Capítulo 4. El teatro del absurdo

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- ¡AGUAAAAAS!- Gritó Leo - Charro, arrojando a través de las ventanas del banco cúmulos y cúmulos de personas amordazadas y amarradas con látigos entre sí como si fueran bolas de queso Oaxaca. 

- ¡AAAAAHHHHH! 

- Uuuuh...Yyyyy, cayeron en el bebedero de los caballos. - Dijo la contraparte de Xóchitl, quien observaba hacia afuera desde el segundo piso de la institución.

- ¡Ja! ¡Y esos me dan diez puntos! 

 - Pff, presumido... 

-¿Ah, qué dices? Bien, ¿Por qué no lo intentas, querida? - Preguntó Leo, con una mezcla de tonos desafiantes y coquetos - ¿Crees poderme superar? 

- Agh, sí, sí, ya quítate - Y yendo hacia el cúmulo total de rehenes que tenían, la versión malvada de la fantasma se debatió mentalmente entre una bola de banqueros temblorosos o una de las bolsas con dinero que acababan de "robar", indecisa - Veamos...¿Mano de obra o fondos, mano de obra o fondos? - E hizo levitar ambas cosas con sus poderes. 

- ¡AGH! ¡Suéltenos! ¡Tú, mocosa de m...! - Bramó uno de los banqueros, al tiempo en que juntaba saliva y le escupía con desprecio. 

Pero Xóchitl detuvo el escupitajo en el aire, antes de que la más mínima partícula la tocara si quiera y con su poder provocó que el sentido de la dirección cambiara, regresando al anciano su propia saliva como si se hubiera escupido a sí mismo. 

-¡Puajj! ¡¿Pero qué crees que haces, escuinc...?!

- Eres un asqueroso, despreciable...- Resolló ella, murmurando entre dientes y arrojando con furia a la bola de caballeros por una ventana que aún tenía cristal. 

Tras esto, Leo silbó con los dedos provocando que una de las cuerdas que tenía en la silla de su caballo se enroscara en la pierna del banquero con violencia - ¡Pinto! - Ordenó, y el animal paró las orejas - Llévatelos, ándale. Destos' no nos sirven. 

Y su caballo, negro como la noche, echó a correr tan rápido como pudo con la bola de banqueros a rastras.  

- ¿Y? ¿Dónde cayeron? 

Entonces Leo estiró el cuello para ver por la ventana y dijo:

- Mmm...En el chiquero, justo donde deben estar. 

- ¡MMGHHM! ¡MMGHHHH!

- ¡MMGHHHH! - Tras ellos, también amordazados y amarrados en bola, Leo, Nando y sus amigos contemplaban impotentes lo que sucedía, aún sin entender quiénes eran ese par y que, oh Dios, ahora iban hacia ellos. 

El Leo charro tomó entonces a su contraparte bruscamente del cabello y le observó, obligándolo a mover la cabeza de lado a lado. 

-Iggh...Iuggh...Ajjh...- Y haciendo caras y gestos, cada uno más raro y gracioso que el anterior, ambos maleantes intercambiaron miradas de incredulidad y finalmente lo soltaron- Mmm...Lástima - Dijo Leo con pesar. 

Xóchitl entonces fue hacia su "otra yo" y la tomó del mentón con cero amabilidad, obligándola a mirarla. Era como verse en un espejo, tal cual...Solo diferente por la ropa. Pero su atención cambió rápido, centrándose de forma casi hipnótica en Teodora, Nando, los alebrijes...

Simultáneamente, Leo se paseaba con paso balanceante por el lugar, enfocándose entonces en el barco globo que permanecía suspendido afuera.

 - Ah...- Suspiró - Querida, ¿Recuerdas que le pasó al nuestro? 

- ...¿Eh? ¿Qué? 

Y señaló con la cabeza hacia la ventana - ¿Te acuerdas que teníamos uno? ¿Qué le pasó? 

-...No lo sé, siempre era un problema en dónde lo dejábamos. Rodaba por aquí y por allá y...- Y Xóchitl chasqueo los dedos, recordando -  ¡Ay chulo, pos'se nos cayó por un barranco en Juchitlán! 

- No, no, ese era el de los otros "otros", chula - Dijo Leo - Digo, sí, también lo perdimos nosotros, pero no era nuestro ¿Te acuerdas? El otro, otro...del-del otro - Y tras algunos segundos de remembranza dudosa, ambos se miraron con complicidad. 

De inmediato los vemos vaciar las bóvedas, aventando al barco de nuestros héroes todo lo de valor que encontraron tanto en el cardumen como en las pocas grandes casas circundantes: Joyas, reliquias, pinturas exóticas, jarrones y candelabros, aldeanos, ganado equino y bovino...Y uno que otro objeto que no sabían ni para qué era, pero que igual podrían servir. 

- ¡MMGHMM! ¡MGGHHH, MMMMHGGG! - Jadeaban y se retorcían nuestros héroes, al ver cómo unos poderes semejantes a los del charro los hacían salir del banco y los depositaban ahí, sin más, en la calle. 

- ¿Qué? ¿Qué dicen? - Preguntó Leo - Charro mientras desataba las amarras del barco.

- ¡MMGGHH! ¡MMMMMHHHH!  

-Ay, con estos... ¡Yo no habló "rehén", lo siento! - Exclamó él, como si pensara que no lo escuchaban - Ah y por cierto...- Entonces sacó un arrugado pedazo de cartón de su bolsillo, mismo que decía "San Miguel el Grande - Medio", y lo dejó sobre la cabeza del Leo normal- Te voy a dar medio real por el barco ¿Sí? 

Y Leo lo miró, incrédulo. 

- ¿Qué?... Ay no me digas, no aceptas billete... - Exclamó el otro, girándose para hablarle a su mujer - ¡Florecita! ¿Tienes cambio?...No, ¿Sabes qué? ¡No sé ni para qué les pago! Son pésimos "Viene-viene". 

Y guardándose de nuevo el medio real, Leo-Charro se dio la media vuelta y abordó el barco que ya era pilotado por Xóchitl, alejándose flotando en las caras de nuestros héroes, arrastrado además por el ganado que Leo había adaptado para que tirara de el desde tierra.  

- ¡MMMGGHHHHH! 

- ¡Adiositoooo! - Y en eso, estrellaron adrede la parte lateral del navío contra una de las casas cercanas, teniendo una salida aparatosa. 

Pero lo que no sabían, era que mientras ellos hacían todo su show, Xóchitl, Teodora y Don Andrés trataban de contrarrestar con sus propios poderes el efecto del látigo que los mantenía apresados. Un látigo que funcionaba la misma magia del Charro, a quien ya habían enfrentado...Y vencido en el pasado.

No era la primera vez que debían lidiar con eso. 

Finalmente, entre forcejeos y torceduras, Teodora logró liberarse...Aunque saliendo disparada dando maromas sobre el lodo. 

- ¡¿MGH?! ¡MMMMGHGHHH! - Exclamó ella, histérica y quitándose la mordaza de la boca, resollando indignada - ¡Santa Chancla de las modistas!, ¡¿Cómo...Se atreven?! Mi...Mi vestido de Luis Vuitton - Y se revisó a sí misma, con las manchas de lodo en su vestido haciéndola montar en cólera y liberar a sus amigos de una vez - ¡LEO! ¡AGH, HOMBRE REACCIONA! 

- ¡¿Qué acaba de pasar?! 

- ¡¿Leo, qué....?! 

-Oghh... - Pero nuestros héroes apenas y supieron qué decir, pues no acababan de procesarlo. Paralizados, veían cómo el barco se alejaba, chocando de tanto en tanto con algunas construcciones y dejando caer un pequeño rastro de monedas desde la parte de atrás... 

Fue entonces que Xóchitl y Teodora tomaron la iniciativa y corrieron a un establo cercano en dónde varios caballos relinchaban y pataleaban asustados, tranquilizando y liberando a varios de ellos. 

- ¡LEO! - Clamó la florecita, subiendo a uno y yendo hacia él - No sé que es lo que está, am...¡Luego vemos eso, hay que recuperarlo! 

- ¡¿Pero y los aldeanos?!

- ¡¿Qué no escuchaste?! ¡LUEGO! - Bramó Teodora, apretando los dientes - ¡NANDO!, ¡DEJA DE ESTAR EN LA LELA Y YA SUBE! Esos dos me las van a pagar...¡ARRE! 

- ¡AJAY! ¡TE-TEODORAAA, AGUANTAAAAA! 

- ¡Ya rugieron! ¡Órale, Don Andrés! 

- ¡Corred, lagartija! 

Con dos niños en cada caballo y Don Andrés montando el lomo del Alebrije, empezaron una persecución contra sus misteriosos atacantes. 


Continuará...

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⏰ Última actualización: Apr 19 ⏰

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Fuego de infierno - LeochitlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora