Micah estaba cayendo. Al principio, sus sentidos no habían logrado adecuarse con rapidez, por lo que parecía que estaba sumido en una oscuridad sin fin, con el ruido del viento que se arremolinaba en sus oídos a cada metro que se sumía en el pozo.
La luz del sol había dejado de verse desde... bueno, en realidad no tenía idea. La noción del tiempo había desaparecido por completo, pero estaba seguro que por lo menos ya debía haber pasado un día desde que cayó junto a la parte trasera del monumento a Víctor Manuel II. Aún parecía escuchar los gritos de dolor de Aracne mientras caía debido a la trampa de Annabeth. Micah solo esperaba que ahí abajo ella no estuviera esperándolo, pues probablemente tendrían que enfrentarse en combate.
«Has fallado en tu misión, no mereces formar parte del ejército de la Madre Tierra».
Casi podía escuchar la voz grotesca y abrumadora de la araña reprochando sus acciones. No era su culpa que los idiotas de Oto y Efialtes no hubieran podido acabar con Percy Jackson y Jason Grace.
Jason, ese chico era un idiota. Aún parecía que su voz seguía haciendo eco en la caverna. «Hermano», lo había llamado, pero, ¿podía considerarlo eso? Micah era un hijo de Zeus, desde luego, pero nunca podría ver como hermanos a Jason y a Thalia. Ellos peleaban en el bando enemigo, y si había algo que en verdad deseaba, era ver a su padre arrodillado ante él. La oscuridad poco a poco fue desapareciendo, dando paso a una luz rojiza muy tenue y el ruido de agua fluyendo apareció. El viento se hizo cálido, casi al borde de lo poco apto para el ser humano. El silbido de sus oídos se transformó en un rugido.
De repente, el foso por el que había estado cayendo dio a una inmensa cueva. A unos ochocientos metros por debajo de él, vio el fondo. Por un momento se quedó tan sorprendido que no pudo pensar con claridad. Toda la isla de Manhattan podría haber cabido dentro de esa cueva, y ni siquiera alcanzaba a ver toda su extensión. Nubes rojas flotaban en el aire como sangre vaporizada. El paisaje —al menos, lo que podía ver— constaba de llanuras negras y rocosas, salpicadas de montañas puntiagudas y simas en llamas. A la izquierda, el suelo descendía en una serie de acantilados, como colosales escalones que se internaban en el abismo.
El hedor a azufre dificultaba la concentración, pero se centró en el suelo situado justo debajo de él y vio una cinta de un reluciente líquido negro: un río. Era momento de usar sus poderes y gastar la poca fuerza que le quedaba.
Se enfocó en el aire a su alrededor y recordó lo que un gigante le había dicho tiempo atrás: «El foso exige tu alma, para sobrevivir, debes mostrar lo peor de ti, recuerda aquello que te hace fuerte».
Aquello que te hace fuerte.
Si había llegado hasta ahí, si había pasado por tanto en su corta vida, era por el placer de saber que, al final de todo, podría ver a su padre derrotado. Vería el Olimpo desmoronarse y perderse en el polvo, los dioses se convertirían en poco más que virutas doradas que el viento desaparecería. Las nubes rojizas empezaron a arremolinarse a su alrededor, el viento del Tártaro estaba a su merced. Estaba logrando su cometido, cuando algo interrumpió sus pensamientos. Una visión que hizo que las nubes se disiparan y él volviera a caer con pesadez directo al río. La visión... de un par de ojos verdes.
—¡No! —rugió—. ¡No, no! ¡Mierda!
Era muy tarde para poder utilizar sus poderes. Cubrió su rostro con ambos brazos y esperó el golpe, pero de pronto, una columna de agua se alzó como un géiser en medio del Tártaro, un par de brazos se ciñeron en torno a su cintura y el agua lo tragó entero.
Cuando abrió los ojos, se encontró con una visión que le hizo estremecer. De nuevo el mismo par de ojos verdes lo miraban detenidamente. Su rostro estaba pálido y dos grandes ojeras se extendían debajo de sus párpados, además de que su cabello oscuro estaba completamente despeinado, incluido su pequeño mechón blanquecino.
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One Shots BL Percy Jackson (Male OC)
FanfictionNo hay mucho que decir. Recopilación de historias cortas acerca de las aventuras de Oc's masculinos con diversos personajes de libros. Desde caídas al Tártaro con tu peor enemigo, hasta descubrir que moriste y llegaste al Valhalla, o que el lindo c...