Los Lobos de La Push

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Habían pasado dos semanas desde la llegada de Stiles a Forks, faltaban dos meses para que concluyeran sus clases en línea y después por fin podría ingresar en la Preparatoria para cursar su último año allí.

Unos golpes en la puerta sacaron de su concentración al castaño.

–Has olvidado comer, otra vez– Jacob entraba al cuarto con una charola llena de comida: fruta picada, un estofado de venado y un pudín de vainilla

–Lo siento. Ya solo me hace falta media página y terminaré este ensayo– dijo Stiles sin despegar la vista de la computadora

–¿Cuándo entregas ese trabajo?

–La semana que viene– Y nada más contestar eso sintió cómo era arrastrado con todo y silla lejos del computador, eso se sintió como un deja vú

–Terminas de comer y te alistas. Te llevaré a un lugar– El moreno amaba ver comer al de lunares, era como ver a una ardilla engullendo una gran nuez hasta resaltar sus mejillas

–¿Jha fonte te llevathas?

–Come bien, te vas a atragantar. Y respondiendo a tu pregunta te llevaré con la Manada

Stiles como pudo pasó la comida por su garganta para después exclamar –¡¿Qué?! Pe-pero no tengo nada presentable ni siquiera tengo un obsequio para entregar al Jefe. ¡Jake! ¿Por qué no me dijiste antes?– Y sin más trató de bajar a la primer planta pero unos brazos lo detuvieron

–Hey, ¿a dónde vas? Stiles, no es necesario que hagas algo de eso. Nosotros no...– Pero de en balde sirvió decir eso ya que el menor se escapó de sus manos. Culpa al aroma de café y bosque que tiene el chico

Bajó a la primera planta para ver cómo la gran mayoría en la sala se reían por los nervios del más chico en la cocina.

–Podria hacer pato a la naranja o un lomo de cerdo relleno. ¿Hay ingredientes en la nevera? Tal vez tengamos que salir de compras

Todos miraban con diversión y cariño al castaño.
Era más que seguro que no iba a poder hacerlo cambiar de opinión así que tres horas después estaban subiendo toppers, refractarios y charolas llenas de comida al Jeep.

–Repíteme una vez más por qué hiciste tanta comida– Jacob manejaba y Stiles iba en la parte de atrás cuidando que nada se cayera

–Es importante. Cuando se va a conocer a una Manada y mucho más a un Alfa, o Jefe en este caso; sigo encontrando bastante curioso eso pero ya lo veré después, el punto es que no se puede llegar con las manos vacías y menos en este caso que no soy un miembro y aparte humano– dijo el de lunares en tiempo recort siendo un milagro que no se hubiera quedado sin aire de tan rápido que habló

–Aún me sorprende como puedes hablar sin quedarte sin aire tanto tiempo– dijo Jacob mirando por el retrovisor al castaño

Y ahí estaba otra vez esa sonrisa de la que cada día se iba enamorando más y más. Stiles era un chico tan hermoso, y no solo físicamente sino en todos lo sentidos, le había hablado poco acerca de la Manada y este se había preocupado por detalles tan mínimos como un presente, ansiaba el día en que pudiera decirle todo y poder ser una pareja (solo si Stiles quería obviamente, no va a forzarlo a nada)

Cuando llegaron a la Reserva muchos de los cachorros miraron con curiosidad el Jeep, algunos empezaron hasta a seguirlos y los adultos, aquellos que habían reconocido a Jacob y habían entendido a través de la conexión se empezaban a dirigir a casa de Sam.

Cuando Jacob aparcó ayudó a Stiles a bajar todas las cosas que habían llevado. El humano estaba nervioso, culpa al miedo que quedó en él después que Scott lo expulsara pero se ha dicho a si mismo muchas veces que eso no volverá a pasar, la Manada de Jacob se oye tan buena y perfecta y él confía en que así es.

Sabes lo que tienes... Pero te da igual dejarlo ir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora