Capitulo 6.

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Roxana, sumida en sus pensamientos,  se quedo dormida en el banco de la plaza.

 Entre el vaivén de las luces de la ciudad y el susurro del viento, la escritora, agotada por la tensión y los nervios, cerró los ojos.

Mientras dormía plácidamente, ajena a las estrellas que iluminaban la noche, Oliver, en su musculosa blanca, decidió dar un paseo nocturno. La brisa fresca acariciaba su rostro mientras caminaba por los alrededores de la plaza, con pasos decididos y el suave murmullo de la ciudad como fondo.

De repente, un impulso lo llevó a acelerar el paso. El deseo de liberar energía lo hizo correr alrededor de la plaza, sus zapatillas resonando en el silencio de la noche. La luz de la luna resaltaba sus músculos, dándole una presencia imponente mientras trazaba círculos alrededor del espacio tranquilo.

Mientras corría, algo captó su atención. Entre la penumbra, vio a Roxana recostada en el banco, dormida y serena. Se detuvo en seco, sus ojos fijos en la figura de la escritora que descansaba bajo la luz de la luna.

Con una sonrisa suave, Oliver se acercó despacio, cuidando de no perturbar su sueño. La musculosa blanca delineaba su figura atlética mientras se inclinaba para observarla de cerca. Roxana, ajena al mundo que la rodeaba, continuaba sumida en sus sueños.

Una extraña sensación de reconocimiento lo invadió, como si hubiera visto a Roxana en algún lugar más allá de la realidad.

Al acercarse, se detuvo, sus ojos se estrecharon ligeramente mientras la observaba. "¿De dónde te conozco?", murmuró para sí mismo, sintiendo un eco de familiaridad en la atmósfera de la noche.

Roxana, entre sueños, abrió los ojos y lo miró con una expresión enigmática. Una sombra de misterio y complicidad brilló en sus ojos, pero sus labios permanecieron sellados. Un silencio enigmático envolvía la escena.

Intrigado pero sin reconocerla por completo, estaba a punto de retirarse cuando Roxana, con un gesto sutil, tomó la tela de su pantalón. Una chispa de misterio brilló en sus ojos mientras lo detenía.

Sin pronunciar palabra, Roxana transmitía una urgencia silenciosa.  La conexión entre ellos se volvía más intensa, pero Oliver, en un acto repentino, se desprendió suavemente de su tacto y se alejó.

Los pasos de Oliver resonaron en la plaza mientras se alejaba, como una sombra que se desvanece en la noche. Roxana, en el banco, quedó en un silencio profundo, sus ojos seguían fijos en el lugar donde él estuvo.

El misterio se profundizaba, y la plaza nocturna se llenaba de la sensación de lo inexplicable. Oliver, como un personaje de su propia creación, se desvanecía en la oscuridad, dejando a Roxana sumida en la incertidumbre de un encuentro que desafiaba las reglas de su propia narrativa.

En la quietud de la noche, Roxana permaneció en el banco, su mente llena de preguntas sin respuestas. La conexión entre ambos, envuelta en un manto de silencio, prometía descubrimientos aún más enigmáticos en el tejido de sus destinos entrelazados.

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⏰ Última actualización: Jan 11 ⏰

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