Empecemos por el principio...

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Un lugar vacío y siniestro a la vista, tan oscuro como la noche sin luna y tan brillante como un espejismo, un lugar del cual nadie puede salir y nadie puede pertenecer ahí. Ese lugar es el abismo de los pecadores y justicieros, llamado con un nombre peculiar, nada común y de que nadie conoce el verdadero significado de lo que representan esas palabras.

Scarecrow en simples palabras es un lugar pequeño, sin conexión a internet, con lugareños "normales" que tienen una sola regla, no lastimar a nadie que pertenezca a Scarecrow, y tener siempre un objetivo claro, ese "objetivo" determinara que tan valioso eres para Scarecrow, un lugar repleto de restaurantes famosos, de vistas espectaculares, de hostales lujosos, de una iglesia particularmente hermosa y por supuesto de unos espantapájaros siniestros, que si amas el terror te encantara, está rodeado por laberintos de maíz, entre casas victorianas divididas en tres secciones, y de un brillante letrero de bienvenida ofreciendo unas preciosas vacaciones a los turistas, los cuales nunca vuelven a su hogar.

Lo que atrae más de Scarecrow es su estructura, su creación, su hostilidad. Nadie imaginaría que este lugar es atrayente con un propósito, nadie imaginaría que los lugareños solo te miran como un objetivo, uno para satisfacer sus más oscuros y siniestros deseos.

Muchos quieren escapar de la realidad, pero muy pocos lo logran, porque esa realidad te consume en lo más profundo de tu ser, y tanto es el consumo que te olvidas de quién eres. Te voy a contar un secreto, las personas no cambian si no es con un propósito, las personas siempre quieren tener la razón aun cuando no la tienen, las personas normales no existen y a las afueras de Scarecrow encontrarás un lugar donde tu realidad se convierte en una introducción, algo dicho, donde todo es de color blanco, en donde solo tienen un propósito, hacer de ti alguien normal, alguien normal para ellos.

Y mi realidad se convirtió en un infierno, desde que vi la verdad oculta en mentiras.

—¿Tomaste tus pastillas, Abril? ¿Sabes que podemos hacerlo en otra ocasión?—mencionó mi madre con una voz baja y preocupada.

Era tan frustrante que me pregunté si tomé las pastillas, cuando ella misma se encargó de hacérmelas tomar, incluso si eran en contra de mi voluntad. Supongo que quiere probar si dieron resultado. Toda mi vida viví engañada por las personas que más quería. Esas personas me metieron en un lugar sin salida, haciendo lo que ellos sugerían que era normal y, por más que grité y lloré, ellos nunca vinieron a mi rescate. Ahora son simples, extraños, así que su preocupación no me la creo. Las pastillas siempre serán una alternativa de tenerme cautiva, en donde no haya salida.

—No podemos hacerlo en otra ocasión —la miré indiferente—... Madre, no era esto lo que siempre quisiste, al igual que mi padre; además, la Mansión Cour no está a nuestra disposición.

— Pero... — Sus ojos desprendían un dolor distante, como si quisiera decir algo, pero a la vez no quería arriesgarse.

Tal vez, hace cinco años me lo hubiera creído, ahora sé que ese lamento es una simple actuación.

La Mansión Cour era una espléndida casa lujosa de Scarecrow, lo que le hacía lucir elegante era su fachada empedrada con ramas y flores exóticas encostradas, su espléndido jardín relucía con puras rosas rojas, las puertas de vidrio solo hacían lucir lo que había adentro, el brillo dorado del poder, para mí, era otra entrada al infierno.

—Fue una larga espera, pero ahora te tenemos de vuelta, y con ayuda de la píldora nuestros problemas se solucionaron —tomo una de mis manos, poniéndolo en uno de sus brazos—. Hoy mi hija demostrará que es una Dember.

Mi padre era miembro de las cinco familias fundadoras de Scarecrow, para él, su posición en este lugar, el espléndido linaje que tenía lo era todo, sus ojos verdes reflejaban ambición mientras su cabellera rubia sólo lo hacía lucir más joven de lo que era, en cambio, mi madre era una castaña con ojos azules, proveniente de la familia Mirei, siendo de otra familia fundadora... Los dos tenían algo en común, su mente perversa, que no les importaba que su hija no estuviera de acuerdo con sus pensamientos, de hecho, que no esté de acuerdo con lo que estén haciendo.

ScarecrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora