Capítulo 6

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En menos de dos semanas, Jiang Cheng ya había recorrido todo el palacio, en su mayoría en compañía del emperador.

El Jiang estaba feliz ya que finalmente podía salir a ciertos lugares sin preocuparse luego por estar perdido.

—Quizás deberías tener una doncella personal, puedo darte una si deseas —dijo el Lan mientras caminaban por al lado del lago, lugar que rápidamente se había vuelto el favorito de Jiang Cheng.

El joven pensó en la propuesta, pero luego negó suavemente. Desde niño hacía todo por sí mismo por lo que sería extraño tener a alguien que le sirviera todo el tiempo, pero aún no tenía una excusa para rechazarlo.

—Estoy bien por ahora —le dio una pequeña sonrisa al Lan y continuó caminando.

Con pasos rápidos caminó hacia una mesa que estaba en medio de dos cerezos. La primavera se acercaba y algunas ramas de los árboles ya estaban listas para florecer pronto.

Xichen lo siguió tranquilamente, quedándose cerca cuando Jiang Cheng se sentó en la mesa. Él intentó solo mirar el lago, ya que mirarlo en ese momento le traía muchos recuerdos. Pero su mirada eventualmente siempre se desviaba al joven de túnicas moradas que lucía distraído mirando el paisaje.

Jiang Cheng notó la mirada por lo que carraspeó algo incómodo. Luego de un momento de silencio decidió sacar de su boca palabras que llevaba mucho tiempo aguantando decir.

—Majestad... No tengo muy clara qué relación teníamos antes, pero espero que su ayuda sea sincera y no en busca de sacar provecho —su tono era serio y solemne pero su mirada evitó al otro hombre.

—Wanyin, jamás haría eso. Puedes estar tranquilo —dijo con tranquilidad, como si fuera una conversación que ya había esperado—. Solo deseo ayudarte en todo lo que pueda. Fuimos amigos toda nuestra vida, es lo menos que puedo hacer.

Algo en sus palabras y la forma en la que las decía, le hacía creer a Jiang Cheng que eso era cierto y podía confiar en él, por lo que solo asintió y volvió a mirar los árboles a su alrededor.

Podía ser algo tonto, pero estaba tan acostumbrado a la vida en la ciudad ajetreada y donde nada se detiene que podía estar horas sentado mirando la naturaleza, incluso por primera vez en la vida estaba emocionado por que llegara una estación, deseaba ver como se veía todo florecido.

El joven sonreía de manera inconsciente, sin saber que ese pequeño gesto hacía que el corazón del emperador latiera con más fuerza.

Este último, noto de reojo como alguien se acercaba apurado, como no quería interrumpir con la tranquilidad de su concubino, se le acercó con una pequeña sonrisa y se despidió.

—Tengo algunos asuntos que atender, espero que nos veamos pronto —dijo con una sonrisa.

Jiang Cheng se paró e hizo una leve reverencia, una vez el emperador estuvo lejos, tocó su rostro notando el calor en sus mejillas ¿estaba haciendo más calor de repente? o era...

No, jamás se sentiría avergonzado por palabras tan simples como esas, seguramente el viento se había detenido de repente haciendo que hiciera más calor en ese momento.

Unos minutos después, aun seguía confundido por su propio comportamiento, pero un pequeño disturbio cercano, lo hizo distraerse y mirar hacia el lugar de donde venía el ruido.

No escuchaba con claridad lo que decía, pero luego de una pequeña discusión, Meng Yao y la otra persona se separaron. Este último caminó hacia donde estaba él, aunque Jiang Cheng dudaba que lo hubiera visto, ya que venía murmurando cosas y riendo solo.

Segundo amanecer - XichengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora