Capítulo III: La habitación oculta

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»Dia 2«


Estaba en mi cama, pensando en todo lo que me había contado Jenny y lo que había sucedido allí en su casa, pues quien abandonaría una hermosa mansión.

"Nadie."

Mi mente estaba revuelta, pero no le pondría tanta atención, me levanté de la cama y salí al pasillo, iría a dar un paseo pero por instinto mire hacia arriba y vi un agujero en el techo, se me hizo extraño que un agujero estuviese hay, del tramo de una tapa de una botella.

Baje a buscar a mi padre, minutos después estabamos los dos viendo el agujero que no habia estado hay, como si alguien lo hubiera hecho. El busco una escalera que había en el jardín, al entrar la escalera al lugar, él la acomodó en la pared y subió a mirar, estaba un poco tapizada y pintada como si la ocultaran.

—Tara trae un cúter o algo para cortar este papel— ordenó mi padre y fuí a buscarlo.

Volví y le pase el cúter, el corto el papel tapiz, era una pequeña puerta, mi padre sonrió al poder abrirla. Era un ático, vi que él tenía curiosidad y subió al ático, espere uno minutos a que bajara pero no ví que lo hiciera.

—¡Tara!

Al escuchar el llamado subí y me asomé un poco por el espacio de la puerta del ático, estaba oscuro casi no se veía nada. Tome mi teléfono que estaba en mi bolsillo y alumbre con la linterna, en vez de un ático parecía la habitación de alguien.

Subí completamente, ahora no era buscar a mi padre si no averiguar de quién era estas cosas, camine viendo fotos, ropa, una cama, entre muchos objetos más que parecían que era de un chico. Me acerqué a una pequeña ventana que estaba cubierta con periódico, con cuidado lo quité y entró la luz exterior. Al darme la vuelta se me fue el aire, me puse pálida, mi cuerpo se congeló y sentí que me daría un infarto.

—¡Tara!— gritó mi padre saliendo de la oscuridad.

Di un gran grito al ver a mi padre con una máscara de payaso, él estaba parado allí riéndose de mi expresión y reacción.
Sentía que me moriría en cualquier momento, cuando pude hablar le empecé a gritar.

—¡Estas loco!— grité enfurecida— !Casi me da un infarto!

El solo se reía, se quitó la máscara y bajo del ático.

—Bueno Tara, así es la vida— seguía burlándose— es cruel.

Baje del ático y me dirigí enojada a mi habitación, escuché como cerraba la puerta del ático para minutos después llevarse la escalera abajo mientras yo seguía con furia en mi habitación.

Una hora estaba viendo el techo de mi habitación, solo veía la nada, era tan tranquilo hasta que escuche el sonido de rebote de una pelota de tenis. Me levanté confundida, el sonido se hacía intenso como si estuvieran golpeando mi pared con la pelota.

Salí de mi cuarto en busca del que producía el sonido, me pare justo enfrente de mi puerta, el sonido se hacía más y más intenso, parecía que no pararía. Por un momento mire hacia la puerta del ático, la ví abierta, pensé que mi padre la había cerrado pero me equivoque. Me acerqué a ver si podía ver algo pero desde abajo no se veía nada.

Baje al primer piso y salí al patio en busca de la escalera, al encontrarla subi con esta y la lleve arriba para subir al ático, la acomodé y empecé a subir. La luz que dejaba entrar la ventana era útil, dejaba ver algunas cosas, tome mi móvil y con la linterna alumbre.

La Casa En La ColinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora