Capítulo 4: Qué es lo que hace un gran heroe

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"..." Hablando

/////Cambio de escenas\\\\\

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Habían pasado algunos días desde que Bell y Ais se dedicaron a descubrir cómo subir de nivel.

Ambos estaban decididos a mejorar sus habilidades, y esa determinación los llevó a buscar la orientación de Riveria. Sin embargo, la respuesta de la elfo no fue la que esperaban.

"No significa no. No los enviaré a suicidarse, ya lo dije, Bell y Ais," dijo Riveria, con un tono firme y enojado, frunciendo el ceño y cruzando sus brazos.

"Pero Riveria..." intentó protestar Ais, sus ojos grandes y suplicantes buscando conmover a la elfo.

Riveria suspiró profundamente, frotándose la frente en un gesto de frustración. "No insistirán más en esto. Es demasiado peligroso."

Bell, en su desesperación, decidió utilizar su "arma secreta" que incluso los dioses temían.

"Lo siento, abuelo, tendré que usar mi arma secreta temida por los mismos dioses," pensó para sí mismo.

Bell se acercó a Riveria, abriendo mucho los ojos y sacando el labio inferior, presentando la mejor cara de súplica que pudo.

"¡Ah!" La elfo se sorprendió, retrocediendo ligeramente. "No me pongas esa cara," dijo, aunque su voz traicionaba una pequeña vacilación.

Viendo que esto no funcionaba, Bell añadió lágrimas a la mezcla, dejándolas rodar por sus mejillas.

Riveria sintió su determinación flaquear, pero se negó a ceder. Al darse cuenta de que sus esfuerzos eran inútiles, Bell y Ais se retiraron, decidiendo comprar un bocadillo de papa para animarse.

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Sentados en un banco, disfrutando de su bocadillo, Ais y Bell discutían su descontento cuando un hombre rubio con sombrero se acercó a ellos.

"¿Qué los tiene tan deprimidos, muchachos?" preguntó el misterioso hombre, con una sonrisa enigmática que mostraba un toque de curiosidad.

"Nadie nos dice cómo subir de nivel. Ya lo hice una vez, pero fue por accidente y no me dicen cómo lo hice," respondió Ais, con una expresión de tristeza y frustración.

El hombre soltó una carcajada. "Jaja, bueno, ¿por qué no les digo cómo subir de nivel?"

"¿En serio?" Bell se animó, sus ojos brillaron de esperanza.

"Claro, olvidé presentarme. Soy el dios Hermes, un gusto conocerlos, chicos," dijo el recién identificado dios Hermes, haciendo una leve reverencia.

"Soy Bell," respondió Bell con una sonrisa.

"Ais, Señor Hermes," añadió Ais, inclinando ligeramente la cabeza.

"La forma de subir de nivel es lograr una hazaña que impresione incluso a los dioses," explicó Hermes, con una chispa de misterio en sus ojos.

"¿Cómo se hace eso?" preguntó Ais, su curiosidad había despertado.

"En términos simples, haz algo que debería considerarse imposible para ti."

"Ya veo," asintió Ais, reflexionando sobre las palabras del dios.

"Entonces, si pudiéramos vencer a un monstruo más fuerte que nosotros, ¿podríamos subir de nivel?" preguntó Bell, con entusiasmo renovado.

El sucesor del talentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora