"El primer amor es una pequeña locura y una gran curiosidad."
-George Bernard Shaw
Limpiándome con el paño, miré con algo de vergüenza a Elena.
—Gracias —le agradecí con nervios en la voz.
—No es nada, Cadwyn, aunque, ¿qué haces aquí? —preguntó bajando su tono de voz.
—¿Te refieres a lo de que iba a ser...?
Ella asintió. Miré el piso avergonzada, sabiendo que no había logrado ser tan rebelde como me lo había propuesto.
—Lo bueno es que te veré seguido —sonrió con dulzura.
Levanté la mirada al escucharla y, al verla, me ruboricé levemente. Ella río. En medio de la escena, ya que estábamos en la puerta de entrada a la casa, llega Harri, con su nerviosismo que se volvería característico.
Tembloroso llegó y se acercó a mí.
—Cadwyn, ¿te encuentras bien? Tu hermana nos ha explicado que eres vegetariana, lamento el mal trago —Me intentó tomar de los hombros al ponerse a mi lado para guiarme dentro de la casa, a lo cual yo me dejé. Elena solo me sonrió y entró tras nosotros.
Al volver a la mesa, me encontré con el plato vacío. Los demás tenían la carne de antes, que me daba un cierto malestar. Odiaba saber que aquello que comían alguna vez tu vida, temor. Al rato me trajeron una ensalada y pude empezar a comer con los demás, en silencio. Mi padre y Hedd hablaban de forma animada y a veces Darren se metían en la conversación para acotar algo. Nadie más hablaba, como era costumbre en cualquier cena de mi familia y, al parecer, de las demás.
Cuando terminó la cena y comimos el postre, volvimos al salón donde Maygan volvió a tocar. Harri estaba tieso a mi lado, viendo el piso. Incómoda, busqué a Elena con la mirada. Nuestros ojos se encontraron y sonreímos con timidez. Le dije a Harri que ya volvía y caminé hacia mi amiga. Al verme acercar, se enderezó y se apoyó en el piano que tocaba su hermana.
—¿Dejas a tu prometido por mí? Me siento halagada —bromeó. Yo reí.
—Solo unos minutos, necesitaba hablar con alguien diferente —Sonreí sincera.
De un momento a otro, la canción que tocaba Maygan pasó de ser fuerte y alegre a ser pacífica y calmada. Miré a la hermana de Elena y ella estaba concentrada en el piano. Pude escuchar a breve aplauso de alguien. De pronto, Elena me extendió la mano.
—¿Bailamos, amiga? —preguntó con un tonó juguetón.
Sentí un emergente calor en mi cara y me dejé llevar por mi corazón, dándole la mano a Elena. Ella la tomó y me llevó al centro de la sala, donde todos podían vernos. Nunca había bailado con una chica que no fuera mi hermana, así que, muy perdida, dejé que Elena me manejara. Con cierta gracia nos movíamos por el centro de la estancia, dejando de oír los murmullos de nuestras familias. La mano izquierda de Elena y mi mano derecha estaban unidas mientras nuestros pies bailaban al compás de la emotiva canción.
Aunque, de pronto, aquel baile que parecía infinito para mí terminó junto con la canción y los aplausos de alguien. Me alejé de Elena y la vi frente a mí. Sus ojos estaban oscuros por la poca iluminación que daban las velas, pero tenían un destello precioso. Ambas nos mirábamos a los ojos fijamente, hasta que las voces de los demás nos sacaron del trance.
—¡Que buena sois bailando! —Nos halagó Hedd al aplaudir y acercarse.
Me alejé aun más de Elena y lo miré nerviosa.
—Gracias, aunque ella me guío —dije, dándole todo el crédito a mi amiga.
Elena se encogió de hombros avergonzada.
—Cadwyn, no te subestimes. Vas a ser la mujer ideal.
El hombre, sonriendo, se volvió con los demás adultos. Yo simple suspiré agobiada, no quería ser la mujer ideal. Al menos no para Harri. Elena posó una mano en mi hombro y me lo acarició con dulzura.
—Ya eres ideal —le me susurró al oído antes de caminar hacia su hermana, que había parado de tocar y ahora descansaba.
Pude notar como me sonrojé un poco. Con una sonrisa genuina, busqué por la sala a Harri. Él estaba sentado en un sillón, con los ojos cerrado. Me acerqué a él y me senté a su lado.
—¿Todo bien? —pregunté.
Abrió un ojo y me miró con él, luego con los dos. Amagó una sonrisa.
—Sí, todo bien.
Tal vez lo había ignorado de más. Intentando sacarle conversación, recordé la rosa, así que me levanté y le dije que ya volvía. Caminé hasta el comedor y busqué la rosa en la mesa. Ahí estaba, no la había recogido aún. La tomé y volví con Harri.
Me senté a su lado y le mostré la rosa.
—La voy a poner en mi cuarto, al lado de mi cama —le conté.
Él suspiró.
—¿En serio?
—Promesa de meñique.
Le extendí mi meñique para que él hiciera lo mismo. Al principio, fue levantando la mano con temor, pero ambos juntamos nuestros dedos.
—Ya no puedo romper esa promesa.
—Hecho.
La noche continuó un rato más hasta que llegó la hora de irse. Harri trató de despedirse con un pico, pero yo lo desvié a un beso en la mejilla. Le di un abrazo a Elena y nos fuimos.
En el camino a casa, mi padre habló.
—Tu prometido no estaba para nada mal, Cadwyn. Elegí bien —comentó.
Forcé una sonrisa. Me había caído bien, pero no era la gran cosa.
—Sí, me ha caído espectacular, padre.
Él río, con esa risa malévola que tenía.
—¿Ves? No hace falta enamorarse para llevarte bien con alguien.
Tuve severas ganas de responderle, pero preferí quedarme callada.
Al llegar a casa, Lasair y yo fuimos a casa a desmaquillarnos y desvestirnos. Ella aprovechó para hablarme de su prometido y de lo enamorada que estaba. No entendía como se había obsesionado tanto en poco tiempo, pero no podía juzgarla, toda la vida la habían bombardeado con que debía conseguir un buen hombre para casarse y, ahora que lo había conseguido, no lo dejaría ir.
Una vez listas para dormir, nos acostamos. Antes, puse en un florero pequeño la rosa de Harri en mi mesa de noche, pero no pensaba en él, pensaba en el baile que había tenido con Elena. Ella parecía tan decidida a veces y otras estaba casi tan nerviosa como yo. No la entendía, y eso me atraía más a conocerla. "Ojalá verla pronto, necesito ver más seguido esos ojos café", pensé.
Nunca había querido tanto a alguien que no conocía casi. Tal vez y solo, quizás, estaba tan loca como Lasair.
ESTÁS LEYENDO
Cadwyn: mi dulce amor (LGBTQ+) PAUSADA
RomansaCadwyn desconoce que lo que le pasa tiene nombre y al enamorarse de Elena, a su vida llegaran términos, momentos y sensaciones que nunca pensó que viviría. Una novela LGBTIQ ambientada en el siglo diecinueve en un algún pintoresco pueblo escondido d...