Epílogo: Adiós

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Estamos en medio de una reunión Greco, Conway y yo, comentando diferentes cosas cuando el teléfono personal de Conway suena, mira de quien se trata y su ceño se frunce, contestando rápidamente. No escucho que es lo que pasa pero la persona al otro lado parece alterada, Conway agacha la mirada y asiente.

—Voy ahora mismo... —Su voz suena muy seria al decirlo, cuelga y se levanta rápidamente, agarra su chaqueta de la silla y se la pone, caminando hasta la puerta sin decir nada.

—¿Va todo bien? —pregunta Greco preocupado por la reacción de Conway a la llamada.

—Horacio acaba de morir...

Siento como si se me hubiera caído un jarro de agua fría encima, me quedo ahí sentado viendo como Greco se levanta rápidamente para ir detrás de Conway a pedir explicaciones, a intentar saber que es lo que quiere decir con eso pero yo no me veo con fuerzas.

De repente todo tiene sentido en mi cabeza, por eso hacía tanto que no lo veía, por eso Conway no hablaba de él, por eso la preocupación con él y Gustabo.

Cuando soy capaz de reaccionar voy tras ellos, saliendo corriendo, cuando llego a la puerta Greco está en ella, la agarra con fuerza y yo pongo una mano en su hombro.

—¿Qué ha pasado? —pregunto, sin saber muy bien que más hacer o decir.

—Ha sido..., la enfermedad del rechazo...

—¿La enfermedad..., del rechazo? —susurro sintiendo como mis piernas tiemblan y caigo al suelo, sorprendido.

La enfermedad del rechazo es aquella en la que si la persona que realmente te gusta te rechaza te salen flores en el interior, conozco la teoría pero eso no es lo peor, lo peor es que yo soy la persona que lo rechazó, yo he sido la persona que ha causado todo esto.

—Hey, no —dice Greco arrodillándose frente a mí, pone ambas manos en mis hombros y me mira directamente a los ojos—, no te sientas culpable, no, vamos, tenemos que ver que pasó.


❁      .      '      ❀      ,      ,      .      ✾


Abro la puerta del apartamento y entro en el, ni siquiera enciendo la luz, cierro la puerta y voy arrastrando los pies hasta el sofá, dejándome caer en él, la luz de la ciudad entra por el gran ventanal, lo suficiente para que pueda ver para moverme sin chocarme con nada.

Me quedo ahí sentado, mirando hacía el suelo. el único ruido que se escucha es el de los coches y los sonidos normales de la ciudad, siento como si la corbata me estuviera ahogando así que me la quito y la dejo sobre el sofá.

No sé cuánto tiempo pasa pero no me importa, cuando me siento listo me levanto y camino hasta la cocina, no necesito encender la luz ya que abro la puertecita del mueble y meto la mano, sacando una botella de vodka, cuando vuelvo al sofá ya le he dado un par de tragos directamente a la botella.

Siento como me pesa el bolsillo del pantalón, es un peso irreal, más mental que otra cosa, pero lo siento así que saco el sobre blanco con mi nombre que había ahí y lo dejo sobre la tela del sofá, no estoy preparado para abrirlo.

Doy un gran sorbo a la botella y me echo hacía atrás, apoyando la espalda en el respaldo mientras miro al techo. Horacio ha muerto, por mucho que me negara a aceptarlo es un hecho y la prueba ha sido hoy cuando con mis propios ojos observé como bajaban su ataúd y lo rodeaban de tierra.

Conway ha pagado todo y ha sido el apoyo de Gustabo, jamás pensé que podría ver a una persona como Gustabo rota, es una imagen que sé que siempre me perseguirá, Gustabo, el hijo de puta de Gustabo, el cabrón manipulador, ese que podría meterte una puñalada si le tocabas demasiado los cojones estaba ahí, más delgado de lo que lo recordaba, débil como una hoja de papel y totalmente destrozado, llorando como jamás pensé que alguien como él pudiera llorar.

Doy otro sorbo al vodka y miro el sobre detenidamente pero sin tocarlo, con miedo a hacerlo, sobre el blanco papel está escrito mi nombre y por el tacto sé que hay algo más que papel ahí pero no me atrevo a abrirlo.

Vuelvo a mirar al techo y suspiro, pensando en cómo serían si las cosas hubieran sido diferentes, si yo no hubiera tenido miedo de mis sentimientos, si yo no hubiera sido tan cobarde y no lo hubiera rechazado, tal vez así él seguiría ahí, con su sonrisa, con sus bromas, con todo lo que hacía a Horacio ser Horacio.

Suspiro y doy otro largo sorbo, realmente ya no importa, Horacio ya no está y, aunque Conway y Greco me han repetido que no es mi culpa si siento que lo es porque al fin y al cabo esa enfermedad apareció por mí y es algo que jamás me perdonaré, ni tampoco le perdonaré a él.

—El día que nos reencontremos te voy a pegar una hostia por preferir morir a olvidarte de mi —digo mirando al sobre, que es lo último que me queda de él.

Y de repente me siento como Gustabo, me siento como si fuera una hoja de papel, demasiado débil para aguantar esto, demasiado débil para poder soportar más las lágrimas que llevan quemándome horas y que por fin decido dejar salir.

—Algún día te vas a enterar... —susurro agarrando el sobre para abrazarlo con fuerza.

Horacio se ha ido por sus sentimientos por mí y aun así ni siquiera me ha dejado despedirme como se debe de él.


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Aún queda un capítulo más de dolor y sufrimiento...

En fin, nos vemos en el siguiente capítulo ✨(っ◔︣◡◔᷅)っc(◕︣◡◕᷅c)✨

Only love nobody dies ~Volkacio~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora