué pasará conmigo?!
Pero fue silenciada de inmediato cuando uno de ellos sacó la botella que contenía su alma y la destapó, atrapando a Magdalena dentro.
Leo pasó de largo junto a ese drama, vigilando con cierta indiferencia que todo saliera bien, volteando los ojos y retomando su camino, pasando junto a la zona acuática de sus dominios: El jardín botánico; una serie de edificios de cristal y vidrio — inspirado en el "Invernadero mexicano" de París— que él mismo había construido a manera de sortijas...
(Arte hecho con ayuda de la IA de Microsoft)*
Por su parte, metida entre la tierra y las plantas, sosteniendo la larga falda ornamentada de espinas que normalmente arrastraba, Xóchitl ya se encontraba atendiendo a sus Adelfas o "laureles rosas", unas florecitas vistosas y aparentemente inofensivas, conocidas por secretar la miel más tóxica del mundo...Todo mientras la servidumbre — en operación hormiga — acarreaba frascos y frascos con dicho elixir y otros productos a la destilería y los molinos.
— ¡Buenas, patrón! — Dice alguien más en otro lado — ¿Hoy toca inspección del ganado?
— ¿Ya repararon la cerca del potrero? — Respondió Leo a secas, bajando del caballo — ¿Separaron a las reses enfermas?
— Todo listo, patrón.
...
— Hasta ahora es el más rápido que han traído. El pardito de por allá, iren...— Explicó horas después uno de los encargados del establo mientras sus patrones tomaban el café del desayuno.
— ¿Cuánto corre? —Preguntó Xóchitl.
— Alcanzó los sesenta y dos por hora, patrona. Buen puntaje pa' no ser de carreras. ¿Creen que les sea de utilidad?
— Podemos probar esta noche — Respondió Leo, dándole un laaargo sorbo a su jarro mientras abrazaba a su flor por la cintura — ¿Qué dices, chula? Lo montas tú o lo monto yo y hacemos carrera con el Pinto...
— Puees...— Dijo ella, pícara ante la propuesta — Hoy vence el trato del señor Gómez y si no mal recuerdo, tenemos cena con el señor Maximiliano en el sesenta y cinco. Será mejor llegar "temprano".
Mientras ambos se coquetean con la mirada, obtenemos un acercamiento a su oficina dentro de la hacienda, en donde varios libros con fechas históricas anotadas yacen bajo de lo que parece ser uno de los portales del charro, mismo que yace "cerrado", rotando sobre su propio eje encima de una base del tamaño de una pera.
Luego, el tiempo se adelanta una vez más y esa misma noche los vemos cabalgando sobre una siembra de nopales con el tal Gómez a rastras, amarrado por una pierna con el látigo de Leo y por la otra con una enredadera que brotaba de la manga de Xóchitl. Después, cenan en un edificio extremadamente elegante junto a un emperador importante a quien también se muestran explicándole un contrato hecho en papel y tinta.
—Entonces...Si lo hago ¿Me ayudarán?
Todo esto para, tan solo unos segundos después, avanzar al futuro de manera extraña...Al momento en que este mismo hombre se encontraba contra un paredón, a segundos de morir fusilado.
—Dijeron que lo harían...Ustedes...— Gimoteaba el hombre en su mente, con la mirada perdida más allá de donde se encontraban los responsables directos de matarlo — ¡Dijeron que estaban del lado de...!
— ¿De sus valores y políticas humanas? — Le respondió una voz espectral, segundos antes de la orden de fuego — Prometiste tu alma como pago. Si gustas, podremos discutirlo cuando te veamos en...casa.
Y así, gracias al poder fantasma de viajar en el tiempo, vemos a Leo y a Xóchitl atravesar por diferentes épocas sin envejecer y haciendo tratos de todo tipo con diferentes personalidades de la historia: Maximiliano de Habsburgo, Benito Juárez, Porfirio Diaz, Francisco Villa, Emiliano Zapata y muchos, muchos más, incluso cerca de nuestros tiempos...Fingiendo ser amigos de todos y traicionándolos sin excepción al culminar sus plazos.
Y es que a diferencia de sus antecesores en el puesto, ninguno de los dos hacía gala tan abiertamente de su título en el mundo de los vivos, sino que esperaban...Presentándose como una simple pareja acaudalada que sabía de ventas y era poseedora de negocios o propiedades importantes.
Nunca les había gustado llamar demasiado la atención.
Continuará...
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Fuego de infierno - Leochitl
FanfictionEntonces, ella obtuvo su propio cuadro en el salón de sucesión... Su huipil reemplazó los colores de la flor de cempasuchil por los del nopal de tunas rojas, y de él brotaron espinas que solo se retiraban cuando Leo se le acercaba. Los pueblerinos...