Epílogo. Solo espero que hoy no me baje el período...

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。・。・EPÍLOGO・。・。

Caminaba lentamente, aferrada al brazo de alguien. Ese alguien me susurraba algo, pero la verdad es que no conseguía entender qué estaba hablando. Una melodía armoniosa llenaba el espacio, no muy invasiva pero suficientemente alta para poder disfrutar de ella.

Murmullos y gestos de mucha, muchísima gente. Sus ojos brillando, multitud de sonrisas, por acto reflejo también los imité. Parpadeaba casi a destiempo, era la primera vez que llevaba pestañas postizas y era algo complicado.

Todo era tan deslumbrante, blanco, sentía la mirada recorrer de un lado a otro aquel verdoso jardín. Los pétalos de los árboles caían sobre la larga alfombra roja, la misma que yo estaba cruzando.

Alguien tocaba el piano, otra persona reía, creo que también había un perro ladrando de fondo, por suerte para mí ningún crío, no quería joder el mejor día de mi vida. Porque estaba allí, finalmente lo vi. Contuve la respiración, quise llorar, soltar a mi madre y salir corriendo a sus brazos.

Choso.

Él aún estaba serio pero atento a todo, y cuando nuestras miradas chocaron, me sentí la persona más afortunada del mundo. Aquel traje oscuro con corbata a juego le quedaba como anillo al dedo, el mismo que teníamos puestos. Quise llorar, pero tampoco quería estropear el maquillaje. Fui fuerte, un par de pasos más y pude tomar sus manos.

-Estás preciosa -su voz era como el tacto del terciopelo.

Una suave caricia en el dorso de mis dedos, luego en mi mejilla, realmente estaba aguantando mucho las lágrimas, me colocó el velo hacia atrás para admirar mi rostro con todo detalle. Hoy hasta él lucía bien descansado, eso o que también le habían maquillado las ojeras para parecer más fotogénico, aún así, esa cicatriz sobre su nariz seguía intacta.

-Mira quien fue a hablar.

Un leve carraspeo nos hizo mirar hacia el cura que se encontraba al altar junto a nosotros, casi se me había olvidado la presencia del resto del mundo. Fueron unos largos minutos recitando los votos, los mismos que había ensayado tantas veces frente a Maki meses atrás.

-Y ya puedes besar a la novia -dijo por fin ese tipo.

Y Choso no perdió el tiempo, tomó mi cintura y me inclinó a la vez que me besaba con todo el amor del mundo. Noté tantos flashes y gritos cuando eso sucedió.

-¡¡¡Un aplauso a esa pareja que está enamoraaaaada!!!

-¡¡Viva!! -corearon el resto entre aplausos y ovaciones.

Estupido Yuji, luego me encargaría de avergonzarlo en el banquete.

Salimos de la iglesia casi corriendo por el pasillo y nuestros queridos invitados nos recibieron lanzando arroz encima, maldita tradición de mierda. Acabaría sacando trozos del vestido hasta después del banquete, seguro. De refilón vi una cabellera rosada que nos lanzó un puñado con bastante mala leche. ¡Quien ríe el último ríe mejor!

Ya nos sentamos en el restaurante, Choso a mi lado en la misma mesa, junto a mi madre y el hermanito pequeño de mi ahora marido. El banquete no se hizo esperar, lo único malo que yo tenía el paladar de un crío y no podía comer las mismas cosas que el resto, pero bueno, para algo era mi maldita boda. Cortamos el pastel, habíamos elegido un diseño no muy esperpéntico pero lo suficiente bonito para subirlo a Instagram y que pareciese que teníamos buen gusto.

Debo decir que organizar todo fue un maldito dolor de cabeza en el mismo momento en que Choso me pidió la mano en nuestro aniversario. Muchas invitaciones, muchas cosas que pensar, tantos planes, y por supuesto el dinero. Mi novio se había encargado de hablar con su padre sobre el tema, y él gustoso nos prestó una buena cantidad sin pedir nada a cambio.

Breakfast (Choso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora