capitulo único

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Para Suguru Geto                                                                                                                                     29/4/2008                                                                                            

Hola.

La verdad es que no se bien como empezar esto.

Tenía ganas de escribirte para actualizarte todo, o que mínimo sepas que estoy bien, aunque no se si te importe, y aunque nunca te voy a mandar la carta porque no tengo ni idea de donde mierda podrías estar, si estas vivo, si comiste o si algún día vas a volver.

Desde que te fuiste no paso muchísimo: misiones, exorcismos, maldiciones, noches de insomnio, una extraña sensación de vacío constante y todo lo relacionado. Supongo que me entendes bien. 

Mejore bastante en mi forma de pelear, estoy orgulloso de eso.

Shoko también mejoro considerablemente. Fuma más que nunca, se va a morir a los 20 la muy boluda.

Te extraña, aunque haga de cuenta que no. También esta distante con todo y todos, pero lo disimula bien.

Y yo estoy bien, mejor que nunca me atrevería a decir. Tengo a Shoko, estoy más fuerte que nunca, me divierto y la paso fantástico. Aunque si estoy algo cansado, últimamente me cuesta dormir.

El otro día te vi en la parada del tren. O por lo menos pensé que te vi, porque cuando me acerque ya no estabas. No se si fue real o solo mi imaginación.

Supongo que nunca lo sabre.

Supongo que nunca sabre nada.

No, no sé nada. Así que me encantaría que me respondas todo, que me expliques pacientemente. Que un día te dignes a tocar la puerta, me abraces y me digas que todo fue un error, que fuiste un pelotudo y que te perdone, que me amas más que a nada y que nunca debiste irte. 

¿Alguna vez me amaste? Porque si realmente lo hacías debiste demostrarlo.

Pero bueno, ya paso. Viendo el lado positivo, fuiste una enseñanza. Después de todo, si nunca sangras, nunca vas a crecer.

Y ahora todo está bien.

Pero éramos algo ¿No?

Hablando por horas, misiones juntos, toda la plata que te debo de los juguitos que me comprabas, las peleas por boludeces, las sonrisas, las risas, mis chistes malísimos, tus chistes aún peores, contarnos cosas que nadie sepa, escucharte hablar sobre todos tus intereses, que me escuches hablar sobre cualquier cosa que se me venga a la cabeza, seguir todas las locas ideas del otro, las miradas, los latidos, las noches en vela por jugar a los jueguitos (siempre perdías), los abrazos, los roces, los bastante frecuentes cumplidos, que me lleves en bicicleta a todos lados, las excusas para quedarme un rato más en tu pieza, las películas con pochoclos, las salidas, todas las canciones dedicadas, intercambiarnos ropa, comer juntos, los no muy discretos regalos, los besos...

Todo

Lo fuiste todo.

Y estoy segurísimo de que, si mis deseos se hicieran realidad, hubieses sido vos. 

Si mis deseos se hicieran realidad, estarías acá, al lado mío.

No tengo nada para defenderme: Me pasa por nunca irme lo suficientemente bien por mi cuenta, termino sobrepensando todo. 

Estar solo conmigo siempre es una tortura.

El otro día soñé con vos. Estabas haciendo cosas piolas, disfrutando tu vida. Conocías a una mina y te enamorabas de ella.

Ella era astuta, inteligente y elegante. Y vos estabas tan enamorado de ella que dejabas todas tus ideas raras sobre exterminar a la humanidad para estar a su lado.

Y cuando me desperté estaba llorando.

Porque ella era todo lo contrario a mí y aun así decidiste tirarlo todo por ella. 

Algo que claramente no hiciste conmigo.

Y yo sé que era solo un sueño, que nada de eso realmente paso (o quiero creer), que solo fue otro victorioso intento mío para hundirme aún más en lo profundo, pero no puedo evitar pensar que, capaz, si yo no fuera tan infantil, tan inseguro, tan egocéntrico, tan egoísta, si no fuera tan yo, te hubieras quedado. 

¿Por qué? ¿Hice algo mal? ¿Fue todo mi culpa? 

Mi parte racional me dice que obviamente no, que deje de ser tan egolatra por pensar eso, vos quisiste irte por tus razones personales y no por mí. Pero algo dentro de mi dice que si tanto me querías, mínimo me hubieses explicado todo, aunque sabias que yo lo sabía. Mínimo te hubieses despedido antes de matar a 112 personas. Mínimo lo hubieses intentado.

Y te odio. Te odio más que a nada. 

Odio que seas un asesino psicópata que quiere matar a todos, odio que de la nada hayas cambiado, odio que de un día para el otro te conviertas en un completo desconocido, odio tu discurso de villano barato de película, odio que hayas desaparecido de la vida de todos, odio no saber nada de vos, odio extrañarte como nunca extrañe nada en el mundo y, sobretodo, odio no poder odiarte.

Porque, la puta madre, te amo. Te amo más que a nada.

Y duele, duele más que nada.

Al que verdaderamente odio es a mí.

Odio que todo esto me sobrepase, odio mi forma de ser, odio ser tan mala persona, odio nunca haberme dado cuenta de todo por lo que estabas pasando, odio levantarme todas las mañanas sintiendo que el mundo se me vieje abajo, odio estar atrapado en esta mente, odio vivir con esta culpa, odio ser tan ridículo, odio sobrepensar, odio intentar autoconvencerme todo el tiempo que todo está bien, odio mi actitud y odio absolutamente todo lo que venga de mí.

Y si escucharas esto ¿Me dirías que soy hermoso? ¿me dirías que me queres así como soy, "con cicatrices y todo", como solías decir?

Nunca tuvimos un tutorial de como amar, nunca seguimos las reglas del juego, pero hicimos que valiera la pena, hicimos que funcionara.

Pero sabes que los amores más grandes de todos los tiempos terminaron. 

Supongo que nunca se sabe.

Y es otro día despertándome solo.

Yo persisto y resisto la tentación de mandar todo a la mierda, irte a buscar por todo el mundo y preguntarte: ¿Si algo hubiese sido diferente, seria hoy todo diferente?

Porque éramos algo ¿No? 

Algo muy especial. 

Y solo puedo pensar que hubiese sido dulce si pudiera haber sido yo.

Que hubiese sido lindo que fuera tu indicado.

Hubiese sido divertido que hubieses sido mi indicado. 

El indicado. 

                                                                                                                                                                Con amor, Satoru

 



















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