En fin...Estos no son los Leo y Xóchitl que todos conocemos.
¿Pero qué clase de eventos provocarían que jóvenes tan rectos, puros y centrados como ellos terminaran compartiendo el puesto de manera tal?, ¿Qué camino los condujo hasta semejante destino?, ¿Qué fue diferente en comparación con sus contrapartes canónicas?
Dos palabras:
Un beso.
Ah, pero noooo, tampoco me refiero a ese beso fugaz de tres segundos que se dieron para no volver a verse jamás. No. De hecho, el beso que compartieron estas versiones fue un tanto más apegado al del storyboard original:
Un beso más bilateral, cargado de sentimentalismo y que expresaba todo lo que ninguno se atrevía a decirle al otro en voz alta. La única diferencia fue que...Al ser este un poco más largo, el Charro no hizo lo mismo que otros villanos, esperando a que se despidieran para continuar.
Aaah, no. Este Charro, ya viendo que llevaba todas las de perder y tras haber estudiado al niño durante tanto tiempo, teniendo que esperar años para atraparlo, pensó rápido y una muy curiosa reflexión pasó por su cabeza: Se había tomado demasiadas molestias para con este simple niño, y todo para que, dentro de unos años, tuviera que volver a repetir la misma estrategia para que otro ocupara su puesto...Era todo un fastidio.
Todo sería más fácil si tan solo pudiera producirlos en fábrica, como lo hacen las parejas humanas...— Pensó de pronto, coincidiendo este pensamiento con el momento justo en que Xóchitl le devolvió el beso a Leo —Las parejas humanas...— Repitió, cayendo en la cuenta de que la solución a todo ese proceso de selección estaba ahí, justo frente a él.
— ¡Lo tengo! — Gritó, y su forma gigante se transformó en una masa voladora de polvo negro que se dividió en tres direcciones: Una hacia Xóchitl, otra para el interior de la hacienda y la restante hacia el cielo, en busca del cristal que contenía el poder para ver a los muertos.
Fue tan rápido que nuestros héroes apenas y alcanzaron a percatarse de lo que pasaba: Tras soltar a Leo, el polvo se enroscó en la pantorrilla de la fantasma y la arrastró por el suelo, acercándola a él.
— ¡XÓCHITL! — Exclamó un Leo horrorizado, quien de inmediato saltó y trató de aferrarse a ella en vano.
Al ver esto, Teodora, Don Andrés, Alebrije y hasta Chuy trataron de sujetarla para evitar que se la llevaran, pero todo esfuerzo fue inútil. En medio de gritos, forcejeos y varios disparos con sus rayos verdes, la pobre terminó siendo sujetada por el cuello, los brazos, la cintura y las piernas con unas "lianas" negras que la llevaron hasta quedar frente al espejo donde, horas antes, Leo se había observado a sí mismo.
— Mírate niña...—Escuchó decir al Charro, quien usó las lianas para sostenerle la cabeza y obligarla a ver su reflejo — Mírate...
Al mismo tiempo, la tercera parte de polvo que había ido en busca del cristal regresó, partiéndolo a la mitad en el aire e introduciendo a la fuerza uno de los fragmentos dentro de Xóchitl, atravesándole el pecho.
—¡NO, NOOOOO! — Bramó Leo, corriendo tanto como se lo permitieron sus piernas — ¡DÉJALA! ¡ES A MÍ A QUIÉN QUIERES!
Entonces...El espejo se oscureció y todo se sumió en un silencio sepulcral de golpe.
Xóchitl había dejado de forcejear de pronto, de sus manos ya no emanaba el brillo verde de sus poderes. Leo no dejó de correr con la esperanza de liberarla y los otros le siguieron bien armados, Nando, indeciso, le indicó a Rupertino que saliera por el portal y echó a correr tras ellos cuando...
— ¡AAARAGGHHHH! — El reflejo de una Xóchitl malvada, semejante a como había hecho el de Leo, se hizo visible al otro lado del cristal y disparó contra la barrera del espejo que la separaba de su "yo" buena al tiempo en que el cristal dentro de Xóchitl brillaba y la forma gaseosa del Charro la envolvía con una barrera de cactáceas y nopales que brotaban del suelo, recreando a su vez sobre ella y gracias a sus poderes, lo que parecían ser hueso, músculo, cabello y piel...Una piel viva, joven y tersa. Moldeándola a imagen y semejanza de su apariencia como fantasma.
Pero antes de que pudieran tan siquiera arremeter contra las plantas, un estallido los empujó lejos, excepto a Leo, quien se arrojó contra la escena furioso, perdiéndose entre un resplandor blanco.
— ¡Aléjate - de - mí Xóchitl!
Después, lo último que se escuchó algo extraño, como el rugido de un animal. El resplandor permaneció cegando al resto de nuestros héroes durante casi quince segundos, empujándolos finalmente por el portal, de vuelta al mundo de los vivos y cerrándose tras haberlos expulsado.
— ¡No, Leo! ¡LEOOOOOO!
. . .
Y sobresaltado, con la piel desnuda empapada en sudor y los ojos desorbitados, el Leo Charro de la actualidad se despertó.
Aturdido, cayó en cuanta de en dónde estaba ahora. Recorrió su enorme habitación con la mirada, observando la ventana, el reloj, sus cortinas, el biombo para la ropa y sus sabanas, bajo las que una Xóchitl de diecinueve años dormía plácidamente...
O eso parecía.
— ¿Tuviste ese sueño otra vez? — Le preguntó ella, anunciándole que la había despertado.
— Sí...Perdón. No quería despertarte.
Pero ella no respondió, sino que simplemente se levantó, cubriendo su propio pecho con las sabanas y abrazándolo para acurrucarlo junto a ella.
—¿Quieres que te prepare un té? ¿Algo de leche tibia?
— No, no, yo...Descuida...Así estoy perfectamente — Respondió él, rodeándola afectuosamente con su abrazo — Solo...Quédate así conmigo.
Ambos se quedaron en silencio por un largo rato, mirando hacia el techo y las paredes, mismos que Xóchitl modifico para que imitaran a la bóveda celeste en movimiento y que Leo complementó agregando versiones miniatura de galaxias, planetas y todo tipo de constelaciones para que flotaran en el cuarto...Sus nuevos "dulces pa' los ojos".
Casi siempre lo provocaban involuntariamente, cuando se sentían románticos o hasta pasionales, pero a pesar de ser los terribles entes que eran, también gozaban hacerlo cuando querían sentir tranquilidad.
— ¿Tú ya no lo sueñas? — Preguntó entonces Leo.
— A veces — Respondió ella mientras le hacía "piojito", pensativa y con cierto aire inseguro — Pero es...Muy raro. Confuso y...Da miedo.
Al escucharla, Leo se enderezó, subió para alcanzarle el rostro y la beso suavemente, envolviéndose en un abrazo bajo las estrellas.
Continuará...
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Fuego de infierno - Leochitl
FanfictionEntonces, ella obtuvo su propio cuadro en el salón de sucesión... Su huipil reemplazó los colores de la flor de cempasuchil por los del nopal de tunas rojas, y de él brotaron espinas que solo se retiraban cuando Leo se le acercaba. Los pueblerinos...