Capítulo V

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"No soy un pájaro; y ninguna red me atrapa: soy un ser humano libre con una voluntad independiente."

-Charlotte Brontë

El viaje fue breve, pero los pensamiento intensos

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El viaje fue breve, pero los pensamiento intensos. No conocía muy bien a los Bliven. Sabía que eran una familia importante. Darren, el novio y prometido de mi hermana, era un lord. Mi, desafortunado, futuro esposo también lo era. Estaría con gente importante, mis padres querían que actuase como la mujer ideal, y tampoco los haría pasar el ridículo, pero no pensaba ni de lejos ser sumisa y dejarme engatusar por Harri ni nadie.

Cuando llegamos nos bajamos del carruaje y vimos la gran mansión Bliven. Mi casa era grande, pero esta, era inmensa. Podía albergar miles de personas si lo quisiese, de seguro organizaban muchas fiestas allí. Era una mansión color rojo que parecía bordó. Y los techos eran negros.

Al lado de mi hermana y junto a mi familia, caminamos hasta la puerta, donde una empleada nos las abrió. Por dentro, la casa era lujosa. Blanca y sobrecargada de objetos de aparente valor.

Por la izquierda apareció un hombre, parecido a mi padre en la forma de vestir. Tan alto como él y de pelo castaño canoso.

—¡Es un placer recibiros en nuestra morada!, pasad —nos recibió alegre.

Estrechó la mano derecha con Dylan y detrás de él apareció una mujer adulta y bien vestida, pude reconocerla como Morwenna Bliven, había ido en dos ocasiones a beber el té a mi casa, con mi madre.

Mientras íbamos pasando, el hombre, cuando Lasair y yo pasamos frente a él, nos detuvo.

—¡Así que vosotras sois mis futuras nueras! Es un placer conoceros —Nos hizo una reverencia—. Me llamo Hedd Bliven, señoritas. A su servicio.

Mi hermana, emocionada, le sonrió.

—El placer es todo mío, señor Bliven —le dijo mi hermana.

Yo solo sonreí lo mejor que pude y seguí avanzando. Me adentré en la sala de estar. Allí vi a Darren al lado de una chica joven de la mano de un chico y, a su lado, otro muchacho. Miré para otro lado y sonreí, porque estaba Elena, hablando con su hermana Maygan y su madre.

Caminé para acercarme a Elena, pero de pronto escuché una voz a mi lado. Volteé a verlo y era el muchacho. Joven, de pelo castaño.

—Tú has de ser Cadwyn, ¿cierto? —preguntó con timidez.

Después de mirarlo, algo decepcionada porque mi alma deseaba ir con Elena, le hablé.

—En efecto. ¿Y tú Harri?

Él asintió nervioso. No había notado que traía las manos en la espalda, porque cuando las sacó de ahí, me extendió una rosa roja. Pude notar como temblaba ligeramente. Giré por un segundo a ver a Elena. Ella estaba mirando, intrigada.

Cadwyn: mi dulce amor (LGBTQ+) PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora